Para alguien que vio las primeras temporadas en Antena 3, ha sido fácil ser una de los millones de espectadores que se zamparon todos los nuevos capítulos en la semana de estreno en Netflix. Si no lo son, tengan en cuenta que viene algún spoiler. Como cabía esperar, en el final de este primer acto del segundo atraco imposible en la capital de España, quedamos atrapados en la tragedia. Cual Brad Pitt en «Seven», la ira invade al Profesor manipulado por la inspectora Alicia Sierra, una Najwa Nimri especializada en dar vida a mujeres más que maquiavélicas después de «Vis a Vis».

La encargada de torturar a Río con deleite (Miguel Herrán) no solo descoloca al hasta ahora impasible cerebro de la banda, con su habilidad para dar donde más duele, conduce a Nairobi (Alba Flores) hacia una ventana para ver a su hijo. Un imán irresistible para una madre, una trampa para la joven que, en aras del drama, no lleva chaleco antibalas.

La sangre desparramada de Nairobi y el dolor en la mente del Profesor les arrastran a su gran error: defenderse hiriendo o matando a varios policías. Esta acción desesperada silencia de inmediato los gritos de apoyo de los cientos de indignados que les corean en la calle. Lo que quería la malísima Sierra. Y aquí radica una de las gracias de la serie, ese punto antisistema que no solo convierte a las fuerzas de seguridad en los malos, visto desde que el mundo de la delincuencia es cine, sino que juega contra el «establishment», en plan «V de Vendetta» descafeinada. La máscara del famoso - en Inglaterra- Guy Fawkes se convierte así en la de Salvador Dalí, en un relato en el que la estética deja más huella que esos secretos de Estado escondidos en las cámaras de seguridad.

Nominada a mejor serie de ficción por nuestra Academia de TV, acierta con los nuevos 'polis' y resucitando en flashbacks a uno de los grandes de la primera temporada, Berlín (Pedro Alonso), que deja su puesto en vida a Palermo (el argentino Rodrigo de la Serna), un cínico que disfruta de los mejores diálogos con Nairobi, a la que se echará mucho de menos si no sobrevive. No tan necesario es seguir aguantando al personaje de Arturito (Enrique Arce), que acaba de rehén de forma inaudita en la que tendría que haberse llamado 'La Cueva del Oro'.

El enganche con el producto ha llevado a mantener en español un título no pensado para durar. En inglés la convirtieron en el frío «Money Heist» y, quién sabe si este detalle influye, en Estados Unidos no ha triunfado. Pero no se puede gustar a todos. Menos mal que se decidieron por nombres de ciudades para los atracadores en vez de planetas. Se les iban a acabar los pronunciables con el recambio de caídos de temporada a temporada.