El mundo de las letras llora la muerte de Francisco Pérez González, «Pancho», editor con más de medio siglo de experiencia a sus espaldas y grandes hitos en su carrera, que murió el sábado en Madrid a los 84 años. Pérez González, hombre afable de raíces cántabras, el eterno compañero de otro grande de la edición también desaparecido recientemente, Jesús Polanco, forjó un imperio hecho de libros y medios de comunicación. En la actualidad, era consejero de honor del grupo Prisa. Hoy su cadáver será incinerado y en próximos días se celebrará un funeral en Madrid.

Una anécdota revela su divertida, amable y aguda personalidad. Contaba Francisco Pérez que la clave del éxito de su alianza con Polanco estuvo siempre en cómo se distribuyeron las tareas: «El iba a trabajar por la tarde y yo por las mañanas. Tengo la teoría de que es temprano cuando la gente discute. Y la cosa funcionó». Polanco lo era todo para «Pancho»: «Mi líder, mi socio, mi amigo».

La sede de Prisa, donde quedó instalada la capilla ardiente, era el sábado un hervidero de personas que se acercaban para dar su último adiós a un editor querido y respetado a ambos lados del Atlántico. Y es que Pérez González, que estuvo detrás de la puesta en marcha de iniciativas editoriales como Taurus y Santillana, nació en Buenos Aires en 1926, en el seno de una familia que había emigrado desde Cabuérniga (Cantabria). A su región natal volvería unos años después, justo para sufrir, con apenas diez años, los embates y privaciones de la Guerra Civil. Desde entonces, ya se sentiría un cántabro más.

Fue quizá de aquella durísima experiencia bélica de la que sacó la fuerza para iniciarse rápidamente en los negocios. Cuando hace unos años la UIMP le concedió el título honoris causa, «Pancho» animó a los jóvenes a «leer mucho» y «ser emprendedores», para convertir las «adversidades en oportunidades». Porque eso fue básicamente Pérez González, un emprendedor que no se conformó con los estrechos márgenes del negocio familiar, la papelería Hispano Argentina, que terminó convirtiendo en una librería.

Todo a partir de una librería

Aquel comercio de venta de libros acabaría por ser uno de los faros de la cultura santanderina, donde era posible encontrar a autores denostados por el anterior régimen, desde Neruda al Alberti del exilio, eso sí, en la trastienda del negocio. Para obtener aquellos libros imposibles de encontrar en España, «Pancho» comenzó a hacer incursiones en Hispanoamérica, y llegaría a importarlos para otras librerías.

Cuando la UIMP inició sus cursos, «Pancho» plantó un puesto de venta de libros a la puerta del palacio de La Magdalena. En 1954 crearía la editorial Taurus, junto a Rafael Gutiérrez Girardot. Este negocio editorial llegaría a editar las obras completas de Ortega y Gasset, pese a sus modestos orígenes. Taurus se convertiría en un proyecto conocido sobre todo por difundir textos cristianos que rompían el uniformismo de la España franquista y que atraería a nombres de prestigio como José Luis López Aranguren, Pedro Laín Entralgo o Jesús Aguirre, que la dirigiría a partir de 1967, antes de casarse con la duquesa de Alba.

Sus horizontes editoriales se abrirían luego hacia la escuela de Frankfurt, Walter Benjamin, Savater o Calvo Serraller. Fiel a sus convicciones democráticas, desafió a las autoridades a finales de los sesenta al contratar al profesor Tierno Galván después de que hubiese sido expulsado de la Universidad por sus ideas socialistas.

En 1960 vendría otro encuentro trascendental, el que le llevó a unir sus pasos a Jesús de Polanco. Sobre el encuentro hay distintas versiones. Unos señalan que fue en un partido del Rácing de Santander. Otros, que en un almuerzo organizado por el distribuidor de libros Joaquín Oteiza. El caso es que ahí se inició algo más que una amistad. Casi una relación familiar. Junto a Polanco se incorporaría al proyecto Santillana, con la promoción de libros para la alfabetización de adultos en España, Argentina y Colombia.

Aparte de llegar a ser uno de los principales accionistas de Prisa, fue consejero, y luego consejero de honor de este grupo. También vicepresidente de Timón, la sociedad de negocios de Prisa. Y a lo largo de su dilatada carrera llegó a presidir las principales organizaciones de editores de España e Hispanoamérica.

Fue aquí donde invertiría mucho esfuerzo, en momentos a veces muy duros, adelantándose al posterior desembarco de las empresas españolas de finales de los ochenta y los noventa. En los últimos años creó la Fundación Barcenillas, a la que dotó de una de las mejores bibliotecas españolas sobre Latinoamérica, procedente de su colección particular. En 1983, fue el principal impulsor del Primer Salón Internacional del Libro Liber, y promovió la Feria del Libro de Buenos Aires.