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80 años de la Segunda Guerra Mundial

El 1 de septiembre de 1939 se inició la Segunda Guerra Mundial (SGM) con la invasión de Poloni

Un acontecimiento decisivo del que se cumplen 80 años y que ha venido marcando tanto la evolución histórico-política de Europa a lo largo del siglo XX, como su presente en el siglo XXI y condicionando su imprevisible futuro.

Tras quedar Europa en ruinas su reconstrucción se vio favorecida por la consolidación del sistema político democrático y por la penetración del capital estadounidense que si bien permitió la recuperación de las economías nacionales (Plan Marshall, etcétera) fue a cambio de la dependencia política, militar y cultural de los Estados Unidos de América que había pasado a ser la primera potencia global. La creación el 1 de noviembre de 1993 de la Unión Europea, tras los pasos previos de las comunidades europeas del Carbón y del Acero (CECA) y de la Económica Europea (CEE) abrieron, pese a lo dicho, perspectivas diferentes para su desarrollo presente y futuro, de difícil evaluación.

Pese a los avances registrados, Europa se vio penetrada por las trágicas consecuencias de la SGM, tanto las generadas en el siglo XX como: La división del mundo en bloques, las catástrofes nucleares, el descomunal avance de nuevas tecnologías incluida la «inteligencia artificial» y otras derivadas de ellas como la omnipresencia de los dispositivos móviles o la sobredosis de mafias, corrupción política y fake news, etcétera. Penetraciones influyentes en las esferas: económica, política y social, afectando incluso a nuestra vida cotidiana, relaciones familiares y personales. Parece, pues, de interés el aprovechar la efeméride para recordar algunos de estos sucesos e invitar al lector a que reflexione sobre sus efectos.

Esta contienda que produjo más de 50 millones de muertos fue, más allá de sus dimensiones internacionales, la segunda «Gran Guerra» civil europea librada en el siglo XX cuando tan sólo habían transcurrido 25 años de la anterior iniciada en 1914. En los comienzos de los años cuarenta del siglo XX las potencias europeas dominadoras aún de imperios coloniales de influencia universal antepusieron, una vez más, sus viejos intereses y rencillas nacionales, falsamente patrióticas, a la paz y el bienestar generales. Como infeliz consecuencia y tomando por bandera irracionales prejuicios de etnias, fronteras y rivalidades económicas se embarcaron en una nueva, más brutal y tecnológicamente sofisticada carnicería que, acabó para siempre con su supremacía política y cultural.

Hoy, son muchos los especialistas que reconocen en «nuestra» Guerra Civil, librada entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, la primera de las batallas de esa SGM, como parte del contradictorio final del «período de entreguerras» de la historia europea. Para certificar esa implicación europea e internacional no hay más que echar un vistazo a las potencias extranjeras (Francia, Alemania, Italia, la URSS, Gran Bretaña, etc.) que de manera directa o interpuesta tomaron parte o influyeron en el desarrollo de acontecimientos bélicos tales como el paso del estrecho (traslado del ejército de Franco a la península), el bombardeo de Gernika o las batallas del Jarama, Teruel o El Ebro€

Cabe resaltar el hecho de que, pese al silencio oficial por parte de la mayoría de los gobiernos europeos, numerosos españoles de ambos bandos enfrentados en nuestra incívica contienda doméstica, participaron en la inhumana contienda mundial forzados por las circunstancias de sus exilios (en el caso de los republicanos españoles derrotados) en diversos países del mundo.

Como ejemplos citaremos a los más de 800 comunistas quienes como pilotos, artilleros o guerrilleros lucharon en misiones de apoyo a los ejércitos soviéticos en la «defensa de Moscú» y en el «cerco de Leningrado». Entre ellos encontramos el nombre de Peregrín Pérez Galarza de Buñol, que con el alias de Ricardo fue luego uno de los jefes del maquis antifranquista; amén de los que murieron en Stalingrado como Rubén Ibárruri (hijo de Dolores Ibárruri «Pasionaria» y el hijo de la exdiputada socialista Margarita Nelken, o sirvieron como mano de obra esclava en minas y fabricas de armas. Por parte franquista, entre 1941 y 1943 operó en Rusia la División Azul compuesta por unos 45.000 hombres, en su mayoría voluntarios falangistas y alguno hijos de «rojos» como los cineastas Luis Ciges y el valenciano Luis García Berlanga que buscaban lavar la imagen de sus padres. Dejaron 16.000 muertos en los frentes rusos de Novgorod y Leningrado.

Miles de excombatientes republicanos de distintas tendencias lucharon en la Legión Extranjera, en los ejércitos de la Francia Libre y en la Resistencia antinazi, interviniendo en las campañas de los aliados para recuperar el norte de África, en las batallas por la liberación de Francia, incluida la gloria de ser los primeros en tomar al asalto al Ayuntamiento de París. Fueron los soldados de «La Nueve» (unidad de blindados compuesta por españoles y al mando del teniente valenciano Amado Granell) que se batieron en encarnizadas batallas para ganar a las tropas del Eje, palmo a palmo, el camino hacia Berlín. Un espía catalán, conocido como «Garbo» ideó las añagazas que despistaron al mando germano acerca del lugar y momento en los que se producirían la invasión aliada en Normandía€

Una realidad que solo en los últimos años ha comenzado a reconocerse, pese a estar bastante bien documentada. Es de justicia resaltar esa presencia y no solo por haber sido España el lugar de Europa donde se produjeron los primeros enfrentamientos entre las fuerzas del socialismo y la democracia con las del nacionalsocialismo y el totalitarismo, sino también porque esa presencia fue importante y en ciertos lugares y momentos bien destacada.

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