La primera vida marciana probablemente afectó negativamente al planeta, generó un cambio climático y luego se extinguió, de acuerdo a un nuevo estudio. Los microbios podrían haber creado un efecto invernadero inverso, que hizo que el planeta rojo se volviera cada vez más frío, inhóspito e inhabitable.

Un grupo de investigadores del Observatorio de la Costa Azul, en Francia, concluye en una nueva investigación que el Marte primitivo acogió, hace más de 3.700 millones de años, una forma de vida microbiana en su subsuelo. Los microorganismos se alimentaban de hidrógeno y producían metano: la producción de biomasa puede haber sido comparable a la del océano primitivo de la Tierra. El estudio ha sido publicado recientemente en la revista Nature Astronomy.

Un desarrollo fugaz

Según una nota de prensa, la gran biosfera existente en ese momento en Marte puede haber tenido un efecto de enfriamiento global en el clima del planeta, poniendo rápidamente fin a la habitabilidad de Marte. Ese efecto invernadero inverso habría acabado con los microbios, al crear progresivamente un entorno cada vez más frío e incompatible con la vida. Sin embargo, los científicos dirigidos por Boris Sauterey creen que es posible confirmar su teoría identificando rastros de esta vida antigua en tres zonas de Marte: Hellas Planitia, Isidis Planitia y el cráter Jezero. 

Los especialistas modelaron la interacción entre el entorno primitivo de Marte y un ecosistema basado en microorganismos que sobreviven consumiendo hidrógeno y produciendo metano, considerado una de las primeras formas de vida en la Tierra. Las simulaciones predicen que la corteza marciana era un lugar viable para este ecosistema, siempre y cuando la superficie no estuviera completamente cubierta de hielo. 

Aunque al principio estas condiciones se cumplían, el ecosistema microbiano habría desarrollado con el tiempo una retroalimentación mutua con el clima del planeta, enfriándolo globalmente. El descenso en las temperaturas, desde un rango tolerable de 10 a 20 grados Celsius a un entorno helado con marcas térmicas que promediaban los -57 grados Celsius, provocó condiciones menos habitables más cerca de la superficie

Como consecuencia de esto, los microbios comenzaron a moverse en forma progresiva más profundamente dentro de la corteza marciana, generando su propia desaparición al no existir una fuente interna de energía disponible para su supervivencia. Sin embargo, una pregunta que surge inmediatamente es por qué no sucedió lo mismo en la Tierra. 

Diferencias con la Tierra

El modelo desarrollado por los científicos franceses sugiere que la vida prosperó en la Tierra y se extinguió rápidamente en Marte debido a las diferencias en los gases que rodeaban a los dos planetas y a sus distancias relativas al Sol. Como Marte se encuentra más lejos del Sol que la Tierra, dependía directamente de una profusa niebla de gases de efecto invernadero que lograban atrapar el calor, a través principalmente de dióxido de carbono e hidrógeno, para de esta forma poder mantener temperaturas favorables para la vida. 

Como los antiguos microbios marcianos se alimentaban de hidrógeno, un poderoso gas de efecto invernadero, y al mismo tiempo generaban metano, otro gas de efecto invernadero pero con un menor impacto que el hidrógeno, fueron consumiendo lentamente la capa de calor que “protegía” al planeta. Como consecuencia de este efecto invernadero inverso, las bajas temperaturas sentenciaron el fracaso de un posible desarrollo de la vida compleja en Marte.

Este tipo de historias planetarias no sería extraño o inusual: los investigadores creen que la vida puede no ser autosostenible de forma innata en todos los entornos planetarios propicios en los que surge en algún momento, pudiendo desaparecer rápidamente. Esto explicaría también por qué no ha podido comprobarse hasta el momento alguna forma de vida fuera de la Tierra, incluso en planetas potencialmente habitables.

Referencia

Early Mars habitability and global cooling by H2-based methanogens. Boris Sauterey, Benjamin Charnay, Antonin Affholder, Stéphane Mazevet and Régis Ferrière. Nature Astronomy (2022). DOI:https://doi.org/10.1038/s41550-022-01786-w