Aunque mucha gente y líderes políticos desprecian las evidencias científicas, la quema de combustibles fósiles ya está matando a 9 millones de personas al año: potencia el calentamiento del planeta, dispara las enfermedades, degrada las propiedades de los productos agrícolas y complica la atención sanitaria. Todos perderemos unos 8 años de vida. Y el Financial Times se asombra: los madrileños están más preocupados por la independencia de Cataluña que por su futuro.

A mucha gente “se la sudan” los problemas del medio ambiente. Aplauden a quienes, como Ayuso, Bolsonaro o Trump, desprecian la ciencia ligando la lucha climática con políticas de “comunistas”.

Pero durante los próximos años les tocará asistir a entierros. Alrededor de 1 de cada 4 de esos fallecidos los habrá matado la quema de combustibles fósiles.

Deberían preocuparse. La quema de combustibles fósiles no es solo un problema medioambiental. Es, en gran medida, un problema de salud.

Incluso los negacionistas climáticos vivirán significativamente menos de lo que les correspondería. Se estima que todos perderemos unos 8 años de vida. Muchos de quienes esperan jubilarse para empezar una buena vida verán muy reducida la duración de esta etapa. Otros muchos ni siquiera llegarán a retirarse.

Combustibles que matan

Es la alarmante conclusión del grupo de expertos de The Lancet Countdown confirmada por rigurosos trabajos de las mejores universidades y centros de investigación. El problema está en que la quema de combustibles fósiles nos está matando. De hecho la quema de combustibles fósiles mata alrededor de 9 millones de personas al año.

Y lo hace de varias maneras:

La primera por efecto directo del calentamiento global. Tanto el calor como las variaciones extremas del clima producen enfermedades cardiovasculares, incrementan los problemas respiratorios y aumenta la frecuencia y gravedad de las enfermedades neurológicas y de salud mental. Un verano caliente no solo es incómodo. También mata.

La segunda por la contaminación que generan los combustibles fósiles. Las partículas y compuestos generados tras su combustión no solo nos quitan muchos años de vida, sino que también nos restan calidad de vida por alergias, insuficiencia respiratoria, etc.

La AIE quiere que se prohíba la venta de coches de combustión desde 2035 Efe

Bacterias y hambrunas

La tercera causa es porque con el calentamiento global los microorganismos que producen enfermedades infecciosas y parasitarias ocupan mayores áreas de distribución y se mantienen durante más tiempo activos en su ciclo anual. Como resultado se contagia más gente. Este incremento de enfermedades infecciosas preocupa especialmente porque cada vez hay más bacterias resistentes a los antibióticos.

La cuarta causa se debe a problemas de seguridad alimentaria. El cambio climático genera alrededor de 100 millones de hambrientos extremos. En principio somos ricos y no nos preocupa pasar hambre. Pero el cambio climático genera alimentos de más baja calidad, peores para la salud. La sequía y el calor extremo no solo hacen que la cosecha de aceitunas sea menor. También es de más baja calidad y se pierden muchas de sus buenas propiedades.

Problemas sanitarios

A todas estas causas directas se unen los problemas con la sanidad. Para mantener la misma calidad asistencial de hoy en día necesitaremos incrementar entre un 30% y un 35% nuestros recursos en sanidad según los expertos. Las consultas se sobresaturan también porque la quema de combustibles fósiles produce más enfermos.

La situación puede ir a peor. A fin de cuentas, es muy fácil que los datos subestimen significativamente el problema. Lo vemos con la Covid-19. Las estadísticas solo recogen como muertos por Covid-19 aquellos a los que se les hizo una PCR o una prueba de antígenos que demostraba que estaban infectados por el SARS-CoV-2. Muchos otros, sobre todo al principio de la pandemia o en países poco desarrollados, murieron con síntomas y signos clínicos de tener Covid-19, pero como no se les hizo PCR o test de antígenos no figuran en las estadísticas.

En este sentido muchos expertos estiman que la quema de combustibles fósiles podría estar detrás, como poco, del 20% de los muertos por cánceres que se producen en el mundo. En las estadísticas esta gente no figura como muertos por quema de combustibles fósiles, aunque en realidad lo son. Con otras muchas causas de muerte podría estar ocurriendo algo parecido.

Evolución de muertes atribuidas al exceso de calor en España desde 2015 EPDATA

 Recalentados

Mientras se celebra la COP27 acaba de producirse una pésima noticia. La concentración de CO2 en la atmósfera acaba de batir un nuevo récord. Nuestra situación es mala.

