El aislamiento científico de Rusia no solo compromete el futuro de la Estación Espacial Internacional, sino también a las comunicaciones por satélite o el control de la basura espacial. Las consecuencias de la guerra en cuanto a la investigación y la infraestructura espacial aún no pueden vislumbrarse en su totalidad, y podrían ser más peligrosas si el conflicto se extiende e intensifica.

El peso de Rusia en la infraestructura espacial es evidente: si este país decidiera dejar de colaborar con las naciones occidentales en el espacio, debido a su apoyo a Ucrania, podría generar un verdadero caos. Además de la paralización de la Estación Espacial Internacional, otras consecuencias trascendentes serían la caída de las comunicaciones por satélite, el incremento de la basura espacial o el retiro de Roscosmos, la agencia espacial rusa, de los proyectos conjuntos con la Agencia Espacial Europea (ESA), entre otras.

Luego de casi treinta años de estrecha colaboración entre Rusia y las potencias occidentales en el espacio, que hicieron posible diferentes avances tecnológicos y marcaron el progreso de la investigación espacial, la guerra en Ucrania ha interrumpido la cooperación este-oeste en el espacio y ha puesto en riesgo el futuro de diferentes proyectos de envergadura.

¿Corre un riesgo real la Estación Espacial Internacional?

Según un artículo publicado en The Conversation, la Estación Espacial Internacional (ISS) podría salirse de órbita si Rusia retira su apoyo. Las naves de carga Progress de Rusia proporcionan el empuje para corregir la órbita de la ISS, pero sin ellas la estación caería en la atmósfera de la Tierra: la mayor parte se quemaría, aunque algunos sectores podrían sobrevivir y precipitarse sobre personas o edificios en nuestro planeta. 

Aunque esto es extremadamente improbable, teniendo en cuenta principalmente la presencia rusa en la tripulación de la Estación Espacial Internacional, no puede descartarse si el conflicto se agudiza o las sanciones globales a Rusia se vuelven más duras. Frente a esto, la empresa SpaceX afirmó que podría hacer frente a la tarea desarrollada por las naves rusas en la ISS, evitando su colapso.

Satélites y basura espacial

En otro orden, Rusia se ha negado a lanzar satélites para los países occidentales e incluso hace unos meses destruyó en órbita uno de sus propios satélites inutilizados, creando nuevos problemas en torno a la basura espacial. En concreto, se niega a lanzar un lote de 36 satélites OneWeb, que están diseñados para brindar servicios de Internet de banda ancha por satélite en todo el mundo. ¿Qué pasaría si la guerra toma un cariz más extremo? ¿Pueden estar en riesgo las comunicaciones internacionales o existen empresas privadas y otros estados capaces de encargarse de estas tareas?

Otro escenario aún más complejo, en caso de una agudización del conflicto bélico, lo marcaría el uso de armas cinéticas, dedicadas a destruir satélites chocando contra ellos a altas velocidades. Quizás parece exagerado su empleo en este momento, pero en una escalada de las tensiones todo puede ser posible. Incluso Rusia probó recientemente estas herramientas, que podrían crear más basura espacial a partir de los satélites y otras sondas eliminadas en el espacio, las cuales además podrían caer sobre la Tierra. 

Colaboraciones detenidas

De acuerdo a un artículo publicado en Science Business, muchos proyectos conjuntos entre Roscosmos y la ESA se han paralizado por la guerra. La misión ExoMars, destinada a la búsqueda de alguna forma de vida en Marte, es uno de ellos y ya se ha retrasado debido al conflicto en Ucrania. Recientemente, Alemania también apagó su telescopio eROSITA, que forma parte del observatorio espacial Spektr-RG, desarrollado en conjunto con la agencia espacial rusa. 

En otro sentido, las sanciones económicas que han impuesto la Unión Europea y Estados Unidos, prohibieron la exportación a Rusia de todo tipo de sistemas de comunicación, electrónica o semiconductores, así como componentes de aviación y de infraestructura espacial. En consecuencia, las relaciones entre la agencia espacial rusa y sus socios a nivel global se han visto notoriamente deterioradas. 

Resulta complejo apreciar cómo se resolverá esta crisis de colaboración entre Rusia y Occidente en el ámbito espacial: aunque hoy lo más urgente es terminar con el horror de la guerra, también las décadas de esfuerzo internacional destinadas a obtener notables avances en la exploración espacial corren el riesgo de tirarse por la borda.