El propulsor de un cohete espacial que pesa 4 toneladas se estrellará contra la cara oculta de Luna el 4 de marzo: creará un cráter que podrá ser analizado para conocer mejor lo que se encuentra bajo la superficie de nuestro planeta.

El propulsor de un cohete espacial que pesa cuatro toneladas se estrellará contra la cara oculta de la Luna el próximo 4 de marzo, ha descubierto el astrónomo Bill Gray del proyecto Pluto, que genera un software capaz de calcular la trayectoria de asteroides y otros objetos en el espacio.

El propulsor es una pieza abandonada del viejo cohete SpaceX Falcon 9, lanzado al espacio en febrero de 2015 para poner en órbita un satélite de la NASA llamado Deep Space Climate Observatory (DSCOVR), que actualmente está a 1.500.000 kilómetros de la Tierra vigilando al Sol.

Desde 2015, la segunda etapa de este cohete, o propulsor, ha estado flotando en una órbita caótica, aunque casualmente pasó cerca de la Luna el pasado 5 de enero y entonces se alteró su órbita.

Poderoso impacto

Este cambio orbital fortuito es que lo llevará a estrellarse finalmente contra nuestro satélite a una velocidad de más de 9.000 kilómetros por hora.

El diagnóstico de Gray ha sido ratificado por una red de astrónomos aficionados, si bien la hora exacta y el lugar del impacto pueden variar ligeramente con respecto a su pronóstico inicial, establecido a las 1:25:58 a. m. AEDT (alrededor de las 15,25 horas en España).

De lo que no cabe duda es de que habrá una colisión en la Luna ese día, si bien no será visible desde la Tierra en tiempo real porque tendrá lugar en la parte de nuestro satélite que no es observable desde la Tierra (porque la Luna nos presenta siempre la misma cara).

Sin riesgo para la Tierra

Sin embargo, el impacto dejará un cráter que los científicos podrán observar posteriormente con naves espaciales y satélites. Será la única consecuencia apreciable de este episodio.

Los temores de que este impacto tenga otras consecuencias son infundados, ya que la Luna es una roca muerta acostumbrada a recoger objetos que le hemos enviado en el pasado, destacan los investigadores.

Durante las misiones Apolo, que se iniciaron en 1960 y terminaron en 1972, varios restos de cohetes se estrellaron contra la Luna y fueron aprovechados para explorar nuestro satélite.

Lo mismo puede pasar con el propulsor del Falcon 9, que puede proporcionar información sobre lo que se encuentra debajo de la superficie lunar.

Gray asegura a The Verge que, tanto el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA como la nave espacial Chandrayaan-2 de la India, ambas en órbita alrededor de la Luna, están interesadas en observar el cráter que provocará el propulsor del Falcon 9.

Basura espacial de altura

El único problema que plantea este episodio es de otra naturaleza: pone en evidencia la necesidad de mejorar los protocolos para la gestión de la basura espacial, incluidas las piezas que quedan en órbitas muy altas.

Ya hay un serio problema por los desechos espaciales que quedan en órbitas más bajas, porque amenazan a los satélites e incluso a la Estación Espacial Internacional.

El episodio de marzo en la Luna plantea que hay que gestionar también las fases de los cohetes que se envían a órbitas extremadamente altas, como pasó con el Falcon 9.

Otro ejemplo de este riesgo lo constituye el reciente lanzamiento del telescopio espacial James Webb, llevado a cabo con un cohete Ariane 5, que ha dejado algunos restos en el espacio orbitando el Sol, advierte Gray.

Peligro de vuelta

El problema de estas piezas abandonadas en órbitas muy altas es que pueden convertirse en una relativa amenaza para nuestro planeta.

Si por casualidad vuelven, pueden sobrevivir al reingreso en la atmósfera y estrellarse contra la superficie terrestre, advierte Gray, aunque reconoce que esta eventualidad no representa ningún peligro por el momento.