La caja de los truenos de la privatización de las televisiones autonómicas se ha abierto. Radiotelevisió Valenciana (RTVV) está en el punto de mira por su situación económica, técnicamente de quiebra si fuera una empresa privada y no tuviera detrás el aval de la Generalitat. La ley lo impide, hoy por hoy, aunque algunas voces ven rendijas en al actual marco legal. En todo caso, aún adaptando las normas, una deuda de más de 1.200 millones de euros (así figura en los presupuestos de la Generalitat de 2011) supone un elemento disuasorio insuperable. E incluso en el supuesto de que el Consell asumiera el agujero y la entregara limpia, una empresa que ingresa 22 millones de publicidad al año, gasta 81 millones sólo en personal y se encuentra en caída libre de audiencia —ha perdido casi un 30% en 2010— se presenta como un caramelo muy poco apetecible.

Lo que dice la ley. Hasta 2010 primaba la ley del Tercer Canal (1983), más restrictiva. La actual (de la Comunicación Audiovisual) establece que «los entes que presten el servicio público de comunicación audiovisual y sus sociedades prestadoras no podrán ceder a terceros la producción y edición de los programas informativos y de aquellos que expresamente determinen los mandatos marco que para cada ente se aprueben» (artículo 40). Esto es, la privatización de los informativos queda vetada. A partir de ahí, se abre un margen para la opinión.

«Si alguien entiende que hay posibilidades de privatización podría utilizar esta ley como argumento», afirma Nacho Ángel, representante de CC OO en RTVV. Para Víctor Sánchez (UGT), la norma de 2010, sin ser perfecta, cierra las puertas incluso a una externalización masiva de espacios. «Volveríamos a ganar judicialmente ante un intento de privatización», asegura. Se refiere a los concursos convocados en la era Zaplana para traspasar al sector privado la edición de los informativos, el suministro de contenidos y la venta de publicidad en Canal 9, tumbados por distintas sedes judiciales: el Supremo rechazó el último recurso de RTVV en 2007.

Pero incluso si el líder del PP, Mariano Rajoy, vence en las elecciones de 2012 y cumple su amenaza de modificar la ley estatal actual para que las comunidades autónomas puedan privatizar sus televisiones, no sería suficiente, en opinión del miembro del consejo de administración de RTVV (por el PSPV) Miguel Mazón. Quedaría la compuerta de la ley de creación de la cadena valenciana, que dice que «la gestión de los servicios públicos de televisión y de radiodifusión será realizada por sendas empresas públicas en forma de sociedades anónimas».

El peso de la economía. La radiografía de la situación de RTVV es implacable. Un déficit anual de 212 millones de euros en el último ejercicio auditado (2009); una deuda acumulada que alcanza los 1.240 millones (¡de euros!), según los datos incluidos en los presupuestos de la Generalitat de 2011, y cuyo horizonte de amortización se extiende hasta 2030; unos gastos anuales en recursos humanos de 81,2 millones (entre personal de plantilla y de programas); una nómina de 1.800 empleados con un organigrama de más de 50 cargos, entre los que figura algún jefe de departamento que se dirige a sí mismo porque no hay nadie más; unos ingresos por publicidad de 22 millones; una tecnología que empieza a quedar anticuada; una deuda con el sector audiovisual de más de 22 millones que se remonta a 2009 y que continúa pendiente; proveedores (Eulen Seguridad) que piden cancelar el servicio ante el impago continuado; unos informativos desprestigiados cuya audiencia se desmorona (más de la mitad ha huido en cuatro años)… Tal es el negro panorama que dibujan las cifras. Disuasorio para cualquier sociedad interesada en Canal 9, por más que se encuentre la casa pagada y un personal ya formado.

Pero la realidad no ha sido siempre así. Hay responsables. Entre 1997 y 2003, la deuda creció en 420 millones (se multiplicó por nueve). Entre 2003 y 2010 —etapa del Gobierno de Francisco Camps—, ha aumentado en 760 millones.

El gasto que no cesa. RTVV tenía 800 trabajadores en 1995, año del cambio de gobierno en el Consell (se va el PSPV y entra el PP con Eduardo Zaplana al frente), y contaba 1.600 en 2003, año de llegada al poder de Francisco Camps. En esa primera etapa se creó Punt 2 (el actual NouDos), que sirvió para maquillar la ausencia del valenciano en Canal 9, despejar a los rostros conocidos del periodo socialista y abrir la puerta a nuevos profesionales.

