El Telescopio Espacial James Webb planea explorar nuevos y extraños mundos rocosos con un detalle sin precedentes: se obtendrán resultados geológicos de 55 Cancri e y LHS 3844 b, dos candentes supertierras ubicadas a alrededor de 50 años luz de distancia de nuestro planeta.

Dos intrigantes exoplanetas rocosos con características similares a la Tierra, pero extremadamente calientes y de mayor tamaño, serán observados al detalle por el Telescopio Espacial James Webb de la NASA, como parte de la primera etapa de su trabajo científico.

Según una nota de prensa, los exoplanetas 55 Cancri e y LHS 3844 b pueden revelar las principales características de las llamadas “supertierras”: con los telescopios actuales, su escaso brillo dificulta enormemente su observación, pero el telescopio Webb podrá superar esas limitaciones gracias a las nuevas tecnologías que aplica.

Las supertierras y la vida en el Universo

El estudio de las supertierras es crucial, no solo porque pueden aportar datos vitales sobre la propia formación de nuestro planeta y su lugar en el cosmos, sino también porque algunos de estos mundos pueden ser los principales candidatos a albergar alguna forma de vida extraterrestre.

No parece ser el caso de 55 Cancri e y LHS 3844 b, que se localizan a alrededor de 50 años luz de distancia de la Tierra: la cercanía a sus estrellas, sus elevadas temperaturas y otras condiciones hacen que el surgimiento de la vida resulte muy complejo, por lo menos de la forma que lo conocemos.

Para acercarnos brevemente a las características generales de las supertierras, podemos imaginar que nuestro planeta azul tiene el doble de su tamaño, temperaturas capaces de fundir las rocas de su superficie y que uno de sus hemisferios vive en una eterna noche, mientras el otro soporta un día tan caluroso como interminable: esas son algunas de las condiciones que tendrían estos mundos extrasolares.

Comparación entre los exoplanetas 55 Cancri e y LHS 3844 b con Neptuno y la Tierra. Créditos: NASA, ESA, CSA, Dani Player (STScI).

Un mundo rocoso cubierto de lava

Con respecto a los ejemplos que estudiará el telescopio Webb, 55 Cancri e se caracteriza por estar cubierto de lava, y orbita a su estrella anfitriona a alrededor de 2,4 millones de kilómetros de distancia, aproximadamente solo el cuatro por ciento de la distancia relativa entre Mercurio y el Sol. Completa una órbita completa a su estrella, definida como similar al Sol, cada 18 horas.

Una de las características más intrigantes de 55 Cancri e que estudiarán los astrónomos es que este exoplaneta podría no estar bloqueado por mareas, como supuestamente sucede con todos los astros que orbitan tan cerca de sus estrellas. En cambio, podría tener un ciclo día-noche y otras características similares a Mercurio.

Los especialistas creen que esto podría explicar por qué se desplaza la parte más caliente del planeta: al igual que en la Tierra, la superficie tardaría en calentarse. De esta forma, el momento más caluroso del día sería por la tarde, no justo al mediodía.

Vale recordar, sin embargo, que se trata de temperaturas mucho menos amigables que las registradas en la Tierra: en 55 Cancri e, las temperaturas superficiales están muy por encima del punto de fusión de los típicos minerales formadores de rocas.

Sin atmósfera sustancial

Por su parte, LHS 3844 b también gira extremadamente cerca de su estrella, completando una órbita total en 11 horas. Sin embargo, debido a que su estrella es más pequeña y emite menos calor, el exoplaneta no se calienta lo suficiente como para que su superficie se derrita, como en el caso de 55 Cancri e. Según observaciones previas, todo indicaría que LHS 3844 b no posee una atmósfera sustancial: es este el aspecto que más interesa a los astrónomos.

Para concluir, los científicos indicaron que la importancia de estas observaciones va mucho más allá de conocer las características de solo dos de los más de 5.000 exoplanetas confirmados en la galaxia. Por el contrario, brindarán nuevas perspectivas sobre los planetas similares a la Tierra en general, ayudándonos a comprender cómo podría haber sido la Tierra primitiva, cuando sus características eran similares a las de estos exoplanetas en la actualidad.