Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿El cuerpo humano está bien diseñado?

Me iría mejor si tuviera dos brazos más, porque me faltan manos para las cosas que tengo que hacer. Sería el hombre pulpo.

Diseñar el último libro de recetas del Bulli. Eso es un reto.

Trabajar con Ferran Adrià fue una experiencia difícil pero gratificante. Luchamos con él, estuvimos a punto de dejarlo porque es muy metódico. Está encima de cada detalle, y durante cuatro meses vivimos las entrañas del Bulli. Hicimos una portada desplegable con todo el equipo, para humanizar su ciencia.

¿Crear impide creer?

Creo porque creo, para entender o pensar algo tengo que hacérmelo mío. Genero ideas constantemente, incluso durmiendo. Para un diseñador, el cerebro es un músculo que se ejercita.

¿Cuántos telediarios le quedan al libro como objeto?

Seguirá existiendo como una pieza revalorizada, porque la experiencia humana mejora cuantos más sentidos involucra, como el tacto o el olfato. Creo en la artesanía, en volver atrás con las herramientas del futuro.

¿Qué es un exceso de diseño?

Pasarse en la fórmula. Queremos decir demasiadas cosas, cuando lo más difícil es la simplicidad, contar la historia con un solo gesto. Todo está ya dicho, hemos de ser literales.

¿El premio Laus es tocar el cielo?

Nosotros trabajamos encapsulados, sin hacer difusión, y llega un premio que supone un reconocimiento del sector. No sabíamos que la gente nos miraba, no nos sentíamos espiados.

Estoy un poco aburrido del diseño de internet.

La aplicación de la velocidad ha provocado una polución de la información. En internet hay demasiados inputs, se mimetiza mucho y se crean plataformas calcadas de otras.

¿Qué se juega una empresa en su logotipo?

El logotipo es la sonrisa de las empresas, lo primero que ves de ellas. Es un acceso directo a su alma, y los empresarios son cada vez más sensibles a vestir sus compañías. Nosotros somos sastres de pequeños productos y de la empresa.

¿Diseño es decir siempre lo siento?

Si tu estudio se llama LoSiento, pasa algo cada vez que das una tarjeta. Empleé la expresión en su doble acepción. Me apasiona lo que hago pero, por si acaso no gusta lo que ofrecemos, tenemos la honradez de pedir disculpas. Decimos «lo siento» cada día, y eso también conecta con nuestra perspectiva de un trabajo cotidiano.

Y entonces le encargan la portada de un disco de Macaco.

Dani Carbonell tenía la idea del puerto, de los mensajes que van y vienen. Le dimos a la portada una textura mojada, agrietada, como la madera de los cascos de los barcos.

¿Cuál es la letra más elegante?

Un grafo que no existe en castellano, el ampersand —&—. También me gustan la Q y la a minúscula.

¿Y la más dictatorial?

Quizás la X.