Nullius in verba (4)

Cae un mito: el talento no es tan importante para alcanzar la riqueza

La narrativa cultural acerca de que nuestro éxito depende de nuestra inteligencia sería un espejismo, según la genética

La inteligencia no es lo más importante para alcanzar el éxito.

La inteligencia no es lo más importante para alcanzar el éxito. / Mohamed Hassan en Pixabay

EDUARDO COSTAS (científico) y EDUARDO MARTÍNEZ (periodista científico)

Por cada talentoso que alcanza un alto nivel de renta en España, como resultado de su inteligencia y su éxito, hay 3 que lo hacen como resultado de haber caído en la familia adecuada. El azar cuenta menos para conseguir dinero, descubre la genética.

Durante más de un siglo, la genética cuantitativa y de poblaciones ha estado en cabeza de la innovación en procedimientos para averiguar la influencia relativa que tienen, por un lado, los genes y, por otro lado, diversos factores ambientales, sobre los caracteres cuantitativos como el talento.

Esta metodología, aplicada a estimar la importancia del talento, el azar y la historia en la distribución de la riqueza en España, arroja resultados sorprendentes.

Por supuesto el margen de error de estas estimaciones es grande, debido a que solo hemos trabajado con una muestra y no con los 47 millones de españoles. Pero puede dar una idea muy precisa, máxime cuando refleja tendencias muy claras.

Talento relativo

En primer lugar, se deduce que el talento solo representa el veintitrés por ciento (23 ± 7%) en la influencia que ejerce sobre la variación de la renta de las personas. Es decir, la mayor parte de las veces, el talento no tiene mucho que ver con el nivel de renta de una persona. Y el azar solo explica alrededor del dieciséis por ciento (16 ± 9%).

Lo que realmente marca la diferencia de renta en nuestro país es la historia de las personas, es decir, las experiencias que han podido influir en su capacidad económica, como herencias o relaciones sociales: más del sesenta por ciento (61 ± 11%) de la variación de la renta anual disponible por español se debe a componentes de la historia personal.

Eso significa que, por cada talentoso que alcanza un alto nivel de renta en nuestro país, como resultado de su inteligencia y su éxito, hay 3 que lo hacen como resultado de haber caído en la familia adecuada.

Excepcionalidad española

A la vista de estos resultados queda claro que el talento, aunque tiene su importancia, no es ni mucho menos el factor más importante para conseguir riqueza en España.

En comparación con los países de nuestro entorno, el peso de la historia es especialmente importante en España, donde buena parte de la gente más rica de hoy en día vienen de familias que ya eran ricas en la época de Franco.

Comparativamente, en Estados Unidos, muchas de las grandes fortunas de la actualidad no existían hace 50 años, pues aparecieron como resultado de la innovación tecnológica (por ejemplo, Apple, Microsoft, Facebook…).

Metodología potente

Hemos podido llegar a estas conclusiones porque, desde hace 30, años la genética de poblaciones ha estudiado muy detalladamente cuánto del éxito evolutivo se debe a tener mejores genes, al azar o la historia.

Como resultado de estos estudios, hoy en día se dispone de potentes herramientas matemáticas que hemos utilizado aquí para averiguar la influencia relativa del talento, del azar y de la historia en la distribución de la riqueza de la población española.

Matemáticamente puede estimarse con mucha precisión la importancia relativa del talento frente a otros factores, como el azar, en el nivel de renta que alcanzan los ciudadanos en las sociedades de libre mercado. En realidad, se trata de un viejo problema que la ciencia lleva abordando desde hace más de 100 años y al que muchos científicos le han dedicado ingentes esfuerzos.

Figuras.

Figuras. / Eduardo Costas et al.

Figura 1: Posibles distribuciones teóricas de la renta si dependiese solo del talento (A), o si dependiese solo de la suerte (B), frente a la distribución real de los salarios netos (C) y de la renta disponible por persona (D). Tanto en el caso de los salarios como en el de la renta disponible se representan los valores medios del período 2015-2019 utilizando para ello los datos publicados por el Ministerio de Hacienda y el INE (pero actualizados a euros de 2019).

Distribución normal

Lo primero que se evidencia tras muchas décadas de detallados estudios analizando a cientos de millones de personas en decenas de países diferentes, es que el talento (o la inteligencia) sigue lo que se llama una distribución normal (la famosa distribución de Gauss con forma de campana que se ilustra en la Figura 1A).

La gran mayoría de la gente tiene un talento medio. No son genios, pero tampoco tontos. Algunos son más hábiles para unas cosas y otros lo son para otras. Más o menos estas diferencias se compensan en una valoración global de su talento.  

En cambio, los que tienen mucho talento escasean. Y mientras más talentosos son, más escasean (tal y como se representa en la parte derecha de la Figura 1A). Los verdaderamente geniales son extremadamente raros.

Algo muy parecido ocurre en la parte de abajo de la distribución del talento. Los poco inteligentes son más escasos que la gente de inteligencia normal y mientras menos inteligentes son, resultan menos abundantes (tal y como se representa en la parte izquierda de la Figura 1A).

