El optimismo y el pesimismo influyen en las capacidades cognitivas: el primero potencia la capacidad de razonamiento y el segundo reduce la memoria. La edad y el nivel educativo también inciden en el binomio, confirmando que la personalidad está relacionada con la cognición.

El optimismo y el pesimismo se definen como rasgos de personalidad caracterizados por tendencias a esperar resultados positivos o negativos en la vida.

Se considera que el optimismo es beneficioso para la salud y el bienestar de las personas, mientras que el pesimismo se asocia con riesgos relacionados con la salud y con conductas problemáticas.

Esta evidencia ha planteado la cuestión de si el optimismo puede promover los recursos y habilidades cognitivas de las personas, ayudándoles a desarrollar un estilo de vida saludable.

Una nueva investigación, desarrollada por la Universidad de Oulu en Finlandia, cuyos resultados se publican en la revista Personality and Individual Differences, ha profundizado en los posibles vínculos entre el optimismo y el pesimismo, con las habilidades cognitivas en la edad adulta.

Alegría y cognición

Lo que primero recuerda esta investigación es que la alegría impulsa a un individuo a jugar, a crear nuevas ideas y a superar los límites, lo que hipotéticamente potencia las habilidades intelectuales y creativas.

Lo segundo, que la emocionalidad negativa reduce el repertorio de pensamientos y acciones del individuo, con el fin de prepararlo para tomar decisiones rápidas en una situación amenazante.

Para comprender mejor la relación entre esos rasgos de personalidad y la cognición, los investigadores realizaron dos pruebas a distintas edades: la primera a una muestra de 383 participantes de 26 años, y la segunda a 5.042 participantes de 46 años.

En la primera prueba se analizaron siete habilidades con respecto al optimismo o pesimismo: razonamiento, vocabulario, fluidez verbal, motricidad fina (extremidades superiores), atención selectiva, control de impulsos y memoria. En el segundo, solo se tuvo en cuenta la memoria.

Datos de juventud y madurez

Entre los jóvenes de 26 años, los resultados de este estudio mostraron que un mayor optimismo disposicional se asocia claramente con un pesimismo disposicional más bajo, depresión más baja, niveles más altos de educación y calificaciones más altas en las pruebas de razonamiento.

Asimismo, en este colectivo, un mayor pesimismo disposicional se correlaciona con un menor logro educativo, una mayor depresión y calificaciones más bajas en el razonamiento, la riqueza de vocabulario y las habilidades motoras.

Se apreciaron resultados similares para las personas de 46 años, en las que un mayor optimismo disposicional se correlacionó con un pesimismo disposicional más bajo y con una depresión más baja de manera moderada.

Un mayor optimismo disposicional también se correlaciona en este colectivo con un nivel educativo más alto y una calificación de memoria más alta, y se han observado resultados opuestos para el pesimismo disposicional en este grupo de edad.

A los 46 años, el vínculo resulta más fuerte entre el pesimismo y las malas calificaciones de memoria, que entre el optimismo y las mejores valoraciones de memoria.

Los investigadores destacan al respecto que la relación entre un pesimismo alto y una memoria más débil solo se observó en personas de 46 años de edad, y no en las de 26 años, lo que podría indicar que la relación entre pesimismo y cognición puede depender de la edad.

Variables separadas

En general, se han registrado asociaciones más fuertes entre el pesimismo y las habilidades cognitivas, que entre el optimismo y las habilidades cognitivas.

Esta observación apoya la idea de que el optimismo y el pesimismo deben analizarse como variables separadas y no como una sola dimensión, según los investigadores.

El optimismo y el pesimismo tienen influencias genéticas distintas y diferentes asociaciones con dos hemisferios cerebrales y, por lo tanto, pueden tener cualidades distintas que pueden pasar desapercibidas si no se examinan por separado, explican al respecto.

Además, añaden los científicos, la cantidad de pruebas realizadas fue demasiado diferente entre adultos de 26 y 46 años como para permitir un análisis comparativo, mientras que la investigación tampoco ofrece evidencia concluyente de causa y efecto entre la disposición anímica y la cognición.

Variable educativa

Como observación final, los investigadores destacan que la asociación entre optimismo y razonamiento desaparece cuando se controla el nivel educativo del participante de 26 años.

Entienden que eso significa que la educación es un factor importante para aprobar o suspender las pruebas de capacidad cognitiva. De igual forma, cuando se considera en solitario el factor educacional, la depresión influye negativamente en estas pruebas.

Como conclusión general, los investigadores consideran que un optimismo disposicional más alto y un pesimismo disposicional más bajo están asociados con habilidades cognitivas más altas, sea cual sea la edad de la persona, lo que confirma la visión moderna de que la personalidad está sistemáticamente relacionada con la cognición.

El optimismo y el pesimismo, en consecuencia, están asociados con las habilidades de razonamiento en los adultos jóvenes, y un mayor pesimismo se asocia con una menor memoria en los adultos mayores.

Sin embargo, se necesitan nuevos estudios para aclarar las asociaciones temporales y los aspectos de desarrollo del optimismo, el pesimismo y las habilidades cognitivas, advierten los investigadores.

Referencia

Dispositional optimism and pessimism in association with cognitive abilities in early and middle adulthood. Jutta Karhu et al. Personality and Individual Differences, Volume 196, October 2022, 111710. DOI: https://doi.org/10.1016/j.paid.2022.111710