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Viñetas raras

Otras miradas

Tres propuestas que buscan ahora la propia de los lectores y lectoras

Otras miradas

Todo lo que vemos es un constructo de la mirada humana, una interpretación de nuestra realidad circundante en la que el cerebro inventa colores, rellena huecos e incluso sustituye lo visto por recuerdos más congruentes, sean ciertos o flasos. Vivimos en nuestro particular Matrix, en una caverna platónica donde asumimos que nuestra mirada no solo es la realidad, es la única realidad. Pero esa mirada mutable y esquiva, pícaramente mentirosa, es precisamente la que cimenta la creatividad: ese impulso de salir de la línea escrita para tomar atajos, desbrozar monte y encontrar secretos. Tom Haugomat ejemplifica ese poder de la mirada en A través (Editorial Pipala), brillante reflexión sobre el paso del tiempo planteada como un enfrentamiento entre la realidad vivida y la realidad percibida, en un juego de espejos donde la página izquierda nos mostrará un fragmento de vida y la derecha qué estaba viendo el protagonista en ese momento. La viñeta se convierte en una ventana dentro de una ventana, permitiendo una voyeurística visita a las imágenes proyectadas en sombras dentro de la cueva de nuestro cerebro, creando un contraste único y perturbador. ¿Qué es la verdad? Lo paradójico es que esa mirada reflejada es precisamente la que nos recrea una Historia de la Humanidad a modo de puzzle, de trozos que van componiendo un mundo que reconocemos pero que realmente solo pertenecía al protagonista. El trabajo de Haugomat puede hundir sus raíces en Platón, pero muestra ecos de Chris Ware, Chester Brown o de Richard McGuire, así como influencias gráficas de autores como John McNaught, creando un discurso propio tan atractivo como de necesaria lectura y reflexión.

Miradas que cambian y que hacen evolucionar medios y géneros, como el brillante recorrido que Dan Slott, Mike Allred y Laura Allred hicieron en la serie Estela Plateada y que ahora la editorial Panini publica en un impresionante y completista formato Omnibus. Un personaje clásico que Stan Lee, Jack Kirby y John Buscema elevaron al panteón de la potencia cósmica inalcanzable, reescrito como una doble historia de amor: la de la joven Dawn Greenwood­ y Norrin Radd, una humana y un ser de infinito poder que comenzarán un largo viaje cósmico que será, también, un viaje por el universo Marvel, un trayecto de descubrimiento, de reencuentro con la sensación de la maravilla que entroncará por momentos con los cuentos infantiles a través del plateado personaje, reconvertido en un guía que verá ese universo desde una nueva mirada, ingenua y admirada. Los Allred y Slott juegan con referencias que entroncan los tebeos con toda la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX, sin renunciar a sorprendentes audacias narrativas. Sin duda, uno de las obras maestras del género de este nuevo siglo.

Un género que, sin duda, está necesitado de esas nuevas miradas, revitalizantes y refrescantes más allá de la apisonadora transmedia que lo ha lanzado a la conquista de la industria audiovisual. Un buen ejemplo sería Harley Quinn: Cristales Rotos, de Mariko Tamaki y Steve Pugh (Editorial Hidra), que reescribe el ahora famoso personaje cinematográfico interpretado por Margot Robbie en términos de crítica social, atreviéndose con la denuncia de los excesos capitalistas, la lucha de clases, la defensa de la diversidad sexual y racial, el ecologismo y la necesidad del empoderamiento de la mujer sin tener que olvidar el canon del género (impresionante el trabajo visual de un hiperrealista Pugh). Un tebeo juvenil que no renuncia a la inteligencia y al compromiso desde una mirada moderna, contemporánea, que no se somete a las exigencias de la gran pantalla ni a que una obra dirigida a un lector adolescente deba ser infantilizante y alienante.

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