Los animales que ayudan a otros a cuidar a sus crías, sean o no parientes, lo hacen por efecto de la selección natural: generan una ventaja evolutiva para todo el grupo, favoreciendo las posibilidades de supervivencia y la expansión de toda la manada.

El comportamiento altruista suele verse como una característica exclusivamente humana. El altruismo se define como hacer algo que beneficia a otra persona, a costa de uno mismo.

En 2010 se descubrió que el altruismo en personas podía tener un origen genético. Y en 2018 se estableció que un interruptor social determina que seamos o no altruistas.

También sabemos que las personas altruistas tienen un mayor volumen de materia gris en el cerebro y que el comportamiento altruista mejora el equilibrio fisiológico. Incluso tiene efectos analgésicos.

También en el reino animal

La ciencia ha descubierto asimismo numerosos ejemplos de comportamiento altruista en el reino animal. Los más sorprendentes ocurren en la crianza de la siguiente generación.

Las sociedades de animales que exhiben reproducción cooperativa incluyen cíclidos (una familia de peces) en el lago Tanganica, algunos mamíferos, muchas especies de aves y numerosos insectos.

En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Berna (Suiza) han demostrado que los animales que ayudan a otros “desinteresadamente” a cuidar a sus crías, generan una ventaja evolutiva para todo el grupo gracias a la selección natural.

En estas sociedades, por lo general, una sola pareja reproductora dominante produce crías y los otros miembros del grupo ayudan a criarlos. Estos miembros del grupo, por tanto, actúan de forma altruista cuidando crías que no son suyas.

Perspectiva evolutiva

Este tipo de cuidado tiene sentido desde una perspectiva evolutiva cuando los jóvenes son hermanos de los cuidadores: los cuidadores transmiten con éxito los genes que estimulan el cuidado a través de sus hermanos, con quienes comparten estos genes.

Sin embargo, desde una perspectiva evolutiva no parece tener sentido cuidar de jóvenes con los que no se tiene parentesco. Entonces, ¿por qué los miembros del grupo no relacionados a menudo ayudan a criar jóvenes "extranjeros"?

El nuevo estudio, publicado en la revista Science Advances, liderado por la española Irene García Ruiz y por el profesor Michael Taborsky, ambos del Instituto de Ecología y Evolución de la Universidad de Berna, en colaboración con Andrés Quiñones, de la Universidad de Los Andes en Bogotá, Colombia, revela cómo este cuidado altruista de los jóvenes se debe a la selección natural, base de todo cambio evolutivo.

Aptitud genética

La selección natural favorece los rasgos que mejoran la aptitud genética de los portadores. Gracias a la selección natural, los individuos heredan mejores posibilidades de supervivencia y suelen beneficiarse de un mayor éxito reproductivo a lo largo de su vida.

“Si pertenecer a un grupo social produce una ventaja de supervivencia esencial, la cría cooperativa puede explicarse por la evolución. Esto se muestra en nuestro estudio, realizado mediante simulaciones informáticas”, explica García Ruiz en un comunicado.

Usando modelos matemáticos, los investigadores pudieron simular las decisiones altruistas de los miembros del grupo que afectaron a su aptitud genética, para poder comparar sus tasas de éxito resultantes.

Observaron que, cuando hay una ventaja de supervivencia en la vida en grupo, existen dos formas en las que la selección natural hace que los miembros subordinados del grupo ayuden a cuidar a las crías de los reproductores dominantes.

Selección individual y de parentesco

Una posibilidad ocurre cuando los jóvenes están estrechamente relacionados, por ejemplo, cuando son hermanos de los cuidadores.

En esta situación, el cuidado aumenta la probabilidad de que los genes compartidos entre los ayudantes y los receptores de la ayuda, se propaguen a la siguiente generación (un mecanismo denominado “selección de parentesco”). La ventaja evolutiva es clara en este caso.

La segunda posibilidad implica lo que se conoce como “selección individual”, que no está supeditada a los niveles de parentesco y se basa en la siguiente evidencia: cuando el cuidado altruista de la cría da como resultado que sobrevivan más animales jóvenes, el grupo social se expande.

A su vez, esto aumenta las posibilidades de supervivencia de los cuidadores, porque reduce su propio riesgo de ser víctima de un depredador. Por lo tanto, aumenta la probabilidad de que puedan reproducirse con éxito más adelante. Ambos mecanismos de selección (de parentesco e individual) interactúan positivamente entre sí.

Condiciones favorables

“Un hallazgo clave de nuestro estudio es que el contexto ambiental determina cuál de estos dos mecanismos de selección entra en juego, es decir, cuál es más significativo para la evolución de la crianza cooperativa”, aclara Irene García Ruiz.

Si las condiciones ambientales son favorables (pocos depredadores), entonces la selección por parentesco es el mecanismo de selección más importante para el cuidado cooperativo.

Pero si las condiciones ambientales son menos favorables (más depredadores), entonces aumentar las posibilidades de supervivencia de los individuos, incrementando el número de miembros del grupo, es el mecanismo de selección más importante que causa el cuidado de la descendencia por parte de los parientes que no son sus padres.

Contexto ambiental

“Si a un animal le va mejor permaneciendo en su territorio y criando a la descendencia de otros en el grupo, o más bien moviéndose a otro lugar para intentar la reproducción independiente, varía con la edad del individuo”, dice Michael Taborsky.

El hallazgo particularmente notable de este estudio es que la importancia relativa de la selección de parentesco y la selección individual varía según el contexto ambiental.

También que, tanto la edad de los animales como las condiciones ecológicas, influyen significativamente en la selección de filopatría (permanencia en el mismo territorio o a volver al mismo para reproducirse o nidificar), y altruismo.

Referencia

The evolution of cooperative breeding by direct and indirect fitness effects. Irene García-Ruiz et al. Science Advances, 27 May 2022; Vol 8, Issue 21. DOI: 10.1126/sciadv.abl7853