Hace un par de semanas leía en la red del pajarito azul que se había demostrado científicamente que la exposición al entretenimiento de Mediaset propició el voto para el populismo de Berlusconi, primero, y de Grillo, después, a través del empobrecimiento del desarrollo cognitivo de los italianos. Aunque el grupo mediático no promocionó nunca al Movimiento Cinco Estrellas como al magnate, los efectos nocivos de la televisión de Il Cavaliere fueron devastadores y convirtieron a sus espectadores en víctimas indefensas para siempre de cualquier populista. La revista The Atlantic extraía las conclusiones de un artículo científico publicado en la prestigiosa American Economic Review que puede descargarse de la revista.

En el estudio analizan el comportamiento electoral de los italianos en relación a la exposición a la televisión de Berlusconi, no con estudios de audiencias, encuestas o grupos de discusión que pudieran ofrecer información sobre el consumo televisivo, ni con una aproximación desde la psicología social o incluso la neurología, dados los daños cerebrales, sino por la existencia misma de la señal cual nube tóxica invisible.

El autor de la reseña en The Atlantic concluía que posiblemente otros científicos refutarán esas conclusiones añadiendo con ironía que solo alguien con un cerebro hecho papilla al ver demasiada televisión aceptaría sin más un argumento que se ajusta tan perfectamente a las creencias de las élites intelectuales.

Con cierta prevención pues, me dispuse el martes a ver «¡Toma Salami!», que parece pensado para el papel: «Un espacio nostálgico dedicado a rememorar grandes momentos televisivos de Telecinco que han marcado la vida y la cultura de los espectadores». Dentro de un espantoso recuadro verde fosforescente, desfilan imágenes, acopladas entre escenas de «Aída», del «¡Qué Me Dices!», de Emma García en «A tu lado», Ana Rosa Quintana en 2008 igual que ahora - quién sabe si desayuna lo mismo que Jordi Hurtado- con Màxim Huerta - al que no deben gustarle esos cereales mágicos de la eterna juventud. Las diferencias de factura y guion cantan como Manolo Escobar en «Goles son amores», dejando aparte el tipo de programas. Ese marco verde...

Viéndolo es más fácil creer en las conclusiones del artículo y con unas cuantas extrapolaciones más, qué tienen los italianos que no tengamos nosotros. El miércoles una web televisiva española hacía su aportación apocalíptica: «Un estudio advierte de que Mediaset hace a los niños menos inteligentes en Italia». Estamos perdidos.