Por 25 euros, díganos nombres de participantes españoles en Eurovisión. Por ejemplo, Chikilicuatre.
«Chikilicuatre, Las Ketchup, Rosa de España, Karina, Julio Iglesias, la Poyeya, Sergio Dalma, David Civera, Massiel...».
Y ya pueden ir diciendo nombres que seguro que uno de los que no se les pasará por la cabeza ni por casualidad es el de Anabel Conde.
Por mucho que lo intente su legión de eurofans (donde, ahí sí, es todo un icono), la cantante de Fuengirola será siempre la gran desconocida del eurovisismo patrio. Y eso, pese a acabar en segunda posición en la edición de 1995 y firmar una de las mejores actuaciones que se recuerdan en la historia del certamen. Su sostenido del tramo final de la canción es un portento de facultades para un festival donde los gallos son tan habituales como los votos de Grecia a Chipre y viceversa. Hubo que esperar a Ruth Lorenzo, 19 años después, para paladear algo parecido.
La canción es tópica en mensaje y letra y no le planificaron unos movimientos especialmente afortunados para pelear con un micrófono de pie fijo: hay un momento en que ella sola se magrea, en otro se pelea con el tirante del camisón... pero está angelical (en aquel momento era un bomboncito de 19 años), sencilla (apenas lleva unas perlas en las orejas) y su directo es para guardar en videoteca. Si, si, aunque sea de Eurovisión.
No ganó y la verdad es que nunca estuvo en disposición de acercarse a Noruega, que se llevó la victoria con una canción New Age que tenía sólo 25 palabras. Pero han pasado veinte años y nadie a este lado de los Pirineos se le ha acercado ni por asomo a la fuengiroleña.
No ha sido justo el mundo de la música comercial con Anabel Conde, quien no consiguió ser una figura de la canción. Acabó siendo la voz de la Orquesta Alcatraz e intentó volver a Eurovisión en varias ocasiones: corista por Andorra, suplente de la representante polaca de 2006 y en su última intentona, Daniel Diges le cortó el paso.
Siempre quedará su «Vuelve conmigo».
Contempla el vídeo de la actuacion de Anabel Conde
