Astronomía

Una oscura nebulosa cósmica parece ser un silencioso vigía del Universo

Las nebulosas opacas de este tipo se conocen como nubes moleculares, y son sitios donde nacen estrellas bebés

La Nebulosa del Cono es parte de una región del espacio de formación de estrellas, denominada NGC 2264.

La Nebulosa del Cono es parte de una región del espacio de formación de estrellas, denominada NGC 2264. / Crédito: ESO.

Pablo Javier Piacente

Una imagen publicada recientemente por el Observatorio Europeo Austral (ESO) ha capturado solo un pequeño vistazo de una oscura nebulosa de 7 años luz de largo, que parece un centinela vigilando el frío y negro vacío del espacio. Sin embargo, se trata en realidad de la Nebulosa del Cono, parte de un complejo más grande a 2.500 años luz de distancia de la Tierra llamado NGC 2264, en la constelación de Monoceros o el Unicornio.

Una espectacular nueva vista de la Nebulosa del Cono fue capturada con el instrumento FOcal Reducer and low dispersion Spectrograph 2 (FORS2) en el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO). La impresionante imagen de esta región del cosmos, donde tiene lugar una intensa formación estelar, fue lanzada con motivo del 60° aniversario de ESO. La estructura tiene una longitud de 7 años luz y se integra con el llamado Cúmulo Árbol Navideño, que posee alrededor de 40 estrellas. 

El Universo siempre nos sorprende

La Nebulosa del Cono y el complejo que la rodea, ubicados a 2.500 años luz de distancia de nosotros, se conocen bajo la denominación técnica NGC 2264. Todo este conjunto se localiza en la constelación de Monoceros, también conocida como la constelación del Unicornio. Monoceros está rodeada por las constelaciones de Orión al oeste, Géminis al norte, el Can Mayor al sur e Hydra hacia el este. También limita con las constelaciones del Can Menor, Lepus y Puppis.

Como puede apreciarse en el material publicado por ESO, la nebulosa retratada por el VLT se deja ver de un modo impactante: conforma una extraña figura que simula a un misterioso “guardián” o “vigilante” del cosmos, observando expectante aquello que sucede a su alrededor. Es solo una muestra de la magia que nos ofrece el Universo, permanentemente dispuesto a sorprendernos con algo nuevo y a desafiar a la siempre febril imaginación humana. 

Tal como indica un artículo publicado en Science Alert, la Nebulosa del Cono no es similar a otras nebulosas, que habitualmente se muestran con un intenso brillo y una rica explosión de colores. Es que no todas las nebulosas son iguales ni cumplen la misma función: en este caso, la nebulosa que integra el complejo NGC 2264 es una nube molecular, un área del espacio con una intensa formación estelar en la cual nacen estrellas bebés. 

Video: acercamiento a la Nebulosa del Cono. Crédito: ESO / YouTube.

Las estrellas bebés buscan su libertad

Algunas nebulosas solo reflejan la luz de las estrellas a su alrededor, otras son ionizadas por el material estelar ubicado en su interior y producen su propia luz. En tanto, las nubes moleculares como la Nebulosa del Cono son sitios extremadamente oscuros, donde el polvo interestelar absorbe la luz visible para el ojo humano. De esta manera, solamente pueden registrarse y apreciarse en longitudes de onda como el infrarrojo y la radio. 

Estas nebulosas opacas son especialmente interesantes para los astrónomos, porque allí nacen constantemente nuevas estrellas. Como el polvo cósmico es un emisor eficiente de luz infrarroja, “succiona” la energía térmica y permite que la gran nube molecular se enfríe. Al eliminar la presión externa generada por el calor, la gravedad va uniendo poco a poco a los gigantescos cúmulos de polvo y gas que conforman la estructura. 

Es precisamente en estos densos cúmulos donde se gestan las semillas de las estrellas. Cuando comienzan a girar, captan material extra de la nube circundante y es entonces cuando la protoestrella en desarrollo dispone de la presión necesaria para comenzar la fusión en su núcleo. Posteriormente se genera un proceso de retroalimentación, que permite el desarrollo de la estrella y su separación de la nube molecular. 

Este ciclo que tiene lugar en las estrellas bebés es el que explica la extraña forma que ha tomado la Nebulosa del Cono: estas estrellas en formación son las que están intentando separarse poco a poco de la enorme nube de polvo y gas, extendiendo y deformando toda la estructura como si buscaran evadirse de ese gran “útero cósmico” en el cual se gestaron. Se trata de un proceso similar al que da forma a las icónicas estructuras de los Pilares de la Creación, dentro de la Nebulosa del Águila.