Ciencia y sociedad
Nueva alarma científica: la fiebre de la tierra se dispara a niveles inéditos
El mayor aumento de CO2 provoca una aceleración sin precedentes del calentamiento global en un planeta cuyos sistemas naturales de compensación empiezan a fallar

Representación artística de la "fiebre" planetaria. En 2024, la concentración de CO2 experimentó el mayor aumento anual jamás registrado, acelerando la crisis climática a un ritmo sin precedentes. / IA/T21
Redacción T21
Por primera vez en la historia de las mediciones modernas, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no solo ha batido otro récord, sino que lo ha hecho con el salto anual más violento jamás observado. Pulmones y océanos del planeta, agotados por el calor extremo, empiezan a perder su capacidad de compensación.
Un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), basado en observaciones globales hasta finales de 2024, revela que las concentraciones de los tres principales gases que alteran el clima —dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)— no solo alcanzaron nuevos máximos históricos, sino que el incremento del CO2 fue el más abrupto desde que existen mediciones modernas.
El dióxido de carbono, principal responsable del cambio climático, aumentó su concentración en atmósfera hasta 3,5 partes por millón (ppm) entre 2023 y 2024, un salto que supera con creces el ya incremento del año anterior (2,4 ppm) y establece un récord anual.
La concentración media global de CO2 se situó en 423,9 ppm, un nivel que representa un 152% más que en la era preindustrial (antes de 1750). Este ritmo de crecimiento, que se ha acelerado desde los 0,8 ppm anuales en la década de 1960, es una respuesta directa a las emisiones humanas, según el informe.
Círculo vicioso
Sin embargo, el aumento de 2024 no se debe únicamente a la quema continuada de combustibles fósiles. El informe revela una combinación de factores que podrían estar activando un círculo vicioso.
El fenómeno de El Niño, junto con el calentamiento global subyacente, determinó que 2024 fuera el año más cálido jamás registrado, superando por primera vez la barrera simbólica de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Este calor extremo intensificó las sequías y los incendios forestales a niveles históricos, especialmente en regiones como la Amazonía y el sur de África, que liberaron cantidades masivas de carbono a la atmósfera.
Al mismo tiempo, los sumideros naturales de carbono del planeta, como los océanos y los bosques, muestran signos de agotamiento. El calentamiento de los mares reduce su capacidad para absorber CO2, y la sequía estresa los ecosistemas terrestres, limitando su función como "pulmones" del planeta.
Referencia
The State of Greenhouse Gases in the AtmosphereBased on Global Observations through 2024. WMO, Global Atmosphere Watch (GAW). Greenhouse Gas Bulletin - No. 21. 16 October 2025.
Efecto milenario
Esta pérdida de eficacia de nuestros aliados naturales es una de las mayores preocupaciones, ya que significa que una mayor proporción del CO2 que emitimos permanecerá en la atmósfera, acelerando aún más el calentamiento global.
Una vez liberado, el dióxido de carbono perdura durante milenios, por lo que las emisiones actuales garantizan que el calentamiento comenzará de forma indefinida, a diferencia del metano, que tiene una vida atmosférica mucho más corta, de unos nueve años.
Junto al CO2, las concentraciones de metano y óxido nitroso también batieron récords en 2024. El metano, procedente de un 60% de fuentes humanas como la ganadería, la agricultura del arroz y los vertederos, alcanzó las 1.942 partes por billón (ppb), un 266% por encima de los niveles preindustriales. Por su parte, el óxido nitroso, asociado en gran medida al uso de fertilizantes en la agricultura, llegó a 338 ppb, un 125% más que antes de 1750.
Desequilibrio energético
En conjunto, este aumento de los gases de larga duración ha provocado que el forzamiento radiativo —el desequilibrio energético que calienta el planeta— se haya incrementado en un 54% desde 1990. El dióxido de carbono es responsable de aproximadamente el 81% de este aumento, consolidándose como el principal interruptor que regula la temperatura de la Tierra.
La conclusión del informe es que, aunque reducir las emisiones de todos los gases es necesario, la acción climática debe centrarse de manera prioritaria en alcanzar un nivel de cero emisiones netas de CO2 para frenar una espiral de consecuencias climáticas cada vez más graves.
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