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Culpables de la Guerra Civil

Ángel Viñas (Madrid, 1941) es economista, diplomático e historiador; reúne en su haber un buen número de condecoraciones españolas y extranjeras y su currículum desborda cualquier reseña. Cabe recordar que ha sido catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y profesor en la Facultad de Económicas de la Universitat de València. Su magisterio diplomático e histórico es, por la cantidad y calidad de sus aportaciones, incuestionable.

Entre sus libros, imprescindibles para entender nuestra historia reciente, destacaré: Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco (2017); La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades de la biografía de Franco (2015); La conspiración del general Franco y otras revelaciones de una Guerra Civil desfigurada (2011 y 2012); Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil. Antecedentes y consecuentes (2001).

En su aportación más reciente, ¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una conspiración, aborda de nuevo, con materiales inéditos combinados con el uso de la «evidencia primaria relevante de época» (su EPRE) la historia de la conspiración monárquica „aliada en primera instancia de la Italia fascista„ urdida contra la Segunda República española desde el día de su proclamación en 1931. Los conspiradores trataron de mantener un clima político propicio para la rebelión militar y el golpe de estado. Fracasaron por dos veces, para provocar, en julio de 1936, la Guerra Civil, la contienda más sangrienta de nuestra historia que nos dejó también la dictadura más larga y cruel.

Ángel Viñas nos pone delante abundante documentación escrita, repleta de nombres propios, muchos de ellos bien conocidos y otros que permanecían ocultos en la maraña conspirativa? Reseña y reordena los datos para afirmar que, la preparación de los conspiradores respondía: «desde el primer momento y sin duda alguna», al propósito de, «derrocar la República por las armas (?) con la connivencia de la Italia fascista y la financiación del conocido multimillonario Juan March. Aspectos conocidos superficialmente, pero no investigados en profundidad».

Los conspiradores se centraron en: la adquisición de fondos y recursos económicos, procedentes en buen número de familias de la aristocracia española (el marqués de Eliseda, el conde de los Andes, el conde de Aybar, el marqués de Pelayo; etcétera, que iban entregando al general Ponte cantidades por valor de unos nueve millones de euros actuales que sumar a los dos millones de pesetas entregados ya por Juan March en 1931, equivalentes a 34 millones de euros actuales, etcétera), la compra de «armamento moderno» (la colaboración de la Alemania nazi se produjo ya iniciada la guerra y fue decisiva en este aspecto) y el mantenimiento de un «estado de necesidad» que por los medios de la agitación y propaganda masivas llevaría a todos los sectores sociales la desconfianza hacía las instituciones republicanas, propiciando así la sublevación militar (que los conjurados llamaron Alzamiento Nacional en contra de la Anti-España) y el acceso a la toma del poder.

El general José Sanjurjo, marqués del Rif y el político José Calvo Sotelo, diputado y exministro de Hacienda, fueron punta de lanza de esta operación conspirativa. Calvo Sotelo dirigió la trama política y el general Sanjurjo, por méritos y antigüedad fue el jefe indiscutido de la trama militar. Junto a ellos se alinearon: Antonio Goicoechea, exministro de la Gobernación y jefe de la formación ultraderechista Renovación Española, el político Pedro Sainz Rodríguez, que sería ministro de Franco y los militares: Orgaz, Galarza, Varela, Fanjul, etcétera. Y no solo ellos, el propio ex rey Alfonso XIII, ya en el exilio, y el director del diario ABC, estuvieron en primera fila de las maquinaciones antirrepublicanas.

La Italia fascista fue, desde 1932 «el exterior» con el que los monárquicos contactaron tras reunión en Roma, asunto que permanecía sin documentar, salvo por las aportaciones de los profesores Ismael Saz y Morten Heiberg. En Sobornos, Viñas ya estudió a fondo la poliédrica figura de Juan March y su doble papel como conspirador monárquico y como «agente escogido por el gobierno británico para llevar a la práctica una operación clandestina tendente a influir sobre Franco» a lo largo de la Guerra Civil.

Atención especial (capítulo 15) merece el exiguo y ridículo papel jugado por el general Franco en la conspiración. De hecho permaneció en segunda línea hasta que una serie de circunstancias como el «accidente» del general Sanjurjo que le costó la vida, y el asesinato de Calvo Sotelo, a manos de pistoleros de la Guardia de Asalto, le despejaron el camino para encabezar el «Alzamiento Nacional». Franco a su vez conspiró con su primo hermano y otros para lograr situarse como el artífice de toda la trama.

Leer a Viñas es como beber de un manantial. La historia, vicisitudes y contextos fluyen y nos dejan saciados de conocimiento, así como de nuevas preguntas y el afán por saber más.

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