Genes cuantitativos

El talento se distribuye de la misma forma como otros caracteres métricos, por ejemplo, la altura o el cociente intelectual (IQ).

La mayoría de la gente tiene una altura media, mientras que los que pasan de 2 metros son escasos y los que pasan de 2,15 resultan extremadamente raros. De manera similar, la mayoría de la gente tiene un IQ de alrededor de 100, son más escasos los que tienen un IQ de 120 y aún más raros los que alcanzan 140. Pocos tienen un IQ de 80 y menos aún de 60.

Esto es así porque el talento o la altura son lo que en genética se definen como caracteres cuantitativos o poligénicos. Se trata de características que aparecen como el resultado de la acción de muchos genes, cada uno de los cuales tiene un pequeño efecto que en cierta medida es aditivo.

De estos genes de pequeño efecto unos pueden sumar al carácter cuantitativo, mientras otros no lo hacen (o no suman tanto).

Mientras más genes que producen el efecto adecuado tengamos (por ejemplo, que sumen a nuestra altura o inteligencia) tendremos mayor potencial para desarrollar más el carácter cuantitativo (por ejemplo, llegar a ser altos o inteligentes).

Pero el efecto de los genes cuantitativos también se ve influido por el ambiente. Resulta evidente que, si la riqueza que consigue la gente en un sistema capitalista dependiese principalmente del talento, entonces seguiría la misma distribución normal de la Figura 1A que sigue el talento.

Sucesos raros

Pero hay muchos fenómenos que no siguen este tipo de distribuciones normales.

Por ejemplo, los sucesos raros que ocurren por azar (como que a uno le toque algún premio en la lotería) siguen lo que se llama una distribución de Poisson (como la representada en la Figura 1B). A la mayoría de la gente que juega a la lotería no le toca nada o le tocan premios pequeños (estarían en la parte izquierda de la Figura 1B). A muy pocos les tocan grandes premios y a muchos menos el premio gordo (estos pocos afortunados estarían representados en la parte derecha de la Figura 1B).

Si la riqueza solo dependiese de la suerte, entonces la distribución del dinero en una sociedad seguiría una distribución de Poisson (como la de la Figura 1B). Pero ya hemos visto lo que poco que representa el azar en el caso de la distribución de la riqueza en España.

La riqueza no se distribuye solo en virtud del talento.

La riqueza no se distribuye solo en virtud del talento. / Mohamed Hassan en Pixabay.

Metodología salarial

Para ilustrar la forma en que la riqueza se distribuye en nuestro país hemos representado en primer lugar la distribución de los salarios netos con respecto al número de perceptores de ese salario en la Figura 1C.

Esta curva se aleja mucho de la distribución normal, sugiriendo que en la distribución de los salarios hay más factores que afectan, además del talento. Por ejemplo, los salarios más bajos están regulados por ley (el salario mínimo interprofesional) que condiciona mucho a forma en que se distribuyen.

Pero un estudio detallado de la parte derecha de la curva indica que los salarios altos tampoco se distribuyen normalmente, sino que ajustan mejor a una distribución de Poisson, lo que sugiere que podría haber cierto componente de azar para estar entre los que más ganan.

Pero lo esencial es que la riqueza no solo se obtiene mediante el salario. De hecho, otras rentas, como activos financieros, rendimiento de propiedades y empresas, herencias, etc., influyen en alguna gente mucho más que el propio salario.

Narrativa cultural fallida

Como un estimador de la riqueza de los españoles, representamos en la Figura 1D la renta total disponible por persona y año. Tampoco se ajusta, ni de lejos, a esa distribución normal que indicaría que la riqueza depende principalmente del talento. Por el contrario, se aleja bastante de esta distribución. 

Esto indica que la narrativa cultural acerca de que nuestro nivel de riqueza depende sobre todo de nuestro talento podría ser falaz. Sin duda para tener dinero la suerte puede jugar un papel importante. Pero no todo es talento y azar.

 ¿Qué puedo hacer entonces para tener un alto nivel de renta? Con mucho, la mejor solución es elegir bien a los padres. El talento por sí solo es poco probable que pueda hacerte rico por muy inteligente que seas. En cambio, heredar sí.

Sin duda, hay quienes consiguen un nivel de renta elevado gracias a su talento. Pero son casi 4 veces más los que lo hacen por haber nacido en la familia adecuada o por suerte. No es cierto, por tanto, que en las sociedades de libre mercado el éxito llega de la mano del mérito.

LOS PODERES, BAJO LA MIRADA CIENTÍFICA

•   Artículos para entender lo que nos pasa desde una óptica rigurosa

Nuestra vida cotidiana transcurre en un mundo extremadamente complejo. Entenderlo nos plantea un extraordinario reto intelectual. Los análisis dialécticos clásicos, por más elaborados que resulten, no parecen ser suficientemente capaces de explicarlo.

