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Antropología

Comer carroña nos habría hecho humanos: fue vital para la subsistencia de los primeros homínidos

El consumo de carne proveniente de restos de animales muertos habría convivido con los productos de la caza durante los primeros tiempos de la evolución humana

El gráfico muestra los factores que habrían marcado el comportamiento carroñero en humanos.

El gráfico muestra los factores que habrían marcado el comportamiento carroñero en humanos. / Crédito: Carmen Cañizares.

Redacción T21

La recolección de basura es parte del repertorio de búsqueda de alimento humano desde los primeros tiempos del género Homo hasta hoy: ahora, los investigadores han desvelado que el consumo de carroña fue tan importante como el de carne generada por la caza para la evolución de los primeros humanos.

Un nuevo estudio realizado por científicos españoles y publicado en la revista Journal of Human Evolution plantea que la carroña, la carne que queda disponible tras la muerte de un animal, no fue un recurso marginal en la historia de nuestra especie como se pensaba anteriormente, sino un factor clave que impulsó cambios biológicos y sociales decisivos en los primeros homínidos.

Especialistas del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y colaboradores de varias universidades españolas analizaron múltiples estudios y evidencias previas y concluyeron que el aprovechamiento de cadáveres debería recuperar un lugar central en los debates sobre la evolución humana, de acuerdo a una nota de prensa.

Mucho más que un recurso marginal

Durante décadas se ha discutido si la caza o el aprovechamiento de carroña fue la estrategia primordial que permitió a los homínidos incorporar carne a su dieta. Aunque hasta el momento la balanza se inclinaba hacia la caza, el nuevo estudio parte desde otra concepción: la carroña no era un recurso esporádico y peligroso por definición debido a la presencia de patógenos, sino un elemento ecológico predecible y a veces abundante, especialmente cuando otras fuentes escaseaban.

Al evaluar los aspectos positivos y negativos de buscar carroña frente a cazar o recolectar plantas, e integrando datos paleontológicos, ecológicos y etnográficos, los autores demostraron que ciertas características humanas, como la capacidad de recorrer largas distancias con bajo gasto energético, un pH gástrico ácido que implica mayor sensibilidad digestiva y el uso del fuego, entre otras, redujeron riesgos asociados a patógenos y aumentaron las ventajas de consumir carne de carroña. Además, el empleo de herramientas líticas sencillas y el uso de piedras para abrir huesos permitían acceder a la grasa y la médula, que eran recursos calóricos cruciales.

Si se aborda la cuestión desde una perspectiva social, la carroña habría incentivado formas tempranas de cooperación y comunicación. Localizar cadáveres, disputar el acceso a ellos frente a grandes carnívoros o coordinar la extracción de carne exige movilidad planificada, transmisión de información y, posiblemente, estrategias de grupo. Los científicos sugieren que incluso formas incipientes de lenguaje y organización social pudieron fortalecerse como respuesta a la economía de la carroña.

Referencia

Revisiting hominin scavenging through the lens of optimal foraging theory. Ana Mateos et al. Journal of Human Evolution (2025). DOI:https://doi.org/10.1016/j.jhevol.2025.103762

Estrategias combinadas

Todo indica que la caza, la carroña y la recolección formaron un repertorio nutritivo flexible, que permitió a los homínidos adaptarse a distintos paisajes y crisis alimentarias. Por ejemplo, en ecosistemas con grandes carroñeros como hienas y felinos, la competencia obligó a tácticas variadas: desde el saqueo directo al aprovechamiento de restos abandonados, pasando por la confrontación directa cuando era necesario. Estas dinámicas y complejidades crecientes habrían seleccionado rasgos como la resistencia física, el ingenio tecnológico y la cooperación grupal.

“Actualmente sabemos que la carroña juega un papel fundamental en los ecosistemas y que todas las especies carnívoras la consumen en mayor o menor medida. Además, muchos grupos actuales de cazadores-recolectores humanos continúan practicando la recolección de basura, como una conducta alimentaria más. Si desde hace tiempo se dice que comer carne nos hizo humanos, también se podría decir que comer carroña forjó nuestro desarrollo", concluyó en el comunicado la científica Ana Mateos, primera autora del estudio.

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