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Análisis

La mafia como espectáculo

El concepto podría extenderse a toda corporación que impone sus normas por encima de criterios legales establecidos

La mafia como espectáculo

La mafia forma parte de la literatura de ficción, de la realista y del reportaje periodístico. Y naturalmente del cine y de las series televisivas. En el llamado nuevo periodismo norteamericano escritores como Gay Talese destacaron con sus relatos sobre los entresijos de una familia mafiosa de Nueva York. Su obra Honrarás a tu padre, de 1971, es un ejemplo de cómo se une la literatura de calidad con la realidad del crimen organizado. Él mismo, hijo de emigrantes italianos, vivió una temporada en Sicilia, inmerso en la vida de la familia en la que había nacido el jefe José Bonanno, secuestrado en 1964 por rivales y al que la policía neoyorkina dio por muerto. Un año después reapareció e inició una disputa sangrienta entre los distintos clanes mafiosos de la ciudad. La obra adquirió una dimensión de superventas, solo superada por El Padrino de Mario Puzo gracias a la saga que filmó Coppola, en la que hay mucho de ficción, aunque se inspira en hechos reales, en contraposición al libro de Talese que sostiene su relato en fuentes reales, con entrevistas e investigación. Pero el resultado literario es semejante porque ambas recrean el fenómeno para un público fascinado y atraído con las historias del hampa y sus negocios.

La cuestión abre el debate sobre si este tipo de literatura o reportaje no resulta, al final, una exaltación de unas organizaciones que no tienen reparos en utilizar la tortura, el chantaje, la extorsión, el rapto o el asesinato. Nos recreamos en ellos como si fuera un espectáculo, y conocemos todos los pormenores de sus figuras, al igual que la de los artistas de Hollywood o los grandes deportistas. La valoración de sus acciones pasa a un segundo plano. Es aceptar, en suma, que esos comportamientos forman parte de la condición humana como algo imposible de superar a pesar de los miles de detenciones efectuadas anualmente y de los arrepentidos que confiesan. Pero hay algo más: la fascinación por el mal ajeno que nos conduce a una satisfacción del inconsciente social. En tiempos no muy pasados la gente acudía a los ajusticiamientos públicos y se relamía viendo como ahorcaban, quemaban, fusilaban o guillotinaban. Todavía en 1893 una muchedumbre presenció, en Murcia, la ejecución por garrote vil de la envenenadora Josefa Gómez, y la prensa destacó que hubo disputas para «gozar del espectáculo». Las peripecias de los mafiosos sicilianos, napolitanos, calabreses o norteamericanos forman parte del acervo cultural colectivo. Sabemos más de Al Capone o de Lucky Luciano que de cualquier premio nobel de medicina. Y el término Mafia se ha extendido a toda gran organización creada con unas reglas rígidas de comportamiento, así la mafia japonesa, maltesa, rusa o china.

Sin embargo, se conocen menos los estudios sociológicos, económicos o históricos sobre sus actividades, aunque también existe una bibliografía abundante que se ha desarrollado a caballo entre el mundo académico y el periodístico. La Historia de la Mafia. El poder en la sombra (Barcelona, 2012) de Giuseppe Carlo Marino es un estudio documentado de cómo se ha desarrollado su poder en Sicilia para competir o controlar las instituciones e imponer su orden. Las relaciones y enfrentamientos entre terratenientes, aparceros y arrendatarios para estructurar la propiedad y el cultivo de la tierra en Sicilia, y después en otras partes del mezzogiorno italiano, configuraron las bases mafiosas que se extendieron a las ciudades y a la emigración italiana de EE. UU. Adoptaron sus estilos, pero diversificaron sus negocios a tenor de las nuevas realidades económicas, manteniendo sus relaciones con sus orígenes. Al igual que Maquiavelo extrajo de su paso por la política florentina del siglo XVI una categoría social del poder en El Príncipe, podría también intentarse extender el concepto de mafia a toda corporación que impone sus normas por encima de criterios legales establecidos. Y podemos plantear un contrafactual: ¿Por qué en el sur de España, con una estructura de la propiedad de la tierra semejante, no creció algo parecido? Se alega que la eficacia de la Guardia Civil fue decisiva.

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