Un investigador imagina que hubiera sucedido si el asteroide que terminó con los dinosaurios hace 66 millones de años no habría impactado contra la Tierra: sostiene que los dinosaurios no tenían las condiciones originales necesarias para evolucionar como nosotros y, por lo tanto, su cerebro seguiría siendo pequeño en relación con su cuerpo. Su desarrollo habría sido mínimo, con excepción de algunas variantes corporales. 

Un artículo publicado en The Conversation por Nicholas Longrich, Profesor de Paleontología y Biología Evolutiva en la Universidad de Bath, en Reino Unido, plantea una interesante idea en torno a un hipotético mundo dominado por los dinosaurios en pleno siglo XXI, en caso de haber evitado su desaparición a causa del impacto de un gigantesco asteroide en Chicxulub, en la costa de México, hace 66 millones de años.

¿Qué habría pasado si los dinosaurios no se hubiesen extinguido? Longrich basa su concepción como oposición a la hipótesis de los paleontólogos Dale Russell y Ron Séguin, que en 1982 publicaron un estudio sobre el Stenonychosaurus inequalis, un saurio del Mesozoico que se vincula a la familia de los troodóntidos.

¿Gigantes con cerebro pequeño o dinosaurios “evolucionados”?

Según Russell y Séguin, el Troodon, de no haberse producido la gran extinción, hubiera incrementado su inteligencia, mejorando asimismo las posibilidades de su visión estereoscópica. Este proceso evolutivo habría conducido a la existencia de un “dinosauroide”. De acuerdo a esta hipótesis, el dinosaurio habría evolucionado hasta desarrollar un cerebro más grande, adoptando la postura erecta y acortando el cuello, para soportar mejor el peso. 

Al erguirse, ya no necesitaría la cola para equilibrarse y la perdería, como ocurrió con determinados primates. Para soportar la nueva postura, el tobillo descendería y el pie se volvería más largo y plano. A partir de todos estos cambios, el antiguo Troodon habría comenzado a experimentar con la fabricación de herramientas, el camino inicial que llevó a la humanidad a su gran desarrollo cognitivo y cultural.

Sin embargo, aunque Longrich cree que es probable que el dinosaurio habría modificado en parte su cuerpo y que, dadas sus características, seguiría dominando todo el planeta, no existen las condiciones evolutivas para pensar en un desarrollo de su cerebro. Para el investigador británico, en la actualidad el dinosaurio sería un animal gigante dominando la Tierra solo por su tamaño, fuerza y peso, pero sin haber evolucionado hasta transformarse en una especie inteligente. 

Longrich sostiene que, a partir del Jurásico, los dinosaurios saurópodos, brontosaurios y sus parientes evolucionaron hasta convertirse en gigantes de 30 a 50 toneladas de peso y hasta 30 metros de largo: tenían diez veces el peso de un elefante y eran tan largos como una ballena azul. Esto sucedió en diferentes continentes, en distintas épocas y en múltiples climas y ambientes: sin embargo, otros dinosaurios que vivían en estos entornos no se convirtieron en supergigantes.

A pesar de esto, todas las variedades de dinosaurios no lograron evolucionar como los primates y los humanos: todos eran saurópodos, por lo tanto algo en la anatomía de los saurópodos desbloqueó su potencial evolutivo. Les permitió crecer de una manera que ningún animal terrestre había hecho antes, o incluso lo ha hecho desde entonces, pero siempre con cerebros pequeños y escasamente desarrollados.

Un punto de partida diferente y condiciones únicas

Por el contrario, los mamíferos tenían diferentes limitaciones. Nunca evolucionaron como herbívoros y carnívoros supergigantes. Pero en repetidas ocasiones desarrollaron grandes cerebros, en especies tan diferentes como orcas, cachalotes, ballenas barbadas, elefantes, focas leopardo y simios. A pesar de esto, solo los primates, y principalmente después los homínidos, lograron crear las condiciones para que esos grandes cerebros permitieran un desarrollo cognitivo superior

En ese sentido, el científico indica que los primates llegaron a América del Sur hace 35 millones de años y solo evolucionaron en nuevas especies de primates. También llegaron a América del Norte al menos en tres ocasiones distintas, hace 55 millones de años, hace 50 millones de años y hace 20 millones de años. No se transformaron en una especie más inteligente, sino que directamente se extinguieron.

Al parecer, solo en África la evolución de los primates tomó una dirección única. Algo en la fauna, la flora o la geografía de África impulsó la evolución de los simios, caracterizándose como primates terrestres, de cuerpo grande, cerebro de amplias dimensiones en relación con su cuerpo y que usaban herramientas. Esa evolución derivó en los seres humanos, que luego se desperdigaron por todo el planeta. 

De esta manera, Longrich cree que la evolución humana fue posible por la combinación de dos factores: el “punto de partida” caracterizado por un cerebro más grande en los mamíferos, y las condiciones únicas que se dieron en África para su posterior evolución cognitiva. Los dinosaurios, en cambio, no contaban con el “punto de partida” y, en consecuencia, difícilmente solo un contexto ambiental positivo les habría permitido desarrollar su cerebro.