Mientras aumenta enormemente la dificultad de los desafíos a los que se enfrenta la humanidad, cada vez hay más adeptos incondicionales de las ideologías simples polarizadas en extremo. Numerosos bulos y fake news, teorías de la conspiración, a cuál más irracional, se abren paso atrayendo a decenas de millones de personas. Algunas de estas creencias son simplemente ridículas (por ejemplo, el terraplanismo). Pero otras (antivacunas, negacionistas del cambio climático, etc.) dificultan sobremanera la solución a retos de los cuales depende el futuro de nuestra especie.

En medio de este panorama debemos plantearnos cuán acertadas son nuestras opiniones, pero -sobretodo- cuán acertadas son nuestras decisiones.

No es una mera curiosidad académica. Interpretar lo mejor posible la realidad que nos rodea nos permite tomar buenas decisiones, algo esencial si queremos construirnos una buena vida y conseguir que la sociedad vaya mejor.

Tal vez sea hora de abordar la realidad desde un enfoque diferente.

Conocimientos para analizar la realidad

La ciencia experimental nos ha proporcionado el conocimiento más completo y fiable del que dispone la humanidad. A base de responder preguntas aplicando rigurosamente el método científico experimental, hemos conseguido proezas tales como desvelar cuál fue el origen de nuestro universo, datar con precisión cuando ocurrió, revelar la naturaleza íntima de la materia y la energía, describir lo que ocurre a velocidades próximas a la de la luz, desentrañar los misterios de la relatividad y de la mecánica cuántica, liberar la energía del átomo…

Hemos podido comprender también la esencia de la vida, descifrando el complejo funcionamiento de su maquinaria molecular y la manera en que evolucionan los organismos, escribiendo una crónica detallada de la biodiversidad durante los últimos 3.500 millones de años. Incluso nos aproximamos a la comprensión de la base material de nuestra propia consciencia y desarrollamos inteligencia artificial sobre soportes materiales no biológicos.

La ciencia triplicó nuestra esperanza de vida y nos permitió unos estándares de bienestar material impensables durante la mayor parte de nuestra existencia como especie. Por primera vez en nuestra historia no vivimos cubiertos de parásitos, tenemos analgésicos y no estamos muchos de nosotros permanentemente hambrientos.

Mejorar nuestras opciones

Si la ciencia experimental consiguió tan gigantescos logros, también podrá explicar certeramente lo que pasa en nuestra vida cotidiana, proporcionar una visión mejor de la política o la economía y ayudarnos a acertar en nuestras previsiones.

Decía Carl Sagan que una buena manera de entendernos a nosotros mismos es realizar un experimento mental imaginando que unos extraterrestres extremadamente inteligentes, tremendamente avanzados a nivel tecnológico, que para adquirir sus conocimientos solo siguen un razonamiento científico-matemático extremadamente riguroso: nos estudian a distancia sin interferir en nada con nosotros.

De hecho, ni siquiera sabríamos que nos están estudiando. Nada saben de nosotros, ni de nuestra historia, ni de nuestras ideologías, creencias o religiones. Simplemente nos analizan sin prejuicios solo en base al método científico. ¿A que conclusiones llegarían?

Eduardo Costas, científico profesional, catedrático y académico, y Eduardo Martinez de la Fe, periodista científico con una larga trayectoria, colaboran desde hace años en diversos proyectos de divulgación científica. Ahora asumen un nuevo reto: analizar, aplicando rigurosamente el método científico, diversos problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad, intentando sacar las consecuencias necesarias que nos ayuden a mejorar la vida.

Es un objetivo ambicioso que afrontamos con total humildad intelectual.

Certezas basadas en evidencias

El nombre elegido para esta nueva sección es Nullius in verba, que puede traducirse del latín como “no confíes en la palabra de nadie” y que tiene un gran significado en la historia de la ciencia. Es el lema de la Royal Society, la sociedad científica que cambió nuestra historia al resultar clave para el desarrollo del mundo moderno. Resume nuestro objetivo con esta serie de artículos de entender la vida cotidiana desde una perspectiva científica. La búsqueda de la verdad debe dejar de lado las presiones políticas, sociales o religiosas y sustentarse en hechos demostrables en vez de en la palabra, la autoridad o la fama de alguien.

Trataremos desde este enfoque temas de actualidad que a todos nos preocupan (políticos, jueces, emigración, economía…). Nos ayudará a entender. Nos ayudará a acertar en nuestras decisiones en estos tiempos de gran incertidumbre.

En los albores del siglo XX, Ortega y Gasset reflejó este momento incertidumbre con una fase célebre: no sabemos lo que nos pasa y eso es lo que pasa. Nosotros añadimos: aunque seguimos sin entender muy bien lo que pasa, queremos entender por qué nos pasa. Como veremos, las herramientas científicas son tremendamente útiles para conseguirlo.

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<em>Los comportamientos políticos no resisten el análisis científico</em>

<em>Halcones y palomas sobrevuelan la política española, según la ciencia</em>

<em>El pensamiento rápido domina nuestra sociedad y distorsiona la democracia</em>