Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lecturas

La Venecia de Brunetti

La Venecia de Brunetti

La última novela de Donna Leon, la vigésima novena del ciclo Brunetti y la trigésima de su producción, me pareció la lectura ideal para iniciar el enclaustramiento del que comenzamos a salir poco a poco. Es cierto que es «una más» sobre el comisario de policía Guido Brunetti y que mantiene todas las características de las veintiocho novelas anteriores, pero, por la misma razón, no decepciona.

Con el agua al cuello prosigue con su ampliación de los problemas que sufre la Venecia actual y con datos sobre la infancia pobre y rural del comisario. Así mismo, nos permite seguir la vida diaria, normal y corriente, de la familia Brunetti -bueno, normal y corriente si exceptuamos la terraza con vistas al Gran Canal donde cenan ensaladas de rucola y queso gorgonzola.

Como quien no quiere la cosa, Brunetti nos va enganchando en dos casos que discurren paralelos en la comisaría: uno, insustancial, que es el que preocupa a las autoridades, que se mueven para solucionarlo, y otro que sólo preocupa a una viuda, quien consigue interesar al commissario y a otro par de policías. Poco a poco, van despejando las pistas falsas y clarificando el entramado, que demuestra que lo que parecía un accidente era, en realidad, un asesinato. Al tratarse de una novela policiaca hacer un spoiler sería un pecado capital, pero es cierto que en las novelas de Donna Leon importa más el sabor local y las andanzas venecianas de Brunetti que la propia intriga. El comisario está ahora a un puñado de años de su jubilación y acusa el paso del tiempo. Pero, sobre todo, desde la primera línea, acusa «el calor, calor, calor» de Venecia en verano, y el turismo excesivo. Es una queja continua de la novela: demasiados cruceros, demasiada gente, demasiada actividad para una ciudad embalsada: «Nunca había visto tantas barcas en el Canal. Con tantos turistas, hay que traer más cosas. O sacarlas de la ciudad. Y se hace todo por la mañana, así que se monta un caos? Hemos tardado casi media hora en llegar a Rialto».

La novela fue publicada al comienzo del estallido de la pandemia, por lo que no podemos menos que preguntarnos hoy, en pleno confinamiento por el coronavirus, qué pensaría Brunetti de una Venecia vacía de gente y de un Canal tan poco agitado que hasta se aclaró el agua, si bien no hay cisnes ni delfines. Como es propio de la literatura, el título resulta una buena vía de entrada al tema de la obra: «con el agua al cuello» tiene una representación literal en el asesinato, pero también habla del agobio de Brunetti y de los apuros en que se ven metidos algunos de los transgresores inmiscuidos en los dos casos policiales.

Paola, la esposa de Brunetti, profesora de Literatura Inglesa en la universidad y feminista declarada, siempre tiene una aparición más o menos breve en las novelas. Aquí, pone su grano de arena a través de su marido, quien, en el transcurso de una conversación, trae a colación el pensamiento de aquella: se habla de las aptitudes académicas de una sospechosa y un profesor la tacha de narcisista pues, aunque es lista y atenta y de memoria excelente, «le cuesta trabajar en grupo, al menos si ella no está al mando». Paola, pensó Brunetti, le preguntaría si hubiera dicho lo mismo si fuese un alumno y no una alumna.

Compartir el artículo

stats