Un equipo de astrónomas ha descubierto a 440 años luz de la Tierra un disco planetario, en el que pueden estar formándose otros mundos como la Tierra, que contiene unas moléculas precursoras de la vida. El descubrimiento sugiere que ese proceso cósmico forma parte de la génesis planetaria.

Usando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un observatorio de ondas milimétricas en el norte de Chile, un equipo de astrónomas ha detectado la molécula más grande jamás encontrada en un disco de formación de planetas.

Se trata de metoximetano (también llamado éter dimetílico), una molécula de nueve átomos que se considera precursora de moléculas orgánicas aún más grandes, de las cuales podría surgir potencialmente la vida.

Comprender la formación y evolución de las moléculas prebióticas dentro de los discos protoplanetarios puede ayudar a comprender mejor cómo se originó la vida en nuestro propio sistema solar.

Por eso los científicos están tan interesados ​​en esta química lejana: quieren comprender cómo este material esencial para la vida se incorpora a los planetas en el momento de su formación, lo que, al mismo tiempo, podría dar una mejor idea del potencial de vida en otros sistemas planetarios.

A 440 años luz de la Tierra

El disco protoplanetario analizado en esta investigación rodea a Oph-IRS 48, una estrella joven ubicada a unos 440 años luz de la Tierra, en la constelación de Ofiuco.

En 2013, otros astrónomos descubrieron una región particular en la parte sur del disco, en la que los granos de polvo de tamaño milimétrico quedaron atrapados y se agruparon para formar objetos mucho más grandes, como cometas, asteroides e incluso potencialmente estrellas y planetas.

Esta "trampa de polvo", perfectamente localizada, lo convierte en el disco protoplanetario más asimétrico detectado hasta la fecha. Observaciones recientes de esta área han identificado varias moléculas orgánicas en su interior.

El disco 48 del IRS ha sido objeto interesantes investigaciones en el pasado: una de ellas descubrió que existía un vínculo directo entre la trampa de polvo y las moléculas orgánicas complejas.

La nueva investigación ha confirmado la presencia de una de estas moléculas y sus autores creen que muchas otras moléculas orgánicas complejas, como el metoximetano, aparecen también en las nubes de formación de estrellas, incluso antes de su nacimiento, aunque este extremo no se ha confirmado todavía.

Origen de las moléculas complejas

En estos ambientes particularmente fríos, los átomos y moléculas simples, como el monóxido de carbono (CO), se adhieren a los granos de polvo. Luego, el conjunto acaba formando una capa de hielo en la que se producen diversas reacciones químicas, dando lugar a moléculas más complejas.

Los investigadores han descubierto recientemente que la trampa de polvo del disco de Oph-IRS 48 es también un enorme reservorio de granos de hielo en el plano medio del disco, una "trampa de hielo" que contiene moléculas orgánicas complejas en fase gaseosa.

Este descubrimiento sugiere que otras moléculas complejas típicamente detectadas en las nubes de formación de estrellas, también pueden encontrarse potencialmente dentro de los discos protoplanetarios, atrapadas en el hielo. Estas moléculas complejas son las precursoras de moléculas esenciales para la vida, como los azúcares y los aminoácidos.

Más descubrimientos

El equipo también informa de la primera detección de óxido nítrico (NO) en el disco, así como dióxido de azufre. Sin duda, las observaciones futuras permitirán descubrir aún otras especies moleculares.

Las investigadoras confían en que, a partir de este descubrimiento, nuevas observaciones permitan comprender mejor el origen de estas moléculas prebióticas presentes en el sistema solar.

Gracias al Extremely Large Telescope (ELT) de ESO, que entrará en funcionamiento a finales de esta década, el equipo podrá estudiar con mayor precisión la química de las regiones más internas del disco, donde pueden estar formándose planetas como la Tierra.

Referencia

A major asymmetric ice trap in a planet-forming disk. III. First detection of dimethyl ether. Nashanty G. C. Brunken et al. A&A, Volume 659, March 2022, Article Number A29. DOI:https://doi.org/10.1051/0004-6361/20214298