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Exposición

Hitos y procesos

El IVAM recupera la figura de Susana Solano (Barcelona, 1946), una de las voces femeninas imprescindibles cuyo trabajo ha gozado de una gran reputación y de una gran proyección internacional

Hitos y procesos

El tránsito entre estados de cosas y, por ende, lo transfronterizo, son ideas y sensaciones que concurren en la obra de Susana Solano que, a la vez, hibrida y contrasta materiales expresando ese desplazamiento formal que es también testimonio de progresión emocional. Protagonista de la renovación de la escultura española en los 90s con un lenguaje particular que tanto podía referir a las cuestiones teóricas del continente-contenido como dibujar el espacio en libres contrapuntos formales fusionando tradiciones y experimentación, la artista supo seguir su personal camino. Premio Nacional de las Artes Plásticas en 1988 -a sólo ocho años de iniciarse en el oficio-, el IVAM rescata su obra según la voluntad de revalorizar la obra de mujeres artistas hoy historiográficamente inadvertidas, en una línea de trabajo que ya ha expuesto, entre otras, a Helena Almeida, Annette Messager y, recientemente a Ángeles Marco. A veinte años de su última retrospectiva en el MACBA, la muestra se centra en este período dando fe de la vigencia productiva de la artista catalana, levantando acta como indica el título expositivo.

Obra de fuerte carácter que encuentra en el formato monumental y la relación paisajística de la escultura pública su mayor expresión, las piezas de Solano no invitan las mirada a detenerse contemplativas en su apariencia global sino más bien las conmina a identificar de su extrañeza un origen funcional, remoto o ficticio, expresado en una lógica constructiva y, no obstante, fragmentaria y carente de destino y sentido como huellas existenciales, testimonios de un paso. Vinculadas a los ejercicios postminimalistas en sus relaciones con la arquitectura (área que la autora ha explorado vastamente como lo indica su repertorio de maquetas aquí expuesto), sus esculturas transgreden sus convenciones mediante asimetrías y gestos volumétricos dinámicos que hacen hincapié en la idea de tránsito antes mencionada, ya sea identificadas cual construcciones industriales o artesanales en proceso de contenidos, como estructuras tubulares que suponen un fluido ya metafísico, objetos mobiliarios de efímera utilidad o vías orgánicas comunicantes a la espera de la metamorfosis. Incluyendo el recurso del desnudo parcial de sus entresijos estructurales denotando su calidad provisional, en ciernes su definición, todo en sus obras habla de temporalidad al modo en que lo hacen los flases memorísticos, liberados de contextos y argumentarios para justificarse subjetivos en su sola presencia como pasajeros inadvertidos de la memoria, entrecerrar de la consciencia.

Solano utiliza mallas metálicas, pliegues de acero, urdimbres vegetales, armazones de hierro y tramas cerámicas para crear texturas y coberturas de potente y ruda fisicidad presencial que ocupan el espacio connotando su etéreo vacío interior, es decir, aludiendo al desarraigo inherente a lo que transcurre ideal o funcionalmente, constituyendo su obra un íntimo registro existencial sobre el tiempo y su desdibujo aunando, en sus modos de operar de juegos de contrarios, crudeza estética y evanescencia narrativa, cálculo e intuición, búsqueda y azar. Tal como concurren los recuerdos que son hitos propios en la ambigua frontera de la memoria y la ensoñación.

Sus piezas son las huellas de los pasos de su camino y este su itinerario más actual.

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