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Entrevista

Cristina Morales: "Escribo lo más claro posible"

El Nacional de Narrativa, el Herralde y también el del Gremi de Llibrers de València por "Lectura fácil", una novela directa al corazón del sistema de una escritora de lenguaje libre y libertario.

Cristina Morales: "Escribo lo más claro posible"

No me imagino a Cristina Morales complacida con la etiqueta de consolidada promesa de la literatura española, pese a ser el Premio Nacional de Narrativa 2019 por Lectura fácil, la misma novela que recibió el Premio Herralde de 2018. El próximo jueves estará en València (Rialto, 21.00h) para recibir uno de los premios del Gremi de Llibrers por «su propuesta literaria combativa que subvierte el lenguaje y el statu quo». Recibe la metáfora de escritora radical con deportividad. «Escribo lo más claro posible». Explica que su narrativa «no pasa por un retorcimiento del lenguaje establecido, ni el de la retórica del poder institucional». Como la portada que eligió para su libro, una letanía donde de mayor a menor se lee «Ni amo / ni dios / ni marido / ni partido / ni fútbol». Explica que era una pintada que se hizo famosa en Granada durante su etapa universitaria y que Anagrama reprodujo con otro color, el rosa.

Àngels, Marga, Patri y Nati son las cuatro protagonistas de Lectura fácil, cuatro mentes averiadas pero con desinhibición propia. Ellas construyen un universo donde pasean demandas de esterilización por ninfomanía, discursos contra el machismo y el fascismo, desahucios, okupas y ateneos libertarios, todo intercalando distintos géneros, desde un fanzine anarquista a actas judiciales y whatsapps. Un mundo muy próximo a Cristina Morales (Granada, 1985), licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas y residente en Barcelona. Escritora, bailarina, sin internet en casa, abstemia de series y activista de Can Vives en el barrio de Sants, un centro okupado que sufrió un aparatoso incendio la madrugada del viernes pasado, horas antes de esta conversación. Su máxima preocupación ahora es conseguir fondos para volver a condicionar esa casa autogestionada. Para ello el fanzine que ocupa la parte central de Lectura fácil, el original con más páginas «también sirve para causas antirrepresivas, compañeros que están en procesos judiciales y para reconstrucción de nuestro espacio». Es igual de crítica con las políticas de la alcaldesa Ada Colau que con el procés, «partidistamente jerárquico, del mismo modo que la organización del ayuntamiento de Barcelona en Comú, de ferra disciplina de partido».

La traductora al español de Los errantes de Olga Tokarczuk, Agata Orzeszek, cuenta que si subes a un tranvía en Varsovia y ves a alguien leyendo un libro seguro que es de la recién Nobel de Literatura. Algo parecido sucede aquí, pues existe un alto porcentaje que sea de Cristina Morales. Ella sin embargo le resta importancia. «Ahora es cuando más texto escrito se produce, no solo a través de libros, también en mensajes». Huye al mismo tiempo de la teoría del boom de escritoras o de la literatura para mujeres. «Editorialmente es un hecho que el mercado de la literatura se dirige a un público femenino, pero quien decide que un libro es solo para mujeres es una estancia capitalista. Las mujeres leemos lo que nos da la gana».

Morales asegura que el proceso de escritura de Lectura fácil «consistía ser diáfana y aclararme. La primera que se ponía delante del espejo era yo, aunque las preocupaciones de una no son individuales». Niega una cierta carencia por personajes denostados. «Para la voz narradora y la ética de la novela, los denostados son los que ocupan las parcelas del poder de nuestro sistema asistencial, como podrían ser las trabajadoras sociales, las juezas, la policia...». Queda claro a lo largo de la historia que el sistema está fallando, y para ella eso es un logro, «sin embargo nunca había perseguido eso».

Pese a los premios, todavía no puede dedicarse a la escritura en exclusiva, ahora imparte más charlas y talleres literarios y sigue con la danza. Antes de Lectura fácil publicó Los combatientes (Caballo de Troya, 2015) sobre la gira de un grupo de teatro universitario y en Malas palabras (Lumen, 2015) se ponía en la piel de Santa Teresa de Jesús. «Santa Teresa no era nada mojigata. La novela está descatalogada y la recupera Anagrama la próxima primavera, pero ya no se llamará Malas Palabras sino Intruducción a Teresa de Jesús, con solo unas pequeñas correcciones. Lumen quería celebrar el quinto centenario del nacimiento de la santa y descubrí una Teresa que a mi no me habían contado en el instituto. Era una creadora renacentista de primer orden». Luego publicó Terroristas modernos (Candaya, 2017) donde relataba el intento frustrado de asesinar a Fernando VII en febrero de 1816.

Recientemente ha leído los ensayos de Hara Arendt, «pero sobre todo lo que más leo son fanzines que no se consiguen en las librerías». Esa es la proximidad de Cristina Morales con la lectura fácil y al lenguaje directo.

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