Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La vida, el amor y la muerte. Una historia de fantasmas

La vida, el amor y la muerte. Una historia de fantasmas

La rica tradición de la poesía castellana siempre ha estado plagada de presencias y apariciones, de autores que han intentado atrapar en sus versos la voz de las cosas, los fantasmas que las habitan. En esa tradición se inserta acertadamente Juan Pablo Zapater con este libro que ha titulado Mis fantasmas, aunque bien podría haberse llamado las tres heridas, como el poema de Miguel Hernández, porque las tres partes que componen el poemario nos hablan, como decía el poeta de Orihuela, de las tres heridas: la de la vida, la del amor, la de la muerte.

El punto de partida del poemario es la feroz toma de conciencia del paso del tiempo. La juventud extraviada se pierde entre la maraña de los recuerdos y la vejez espera agazapada a la vuelta de la esquina. Sobre ese interregno se erige la voz del sujeto poético, en la distancia exacta entre comienzo y final, porque solo la conciencia de la muerte nos hace capaces de gozar la plenitud de la vida. Esa va a ser la piedra de toque de este libro.

La de la vida

A partir de ahí, recorremos en la primera parte del libro, llamada «Apariciones», la infancia, la casa de los padres, la inocencia limpia de la edad primera representada, por ejemplo, en el precioso poema «Alma de cántaro». El yo poético se detiene para recrear el origen, no solo porque lo recuerda sino porque lo vuelve a crear, a sabiendas de que «cada día supone / una pequeña y deslumbrante vida».

La del amor

Tras esta meditación primera, el autor nos lleva de la mano hacia la segunda parte del libro, titulada «Presencias», en la que lo que se hace presente es el goce amoroso en sus múltiples vertientes: el amor que pudo haber sido y no fue, el que cambió de rumbo y nos dejó a cada uno en una orilla opuesta de las vías del tren o el amor de la verdadera compañera de vida que es a la vez «la bala fría / y la herida caliente de la presa».

La de la muerte

Por último, nos adentramos en la tercera parte, «Visiones», donde el sujeto poético mira hacia adelante, sintiendo el aliento del lobo acechante que a todos nos ronda: la muerte. Un amplio conjunto de imágenes le sirve al autor para reflexionar serenamente sobre el final, no desde el miedo o la desolación, sino desde la férrea certeza de que solo la conciencia del límite, la conciencia de nuestra mortalidad, nos hace capaces de vivir en verdadera plenitud.

Así que este recorrido por los fantasmas personales supone, en realidad, una hermosa proclamación de vida. Acompañemos al poeta en este viaje y miremos hacia dentro de cada uno de nosotros, examinemos cuáles son nuestros fantasmas: la infancia remota, el amor que no fue, el amigo que ya no estဠY disfrutemos de este magnífico libro.

Compartir el artículo

stats