Una colosal llamarada solar impactó con fuerza en el espacio hace pocos días: aunque en este caso no alcanzó a la Tierra por registrarse en el otro lado del Sol, podría presagiar futuras tormentas geomagnéticas que impacten en nuestro planeta cuando la región solar activa gire hacia nosotros.

Este 15 de febrero, el Sol hizo erupción con una gran explosión, lanzando partículas solares a millones de kilómetros en el espacio, de acuerdo a lo detectado por la nave espacial Solar Orbiter de la ESA y la NASA. Según los astrónomos, se trató de la mayor erupción de prominencia solar jamás observada en una única imagen: una prominencia solar consiste en bucles de plasma de color rojo brillante, estructurados por líneas de campo magnético enredadas que se generan por la dínamo interna del Sol. 

La dínamo solar es básicamente un mecanismo físico que produce el campo magnético del Sol. En otras palabras, funciona como un generador eléctrico de origen natural ubicado en el interior del astro rey, activando intensas corrientes eléctricas y un campo magnético. Se sabe que este proceso sigue determinadas leyes y que hace posible convertir la energía cinética en energía electromagnética, pero los detalles del mismo y su relación con la actividad solar aún no han sido dilucidados por completo por los científicos, siendo el centro de diferentes investigaciones.

Video: explicación sobre los eventos y la actividad solar. Créditos: NASA Goddard / YouTube.

Actividad solar en aumento

Aunque esta erupción en particular no afectó a nuestro planeta porque ocurrió en el lado opuesto del Sol a la Tierra, los científicos de la ESA y la NASA predicen que es posible que haya tormentas geomagnéticas en los próximos días, según un artículo publicado en Universe Today. Esto se debe a que la región activa del Sol responsable de la explosión anterior está girando hacia nosotros.

Una tormenta geomagnética es una perturbación temporal de la magnetósfera terrestre, que puede estar causada por una onda de choque de viento solar o por una eyección de masa coronal, las cuales interactúan con el campo magnético terrestre y son capaces de provocar la interrupción de las redes eléctricas y de comunicación, entre otras consecuencias

De acuerdo a una nota de prensa de la ESA, la gran eyección de masa coronal fue captada gracias al instrumento denominado Full Sun Imager (FSI) del Extreme Ultraviolet Imager (EUI), instalado en la nave Solar Orbiter. El FSI está especialmente diseñado para observar el disco solar completo, incluso durante los pasajes cercanos el Sol del satélite científico de observación solar. Esto hizo posible que registrara la enorme erupción, aunque la misma impactó en el lado opuesto a la Tierra.

La necesidad de un monitoreo permanente

El evento del 15 de febrero parece ser una muestra concreta de un aumento en la actividad solar que se ha producido en los últimos meses, y que obliga a los científicos a estar más alertas en cuanto a las variaciones en el clima espacial. Incluso otras misiones espaciales también pudieron observar la violenta erupción, incluida la nave espacial SOHO (Solar and Heliospheric Observatory), que fue lanzada en 1995 por la ESA y la NASA.

Para la agencia espacial europea, aunque el evento no envió una explosión de partículas mortales hacia la Tierra, es un recordatorio importante de la naturaleza impredecible del Sol y de la importancia de comprender y monitorear en forma permanente su comportamiento. En ese sentido, la futura misión de clima espacial especializada de la ESA, denominada Vigil, proporcionará vistas únicas de esta clase de eventos y permitirá proteger mejor a nuestro planeta de la súbita ira del Sol.