Sin embargo, para evaluarla estamos siendo extraordinariamente optimistas. Creímos que conseguiríamos limitar el calentamiento global a 1,5ºC. Ya ningún experto cree que esto sea posible.

Pero hoy en día la mayoría de los estudios científicos que consiguen financiación siguen centrándose en medir las consecuencias que producirán cuando el mundo que se caliente 1,5ºC. En buena medida esto se debe a que el negacionismo climático sigue vivo. De hecho, nunca en ninguna de las cumbres sobre el clima que se celebraron hasta la fecha, participaron tantos miembros del lobby de los combustibles fósiles como los que participan en esta COP27.

Se está consiguiendo evitar el estudiar las consecuencias que traerá un calentamiento global que terminará siendo más próximo a los 3ºC que al 1,5ºC. Sin embargo, cualquiera que trabaje en estimación de riesgos sabe que lo correcto es estudiar también que es lo peor que nos podría pasar.

Fuera de control

Podemos tener una idea muy precisa de lo que nos espera. Algunos lugares lo ilustran convenientemente. En ellos se supera el límite máximo de control y la situación se nos escapa de las manos.

Por ejemplo, en época de la URSS, Stalin ordenó montar un gulag donde internar a presos políticos en la localidad de Verjoyanksk al norte del círculo polar Ártico. Con temperaturas que a menudo estaban muy por debajo de los 50ºC los presos duraban poco. Incluso en verano era raro alcanzar los 20ºC. Pero el cambio climático ha hecho que ya se alcanzasen 38ºC, la temperatura más alta registrada nunca por encima del círculo polar ártico.

El permafrost (suelo congelado) se derrite. La naturaleza arde. Alrededor de Verjoyanksk los incendios arrasaron 3 millones de hectáreas. Solo durante 2020 los incendios en el ártico siberiano han arrasado 7 veces más superficie que la que se quemó en promedio durante los 40 años anteriores. Liberaron más CO2 a la atmósfera que todo lo que emitió España. Estos lugares entran en un bucle de retroalimentación positiva que empeoran sin vuelta atrás la situación.

Paradoja madrileña

El Financial Times envió a Simon Kuper, un prestigioso periodista para que pasase un año de su vida en Madrid recogiendo sus impresiones.

En sus artículos sobre la vida en la comunidad gobernada por Ayuso destaca magistralmente la situación: “Unos pensarían que el clima sería la principal prioridad de un país cálido y seco, pero realmente los españoles pasan más tiempo discutiendo sobre la unidad nacional."

A Kuper le sorprende extraordinariamente que, para los madrileños, el gran problema sea la independencia de Cataluña y que ninguno se fije en la previsión de los expertos climáticos que nos lanzan una pregunta desoladora: dentro de 50 años ¿Alguien podrá seguir viviendo en el centro de España?

Cómo escapar de la extinción humana: artículos para entender lo que está pasando con el planeta

 

Bajo este epígrafe publicamos una serie de artículos que analizan de forma científicamente rigurosa la crisis planetaria en sus diferentes dimensiones, así como explican cómo afectará a nuestras vidas y el precio que habremos de pagar para escapar de la catástrofe que podría acabar con la vida en la Tierra.

Ofreceremos una visión completa de la problemática, siempre en clave divulgativa, que no solo expondrá los últimos conocimientos sobre biología y ecología, sino también las últimas aportaciones desde campos tan dispares como la neurobiología (intentando ver por qué nos comportamos como lo hacemos cuando destruimos nuestro propio ambiente), e incluso desde la economía más científica.

El objetivo de esta serie de artículos es que cualquier persona pueda no solo entender lo que está pasando, sino también, si así lo desea, comprometerse con el planeta con los conocimientos adecuados que le permitan trascender medidas meramente estéticas.

Como el cambio global que estamos sufriendo es extremadamente complejo, los artículos que intentan explicarlo van a ser relativamente complejos. Pero vale la pena esforzarse para entender el cambio global, ya que es algo extremadamente grave.

Para ello le invitamos a hacer un viaje largo y complejo, pero también divertido, a través de toda esta serie de artículos. Solo después de haber leído muchos de ellos estará en condiciones de entender bien lo que estamos viviendo como especie y de actuar en consecuencia.

 

EDUARDO COSTAS

 

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