Más de un millón de personas revivimos los noventa sintonizando el capítulo de este miércoles de la segunda temporada de «Lazos de Sangre» en La 1. Aunque se titulaba «La Saga Obregón», la única famosa es la conocida como Anita La Fantástica. Se vieron fotos antiguas, se habló de sus hermanos y sus padres, pero las más cercanas a la familia que participaron fueron Paloma Lago como ex cuñada y Susana Uribarri, que pudo haber sido esa cuñada, se convirtió en su representante y con la que compartió novio, un modelo llamado Darek que llegó a entrar en GH VIP, al que ni se mencionó.

El resto de voces fueron periodistas como Nieves Herrero, a la que se echó en falta en el documental sobre el crimen de Alcàsser de Netflix, mucho más comprometido; clásicos de la crónica rosa José de Santiago, Rosa Villacastín y Antonio Montero; amigos y compañeros de trabajo como Francis Montesinos, Antonio Resines, Josema Yuste o Ramón García.

El relato de la vida de la que tantísimas portadas de revistas del corazón ha llenado y casi todos conocemos sin querer, tenía su pico de impacto emocional en la reciente enfermedad de su hijo, recuperado de un cáncer, y en su soledad durante el tratamiento, pensando en la ausencia del padre del joven. Hasta quería abrazar al portero. El drama dio paso a las risas, sus amores, estratégicamente seleccionados sin contrastar, al estilo de cuento de hadas moderno sin boda de «Corazón». Fernando Martín, al que recuerda casi cada día, fue el amor de su vida. Con el triángulo Ana, Lecquio y la esposa despechada llegó la carcajada, sobre todo al recordar cuando, jugando al más morbo todavía, en su «¿Qué apostamos?» la sustituyeron por Antonia Dell'Atte y la audiencia bajó en picado.

Lo más interesante televisivamente hablando fue el repaso por aquellos programas que presentaba, las series en las que participó como «Hostal Royal Manzanares» con Lina Morgan y «A las once en casa», más la que creó para su lucimiento: «Ana y los siete», aquella versión a su medida de «Sonrisas y Lágrimas» que batía récords de espectadores. Eran otros tiempos, todavía los niños y adolescentes se sentaban ante la televisión en familia.

El realizador de RTVE Fernando Navarrete supo en cuanto la vio que no era una chica como las demás en los ensayos de la gala de fin de año de 1984 para la que la recomendó Giorgio Aresu, el marido de su hermana Amelia: era un animal televisivo. A partir de ahí entró a formar parte de la historia televisiva y sentimental de nuestro país, nos guste más o menos y sigue dando juego.