La semana de los debates nos devuelve la fe en una sociedad que desea estar informada en momentos cruciales. Afortunadamente, a pesar de estar medio ahogados por las 'fake news' que navegan a toda vela en el océano de las redes sociales, todavía se busca el análisis y la calidad de los medios, como demuestra el incremento de venta de los diarios en papel. Por su parte, la televisión reclama su posición como principal fuente informativa y se convierte en protagonista con la organización de los programas que pueden evaporar las dudas de los indecisos.

El impacto en el resultado que cuenta, las elecciones, es difícil de cuantificar pero la audiencia sí ha respondido, tanto a nivel autonómico como nacional. El debate del jueves en À Punt con los candidatos a la presidencia de la Generalitat duplicó la media de la cadena y las dos entregas consecutivas en RTVE y Atresmedia superaron las expectativas con 18 millones de espectadores entre los dos. Solo uno podía ser el ganador por lo imposible de un empate con tantos jugadores. En menos de seiscientas mil personas estuvo la diferencia a favor del grupo privado: el anunciado como el «debate decisivo» fue el más visto aunque no resultó el más periodístico, el más informativo y crítico, como pretendían en las 'promos', menospreciando de antemano el formato de la pública por académico y encorsetado en los tiempos. La mayor flexibilidad solo dio pie a un debate más televisivo, es decir, más volcado en el espectáculo, columna vertebral del medio. El conflicto, las impertinencias, las interrupciones y los golpes de efecto dejaron ver a los candidatos mucho más que a sus propuestas, lo que resulta también muy revelador.

Nunca sabremos que habría pasado si Telecinco se hubiera atrevido a boicotear los debates adelantando un par de días el estreno de 'Supervivientes'. Ver a Isabel Pantoja lanzándose el martes desde un helicóptero a las aguas caribeñas habría provocado un eclipse político parcial, pero la cadena no entró al trapo en su pelea diaria y no se inmiscuyó. Hubiera podido costarle caro: arrasar menos de lo esperado con su gallina de los huevos de oro y, sobre todo, lidiar con las recriminaciones por sabotear un contenido de interés público, el que escasea en Mediaset tras liquidar los informativos en Cuatro con su estrategia de más realities, más entretenimiento. Al menos hoy ofrece un especial al cierre de los colegios electorales, un programa que vuelve a evidenciar quién es quién en el corazoncito de Vasile. Vuelve Javier Ruiz, pero como un tertuliano más en una mesa conducida por Pedro Piqueras, Carme Chaparro y Sonsoles Ónega, que disfrutará de una jornada sin compartir plató con Alba Carrillo y compañía. Lo tendrá difícil compitiendo con lo mismo en el resto de cadenas y el «más periodismo» de Ferreras. Pero qué importa ceder un día cuando es imposible vencer. Mañana Ana Rosa Quintana liderará su franja matinal y seguirá desarrollándose la historia más grande jamás contada en bañador en una isla de Honduras. Definitivamente, mañana será otro día.