El 12 de octubre de 1950, la plaza de toros de València fue escenario de dos de las alternativas más sonadas de su dilatada historia: Miguel Báez y Espuny, “Litri”, y Julio Aparicio Martínez se doctoraron como matadores de toros de manos de Joaquín Rodríguez, “Cagancho”, después de haber sorprendido a la afición como los dos novilleros más importantes de la historia. Un fenómeno sociológico que transcendió el mero interés taurino, del que hoy se cumplen exactamente setenta años.

Ambos diestros irrumpieron con fuerza en el escalafón inferior en la temporada de 1949, apenas cumplidos dos años de la muerte de Manolete en Linares, que aún mantenía enlutado al mundo del toro

Ambos diestros irrumpieron con fuerza en el escalafón inferior en la temporada de 1949, apenas cumplidos dos años de la muerte de Manolete en Linares, que aún mantenía enlutado al mundo del toro. Los públicos, no ajenos a la tragedia pero ávidos de emociones, demandaban competencia y la encontraron en una pareja de chavales que empezaba a abrirse paso con fuerza en su carrera taurina, ante el escaso interés que suscitaban los matadores de toros. La conocida como “época de las novilladas” (1949-1950) enfrentó a dos novilleros de estilo artístico diferente, que agotaban las localidades, llenaban hasta la bandera las plazas y, lo más importante, dieron un nuevo impulso a la fiesta de los toros cuando más lo necesitaba. Aparicio, torero de corte clásico; Litri, más tremendista. Uno, garante de la técnica; el otro, máximo exponente del valor.

Bajo la sabia dirección de Manolo Camará, la pareja taurina del momento reanudó una competencia que parecía perdida. Litri torea 115 novilladas en 1949 y otras tantas Aparicio, aunque sin llegar a las cifras estratosféricas del onubense. Ambos explotan en 1950, año en el que recorren España de cabo a rabo y en el que deslumbran a los públicos en varios y famosos mano a mano. Rinden a sus pies aficiones tan importantes como, por ejemplo, la madrileña. Especialmente significativa fue, en este sentido, la Feria de san Jaime de 1950, en la que no se dio ni una sola corrida de toros, acontecimiento que no se ha vuelto a repetir en la historia del toreo. Seis novilladas, celebradas entre el 24 y 29 de julio, que contaron con la participación de ambos en todas y cada una de ellas: con Dámaso Gómez en la primera, Félix Guillén en la segunda; con Paco Honrubia, que abrió el cartel de la tercera, y Chaves Flores, que hizo lo propio en la cuarta; en la quinta y penúltima, alternaron con Enrique Vera, y como colofón, los dos novilleros se anunciaron mano a mano en la última de feria, del que salieron catapultados a la alternativa, que se celebró en el coso de la calle Xàtiva el 12 de octubre de ese mismo año.

La corrida, en la que se lidiaron seis toros de Urquijo a beneficio de la Asociación de la Prensa Valenciana, congregó a un sinfín de aficionados locales y otros tantos venidos de otros puntos de la geografía española, así como de Francia e Iberoamérica. Fue éste el único festejo mayor que se celebró en el coso de Monleón durante la mencionada temporada, que había albergado 19 novilladas, 15 becerradas, 9 charlotadas y 5 festivales. Ricardo García “K-hito” y Gregorio Corrochano sorteraron la antigüedad de los nuevos espadas. Este último extrae del sombreo el nombre de Aparicio, que precederá a su compañero en la ceremonia del doble doctorado.

A las 16:12 horas de la tarde, “Cagancho” cede los trastos a Aparicio, que brinda al público el toro de la alternativa; “Farruquero”, herrado con el número 124, al que corta dos orejas tras componerle una faena en la que desarrolla todo su repertorio

A las 16:12 horas de la tarde, Joaquín Rodríguez, “Cagancho”, le cede los trastos a Aparicio, que brinda al público el toro de la alternativa; “Farruquero”, herrado con el número 124, al que corta dos orejas tras componerle una faena en la que desarrolla todo su repertorio y que culmina con una soberbia estocada. El toricantano da dos aclamadas vueltas al ruedo, ante la insistencia del respetable. A reglón seguido, es Litri quien recibe el doctorado. El diestro nacido en Gandía y afincado en Huelva, alterna sus clásicas manoletinas mirando al tendido, con su famoso pase –el “litrazo”- a “Pendolito”, número 135, también de la mencionada ganadería de Antonio Urquijo. El nuevo diestro sale prendido de los pitones del burel después de dejarle una buena estocada, que rueda sin puntilla al animal. Se desata la pasión en los tendidos y Litri pasea hasta por dos veces, entre aclamaciones, las dos orejas y el rabo del astado.

Con el festejo ya lanzado definitivamente, al quinto de la tarde, Aparicio le compuso una obra más completa y serena, por lo que fue premiado con las dos orejas y el rabo de su oponente. Por su parte, Litri, consiguió dos orejas más ante el que cerraba plaza. Los tres diestros abandonaros el ruedo a hombros de los capitalistas en una de las tardes de toros más apasionantes vividas en nuestra plaza de toros.