El anuncio de la suspensión de ExoMars y de las actividades de cooperación entre la ESA y Roscosmos es solamente la punta del iceberg de las profundas consecuencias negativas que puede traer esta decisión para la exploración espacial: los esfuerzos de décadas de investigación podrían tirarse por la borda si la guerra en Ucrania sigue su curso y el conflicto no se resuelve.

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha anunciado la paralización del proyecto ExoMars, que desarrolla en conjunto con su par rusa, Roscosmos, junto al congelamiento de todo tipo de cooperación entre ambas. De esta forma, el lanzamiento del rover Rosalind Franklin con destino a Marte, que estaba previsto para septiembre de este año, se ha pospuesto por tercera vez. No es un dato aislado: la invasión a Ucrania podría poner en jaque la exploración ruso-europea en Marte y la Luna y paralizar los avances científicos sobre el conocimiento del Sistema Solar

En un comunicado, la ESA confirmó sus decisiones en base al respeto de los valores europeos que la sostienen, aunque al mismo tiempo reconoció los problemas que el cese de las colaboraciones con Roscosmos puede crear en gran parte de sus proyectos e iniciativas. En concreto, la suspensión de ExoMars complicará fuertemente el progreso de muchos programas científicos en Europa y en todo el planeta, que confiaban en los datos que obtendría esta misión sobre Marte.

Marte deberá esperar

ExoMars (Exobiology on Mars) es una misión pensada para obtener signos de vida pasada o actual en el planeta rojo. Una primera etapa se concretó con el lanzamiento, el 14 de marzo de 2016, del ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) y un módulo de aterrizaje llamado Schiaparelli EDM. Su propósito es cartografiar las fuentes de metano atmosférico y otros gases en Marte, obteniendo precisiones sobre su relación con una posible actividad biológica.

Sin embargo, estos estudios previos necesitan complementarse con la investigación en el terreno, para lo cual se preveía el lanzamiento en este año de un rover o explorador especialmente diseñado con ese fin. El primer rover marciano de Rusia y Europa, llamado Rosalind Franklin, está equipado con un taladro que intentará detectar cualquier señal de vida orgánica enterrada en las profundidades de la superficie marciana. Con un lanzamiento original planificado para 2018, la guerra en Ucrania marca su tercera postergación.

De acuerdo a un artículo publicado en la revista Nature, cada retraso conlleva costos cada vez mayores relacionados con la misión y deja en ascuas a una gran cantidad de investigadores: el avance de sus proyectos o la comprobación de sus hipótesis van de la mano con los datos que obtendría el rover en Marte. Aunque se cree que una próxima fecha de lanzamiento podría fijarse para noviembre de 2024, al mismo tiempo otras fuentes sostienen que una escalada del conflicto en Ucrania podría directamente terminar para siempre con la misión.

Al parecer, la complejidad sin precedentes en términos de interfaces que presenta ExoMars hacen muy difícil reemplazar la nave de lanzamiento y el módulo de aterrizaje aportados por Rusia. Adaptar al rover de fabricación europea para utilizar un dispositivo de aterrizaje de la NASA, por ejemplo, llevaría más de dos años.

Las misiones a la Luna, también en peligro

Por otro lado, el conflicto en Ucrania y las sanciones de Occidente también podrían afectar las próximas misiones lunares de Roscosmos. La ESA pensaba contribuir con una cámara de aterrizaje para el Luna-25, con lanzamiento previsto para julio de este año, además de aportar un sistema de navegación, un taladro y un pequeño laboratorio para el Luna-27, en el marco de misiones diseñadas para estudiar la composición del suelo en cercanías del polo sur de la Luna.

La paralización de la cooperación con la ESA podría agudizar la separación entre Oriente y Occidente en términos de exploración espacial: Rusia se recostaría en sus actuales buenas relaciones con China, para obtener de este país los dispositivos electrónicos y otras tecnologías necesarias para sus misiones espaciales.