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Casia, gnomologio y poemas

Fundó una comunidad monástica a la que se retiró, dedicándose a la filosofía y la composición poemas e himnos doctrinales

Casia, gnomologio y poemas

Casia de Constantinopla (805-867) es la principal poetisa medieval en lengua griega. Nació en el seno de una influyente familia de Bizancio. Mujer culta y de gran belleza. Participó en la elección de esposa para el príncipe Teófilo; fue descartada por refutar con excesiva franqueza a una pregunta del futuro emperador.

Desempeñó un papel relevante en la Constantinopla del siglo IX durante la transición entre el periodo del iconoclasmo (doctrina teológica que prohibía la veneración de iconos) y la recuperación del culto a las imágenes dentro de la Iglesia ortodoxa. Casia se implicó en la política anti-iconoclasta. Fue azotada en público en dos ocasiones por ese motivo. Tuvo amistad y relación epistolar con el gran reformador monástico, Teodoro Estudita, abad del monasterio de San Juan de Estudio, centro de gran influencia político-teológica.

Casia fundó una comunidad monástica a la que se retiró, dedicándose a la filosofía y la composición poemas e himnos doctrinales. Poseía gran erudición sobre filosofía antigua y las corrientes neoplatónicas adoptadas por los Padres de la Iglesia. Su obra es de una potencia y originalidad, que se aleja de los modelos cultivados por las gentes doctas de su tiempo. Frecuentó gran variedad de géneros; con sólida personalidad ejerció una libertad de expresión excepcional para su época.

La oblicuidad periodística lo contagia todo, incluso a la adusta y distante filología medieval: a Casia se la conoce como la «Safo bizantina». Se conservan de ella 1.300 versos pertenecientes de dos géneros: poemas profanos o sentencias e himnos litúrgicos.

Las sentencias o gnomologio (colección de versos aforísticos) se ocupa de diversos temas con propósito de instrucción moral: la estupidez, la belleza, la modestia, la insolencia, el odio€

Mencionemos algunas:

«Si deseas tanto querer como ser querido/aléjate de difamadores y envidiosos»; «Ama a todos, pero no confíes en todos»; «Astucia de niños, coloquio de ancianos»; «La riqueza tapa el mal/ la pobreza lo desnuda»; «Contra los aguijones/ no cocees a pie desnudo»; «Dentro del silencio no hay peligro»; «Algún provecho me trajo la desgracia/igual que cuando el oro lo pruebas en el fuego»; «El perfecto amor echa fuera el miedo»; «Monje: muerto que camina»€

Resultan llamativos los dedicados a la estupidez: «No hay fármaco contra la estupidez/ solo la muerte la solventa»; «En un estúpido el conocimiento/ es otra estupidez»; «Ay, Señor, cuando el necio intenta ser un sabio: ¿dónde huir? ¿qué mirar? ¿cómo sobrellevarlo?».

Compuso también una rara letanía de odios: «odio el silencio cuando es momento de hablar»; «Odio al que miente con solemnidad»€

En cuanto a los Himnos litúrgicos, son poemas rítmicos y sin duda la gran aportación de Casia a la literatura universal. Sus casi mil versos se organizan en un total de 24 himnos consagrados a conmemorar alguna figura sacra o una celebración del calendario litúrgico. Los temas pueden parecer meros lugares comunes de la literatura piadosa. Pero como observa el profesor Prieto: «Esta impresión no es ajena a la voluntad poética de la autora, deseosa de agazaparse en una tradición literaria bien nutrida de la que quiere formar parte como un eslabón más, sin ningún tipo de ruptura o afán de protagonismo. Es sin embargo en la sutil combinación de esos elementos y en las posibles dobles lecturas donde descubrimos a una mujer inteligente, conocedora de la realidad que la rodea y de sus propias ambiciones».

Hace usos parco de las figuras literarias; esto genera la impresión de un discurso natural y casi espontáneo, con el que fácilmente podía empatizar cualquier lector, por su inmediatez aparente. Citemos algunos fragmentos de La Natividad del Salvador:

«Virgen tras el parto como/antes del parto seguiste/por el Verbo y con pañales/cual nubes, ocultas al que ilumina/a los que con fe lo llaman».

«¿Cómo te nutro con leche a ti que nutres/toda la creación con tu Poder divino?».

«Hiciste que el ropaje de los mortales/fuera algo divino».

Algunos teólogos sostienen que la renovación de la Cristiandad debe quizá pasar por la conformación de una Matrística; en ella habría que incluir forzosamente a Casia de Constantinopla.

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