Una nueva investigación arroja luz sobre si realmente disponemos de libre albedrío, dado que se ha comprobado que el cerebro actúa antes de que pensemos hacer algo. Ahora sabemos que solo lo hace después de que hayamos tomado una decisión.

Muchos estudios han demostrado que el cerebro se prepara para determinadas acciones antes de que tomemos la decisión de hacer algo, como por ejemplo movernos.

Es decir, antes de que seamos conscientes de que estamos pensando en mover el brazo, nuestro cerebro ya está trabajando para realizar el movimiento.

Esta constatación es el resultado de experimentos que indican que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (350 ms) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento (200 ms antes del movimiento).

Hace 50 años

Esto quiere decir que la impresión subjetiva de la voluntad no es la causa del movimiento, sino que, junto con éste, es una de las consecuencias de una actividad cerebral de la que es inconsciente.

Estos experimentos fueron iniciados por Benjamín Libet en California hace más de 50 años. Sus resultados fueron confirmados posteriormente, llegándose a la conclusión que el cerebro se pone en marcha mucho antes de lo observado en los experimentos de Libet: la actividad cerebral del lóbulo frontal tiene lugar hasta 10 segundos antes de la impresión subjetiva de voluntad.

Esta constatación ha llevado al neurocientífico español Francisco J. Rubia a concluir que la libertad es una ficción cerebral. Por eso en Alemania algunos especialistas han reclamado la revisión del código penal, para adecuarlo a los resultados de la neurociencia, explicaba Francisco J. Rubia en un artículo publicado hace 14 años en Tendencias21.

Nuevo estudio

Ahora, un nuevo estudio desarrollado en el Laboratorio Andersen, del Instituto Tecnológico de California (Caltech), por el profesor de neurociencia James G. Boswell, director del T&C Chen Brain-Machine Interface Center, brinda nuevos conocimientos sobre cómo el cerebro codifica nuestras elecciones sobre el movimiento.

La investigación confirma que la actividad cerebral de elecciones abstractas de alto nivel (como el deseo de consumir más café) se conecta con las acciones reales (como extender la mano), incluso antes de que se tome consciencia de tales elecciones para moverse.

La investigación se describe en un artículo que aparece en la revista Current Biology. El autor principal del estudio es Tyson Aflalo, director científico del T&C BMI Center.

Tocando el piano con el pensamiento

Durante décadas, el laboratorio de Andersen ha estudiado cómo el cerebro codifica varias funciones, como el movimiento y el habla, con el objetivo final de construir las llamadas interfaces cerebro-máquina (BMI, por sus siglas en inglés) que pueden decodificar la actividad cerebral de una persona para controlar maquinaria como prótesis y ordenadores.

Desde 2015, Aflalo y su equipo han estado trabajando con una participante del estudio, Nancy Smith. Antes del accidente que provocó su tetraplejía, Smith tocaba el piano.

El equipo construyó una BMI que conectó parte de su cerebro a un interfaz de piano virtual, para que pudiera tocar el piano solo con el pensamiento, lo que permitió al equipo estudiar cómo el cerebro codifica los movimientos de los dedos individuales previstos.

Elección subconsciente

La interfaz le permitió a Smith controlar el teclado con el pensamiento, pero un día comentó a los investigadores que a veces parecía que el piano se tocaba automáticamente, antes de que ella fuera consciente de que tenía la intención de presionar una tecla.

Para examinar este fenómeno de elección subconsciente, el equipo trabajó con Smith para medir su actividad cerebral mientras tomaba decisiones sobre el movimiento.

Se centraron en registrar la actividad en una región del cerebro llamada corteza parietal posterior (PPC), que se ha demostrado codifica las intenciones de una persona, como la intención de alcanzar y agarrar una taza de café, o de pulsar la tecla de un piano.

Para el experimento, se le indicó a Smith que pensara en mover partes particulares de su cuerpo, como, por ejemplo, que se encogiera de hombros, o que intentara apretarse la mano.

Novedad

Sin embargo, este proceso se desarrolló con un matiz interesante: Smith tomaría la decisión de realizar o no un movimiento sin comunicarla a los investigadores.

El equipo midió la actividad cerebral de Smith en la región PPC antes y durante los ensayos individuales y descubrió que, cuando Smith decidía que iba a hacer un movimiento, su cerebro comenzaba una especie de preparación antes de que conscientemente decidiera moverse. Sin embargo, si optaba por no participar en la tarea, su actividad cerebral permanecía tranquila durante todo el tiempo.

Esta constatación arroja un elemento nuevo al debate de si tenemos o no libre albedrío, porque lo que añade esta investigación a otras anteriores es que el cerebro se moviliza después, no antes, de que Smith tome en secreto la decisión de moverse.

La decisión no cambia

Para los investigadores, esto significa que las señales de planificación realizadas por el cerebro, aunque no sean conscientes para Smith, solo se inician cuando ha tomado la decisión de mover el brazo.

Lo que esto indica, según los investigadores, es que estas señales cerebrales no están tomando la decisión por Nancy, sino que forman parte del mecanismo que ayudó a garantizar que su decisión pudiera llevarse a cabo.

Esta investigación aporta además otro elemento nuevo a estos procesos inconscientes: los autores piensan que el lóbulo inferior del PPC es el que genera la consciencia de la intención del movimiento.

Referencia

Implicit mechanisms of intention. Tyson Aflalo et al. Current Biology, April 06, 2022. DOI:https://doi.org/10.1016/j.cub.2022.03.047