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Buñuel, vidas ejemplares

Una nueva fuente de información original de casi un millar de cartas escritas

Buñuel, vidas ejemplares

La Correspondencia escogida, editada por los profesores Evans y Viejo, constituye una grata fuente historiográfica de casi mil cartas, escritas o recibidas por Buñuel a lo largo de su vida, y ordenadas cronológicamente; sus receptores, de muy diversa índole, aunque predominan las gentes de la profesión, como era de esperar.

La trayectoria de Buñuel se ha conformado como una vida ejemplar. Estudió en el colegio de jesuitas de Zaragoza, e historia del arte en Madrid; vivió en la Residencia de Estudiantes -en la pomada pues de la élite artística e intelectual del momento-; se fue a París cuando se gestaba el surrealismo; se afilió al Partido Comunista cuando la revolución bolchevique poseía un atractivo teórico y emocional abrumadores; estuvo en Hollywood durante los años decisivos del inicio del cine sonoro; lo emplearon en el MOMA de Nueva York cuando comenzaban a institucionalizarse las primeras vanguardias; aterrizó en Méjico durante las décadas de su mayor auge industrial€ Es cierto. que a los 48 años era, como profesional del cine, alguien acabado, o poco menos, pero entonces surgió el éxito de Los olvidados, mezcla feliz de neorrealismo y surrealidad pautada. A partir de los años 50, se inicia su consagración en festivales como artista irreverente y oportuna leyenda de la España en el exilio. Cooperó a también a ello el hecho de que fuera un tipo encantador, un profesional irreprochable que no desbordaba presupuestos ni incumplía plazos.

Este epistolario tiene el atractivo de encontrarnos opiniones sin filtrar. Citemos algunas.

Sobre García Lorca: «Federico me revienta de un modo increíble. Yo creía que el novio es un putrefacto, pero veo que lo más contrario es aún más. Es su terrible estetismo lo que lo ha apartado de nosotros. Y sólo con su narcisismo extremado era bastante para alejarlo de la pura amistad». Y acerca de su obra: «es una poesía que participa de lo fino y aproximadamente moderno que debe tener cualquier poesía de hoy para que guste a los Andrenios, a los Baeza y a los poetas maricones y cernudos de Sevilla (€) desde luego lo prefiero a Alberti, que está tocando los límites del absurdo lírico».

Dalí y él le dirigen al poeta Jiménez, la siguiente misiva: «nos creemos en el deber de decirle -sí, desinteresadamente- que su obra nos repugna por profundamente inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria. Especialmente MERDE para su Platero y yo».

Su Ars poética, de un dadaísmo extremo, era ésta: «Hay que combatir con todo nuestro desprecio e ira toda la poesía tradicional desde Homero y Goethe pasando por Góngora -la bestia más inmunda que ha parido madre- hasta llegar a las ruinosas deyecciones de todas nuestras poetillas de hoy».

Parecía un tipo alocado; no lo era. Había rigor en su alocamiento. Por ejemplo, las indicaciones precisas que da a Salvador Dalí para transportar hormigas del Ampurdán para la escena de la mano de El Perro Andaluz: «de ti depende que no tenga que poner orugas o moscas o conejos en el agujero de la mano. Las hormigas puedes traerlas en una caja pequeñita de madera cerrada por todas partes, excepto por un agujerito cubierto con tela metálica fina. En el interior de la caja pon algodón».

Sobre el mítico autor del Acorazado de Potemkin: «Vi la película de Eisenstein financiada por Leonard Rosenthal, un joyero ruso, titulada Romance sentimental. Es una ignominia. Si el autor estuviese en Paris, yo mismo lo hubiera abofeteado».

Argumenta ante Breton su militancia comunista: «sin mi reciente afiliación del Partido Comunista, continuaría trabajando con ustedes, pero dado el actual estado de las cosas, para un comunista no debe cuestionarse ni dudar por un instante sobre la elección entre su partido o no importa qué otra actividad o disciplina».

Sobre la salud y el éxito: «Mi salud, como de costumbre. La preservo a base de ginebra y tabaco. Me dicen que mi película Belle de jour es un gran éxito comercial. Mala señal».

En los últimos años de su vida es frecuente el elogio militante de la ociosidad: «cada día me siento más atraído para contemplar la vida que para intervenir en ella. Se vive intensamente en plena ociosidad y se malgasta inútilmente el tiempo trabajando; de ese modo, y aunque nuestra labor sea intelectual, uno no vive en sí, como muy acertadamente expresó cierta hetaira de Ávila».

Su ironía a menudo ignora la pulcritud política: «me ha encantado el dibujo tan gracioso de Begoña Ducay. Qué lástima que a una niña simpatiquísima le hayan puesto un nombre vasco. Pero el nombre no hace al santo. Y espero y creo que su sangre aragonesa superará ese disparate» (al productor Eduardo Ducay).

De este modo justifica, en 1981, su renuencia a acudir a festivales y homenajes: «saludar a docenas de personas, recibir embestidas de periodistas, etc. Mejor me quedo en mi cenobio y dejo correr dulcemente el tiempo que me queda».

En una ocasión escribe: «erotismo sin cristianismo es erotismo a medias»; oblicua definición de pornografía.

Buñuel es, junto con don Santiago Ramon y Cajal, el aragonés del siglo XX que más bibliografía ha generado. Dispone de un talento eminente para el gag teológico y la sobria obscenidad. Buena parte de su obra y su humor comienzan a resultar ininteligible para las nuevas generaciones -al igual que, para un turista low cost, un retablo gótico sobre vidas piadosas.

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