RTVV gasta 1,4 millones en dietas y desplazamientos (es la cifra de 2009, demostradamente recortable porque el año anterior fue de 2,1 millones), 600.000 euros en pagar los alquileres de los locales del consejo de administración y la sede de Alicante, ha invertido en programas externos con periodistas de Madrid que no superaban el 2% de audiencia (caso Panorama d´actualitat o aquellos que presentó Carlos Dávila), se dejó 12 millones durante la visita del Papa a Valencia en 2006 (el destino de alguno de los cuales está en investigación judicial dentro del caso Gürtel) y acaba de dedicar 360.000 euros al diseño de una nueva plataforma multimedia para la que ha contratado algunos profesionales nuevos. Mientras, el director general del ente, José López Jaraba, admite en privado que hay empleados que rechazan reciclarse.

Al margen queda lo gastado en derechos televisivos de los equipos de fútbol valencianos de Primera División —de los del Valencia CF se desprendió en 2009—, en la transmisión de la Champions League o de la Fórmula 1 (el coste de esta última es aún un secreto). Son productos que sostienen la audiencia media y, por ello, frente a quienes consideran que una cadena autonómica no debería pujar por ellos, Jaraba y su equipo defienden que todo canal generalista ha de tener estos reclamos si no quiere caer en la marginalidad.

Futuro. Lo que tenga que pasar con RTVV no depende de Zapatero ni de Rajoy. Ni vale la excusa habitual de que el culpable está en Madrid ni hay que esperar de allí la decisión. La televisión autonómica es un servicio (póngase la denominación que se prefiera: gasto, capricho, derecho…) que los valencianos han querido darse; es un juguete de los valencianos, cuyo destrozo todos pagarán y no sólo aquellos que desde 1989 lo han roto.

La solución debe venir del Consell y de las Corts. Deberán determinar —difícilmente antes de las autonómicas de mayo— si lo de privatizar es un buen lema electoral pero poco útil si se quiere mantener un instrumento de comunicación —y propaganda— o si de una vez por todas se define lo que es la televisión como servicio público (información y difusión y promoción del valenciano, como mínimo, se supone) y se fija la cantidad que se está dispuesto a pagar por ello, aunque suponga una versión reducida y especializada del Canal 9 generalista actual.

La autonómica que más audiencia perdió en 2010 junto con ETB

Las audiencias no han tratado bien a las cadenas del grupo RTVV en 2010. Cierto que ha sido el año de la TDT, de la multiplicación de canales en el mando a distancia, pero también lo es que Canal 9 ha sido, junto con la televisión vasca (ETB), la autonómica que más cuota de pantalla ha perdido.

Lo dice el informe anual de la empresa Barlovento Comunicación a partir de los datos de Kantar Media (antigua Sofres). Canal 9 se dejó un 29% de audiencia el año pasado. De un 11,8% de cuota de pantalla en 2009 ha pasado a quedarse en una media del 8,4. Ello significa que desde 1995 ha perdido más de la mitad de la audiencia. Y eso que cuenta con el tirón de L´alqueria blanca, que le proporciona cifras que rondan el 20% cada domingo, y de que tiene también partidos de la Champions League de fútbol desde septiembre.

Por contra, los informativos, antiguo buque insignia de la casa de Burjassot, se han hundido. El del mediodía, con un 11,7 de cuota de pantalla en lo que va de temporada, es el menos visto entre todos los de la Forta (la federación de cadenas autonómicas).

Incluso ha empezado a ser superado por el informativo territorial de TVE (el conocido como Aitana). Empatan en la media de la temporada, pero si se observan los datos de los últimos días, la tendencia es que Aitana supere al todopoderoso en medios noticiario de Canal 9.

Un ejemplo: el pasado miércoles, la desconexión territorial informativa de TVE logró una audiencia media del 14,3%; por su parte, el «Notícies 9» obtuvo un 10%.

Caída general

Las audiencias se han despeñado en 2010 y, en especial, en las cadenas autonómicas. Los datos globales no son, sin embargo, tan negativos como los de RTVV. La pérdida general de todas las televisiones de la Forta ha sido de un 17%, mientras que Canal 9 ha perdido un 29%. La audiencia media de este grupo de emisoras se sitúa en el 11,3, frente al 8,4 de la valenciana. Para consuelo de algunos, ETB2 (la cadena en castellano de la televisión vasca) se dejó un 30%. En general, tan sólo TV3 e IB3 registraron incrementos de audiencia en el difícil año de la TDT. NouDos y Nou24 tampoco mejoraron resultados.

Las cosas no han empezado mejor en 2011 para Canal 9. Si cerró diciembre de 2010 con un 7,9 de cuota de pantalla, el primer mes del nuevo año lo ha concluido con un 7,6. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero es la mitad de la audiencia de la vecina TV3 en el mismo mes (14,2).