En 2020, un equipo de astrónomos informó que a solo 1.000 años luz de distancia de la Tierra, en el sistema HR 6819, se encontraba el agujero negro más cercano a nosotros. Ahora, una nueva investigación parece haber comprobado que en realidad no existe ningún agujero negro en esa zona del cosmos. El estudio previo estaría equivocado, ya que en esa región solo encontraron un sistema de dos estrellas.

Una nueva investigación realizada por científicos del Observatorio Europeo Austral (ESO), que utilizó datos del Very Large Telescope (VLT) y otros avanzados instrumentos, ha revelado que HR 6819, que anteriormente se creía que era un sistema triple con un agujero negro considerado como el más cercano a la Tierra, es realmente un sistema de dos estrellas sin agujero negro. 

Las características observadas, que se contraponen a lo indicado por un estudio previo, pudieron confirmarse y analizarse cuando una de las estrellas succionó la atmósfera de su compañera, en un fenómeno denominado "vampirismo estelar". Según una nota de prensa, el comportamiento anómalo del sistema y la rápida interacción entre las estrellas que lo componen podría haber causado el error de interpretación en torno a la presencia de un agujero negro.

Dos escenarios posibles

Anteriormente, una investigación también desarrollada por científicos de ESO en 2020 y liderada por el investigador Thomas Rivinius había utilizado datos del telescopio MPG/ESO para concluir que HR 6819 era un sistema triple, con una estrella orbitando un agujero negro cada 40 días y una segunda estrella que seguía una órbita mucho más amplia. De esta manera, ese supuesto agujero negro se convertía en el más cercano a nuestro planeta, ya que el sistema en cuestión se ubica a 1.000 años luz de distancia de la Tierra.

Sin embargo, un tercer estudio dirigido por la científica Julia Bodensteiner ya había planteado dudas al respecto: postuló que HR 6819 también podría ser un sistema con solo dos estrellas en una órbita de 40 días, sin ningún agujero negro. Para que esta hipótesis pudiera confirmarse, era necesario verificar que una de las estrellas había sido "despojada", o sea que había perdido una gran parte de su masa a expensas de su compañera.

Comprobando el “crimen”

Ahora, el nuevo estudio liderado por la especialista Abigail Frost y publicado recientemente en la revista Astronomy & Astrophysics parece haber encontrado las pruebas de ese “despojo”, al observar cómo una de las estrellas desprendió la atmósfera de su compañera por efecto de la atracción gravitacional y de las órbitas que describen, pero sin que ningún agujero negro se interponga en la actividad del dúo estelar.

Los científicos explicaron que al llegar al límite de los datos existentes, fue necesario recurrir a una estrategia de observación diferente, para decidir entre los dos escenarios propuestos por las investigaciones previas. Sin embargo, no solo confirmaron el fenómeno de “vampirismo estelar”, sino que además observaron que en el momento en que la estrella donante fue despojada de parte de su material, la estrella receptora comenzó a girar más rápidamente.

Este extraño comportamiento podría haber condicionado la interpretación anterior sobre la presencia de un agujero negro, pero para eso sería necesario que las dos estrellas del sistema estuvieran separadas por una gran distancia. Por el contrario, los astrónomos verificaron a través de datos obtenidos con el Very Large Telescope Interferometer (VLTI) que las dos fuentes brillantes estaban separadas por solo un tercio de la distancia entre la Tierra y el Sol

Referencia

HR 6819 is a binary system with no black hole: Revisiting the source with infrared interferometry and optical integral field spectroscopy. A. J. Frost et al. Astronomy & Astrophysics (2022). DOI:https://doi.org/10.1051/0004-6361/202143004