Acceder a la finca "Les Ermites", en el término municipal de Borriol, es sentir la solemnidad que aportan los sueños cumplidos. El berreo de los toros y el relincho de los caballos se escucha desde antes de atravesar el portón, pero una frase, colgada en el inicio de la ruta, atrapa: “Embistiendo hasta el final”. Esa es la filosofía del ganadero Daniel Ramos y la cita que, según confiesa a sus 41 años, inscribirá en su epitafio.

Estar en “Les Ermites” es trazar una línea que conecta familias, recuerdos y afectos a través de ese tejido indestructible como es el toro bravo. Antes del confinamiento, Ramos trasladó su residencia a esta finca porque siente el arraigo de haberse criado allí: “Perdí a mi madre con once años y mi padre fue un ganadero muy humilde, con 30 vacas de Vidal Rodríguez Pérez Tabernero que criaba toros para los festejos populares”, explica.

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Naturaleza y plenitud: así viven los toros de la ganadería de Daniel Ramos Tomás Carnicer

Allí también se entiende cómo un empresario de la construcción que tiene 93 personas a su cargo ama “como pocos” al toro y al caballo. “Mi lema Embistiendo hasta al final significa vivir con pasión. Trabajar y disfrutar con intensidad”, aclara el criador de Borriol mientras sube en su todoterreno para enseñar a sus animales. El viaje son 80 hectáreas por el monte donde descansan 417 cabezas de ganado.

Su día a día es fruto de su emblema porque el móvil le bulle a llamadas y lo mismo hace los lotes para una novillada para un pueblo que manda ejecutar una obra en una ciudad. Daniel Ramos es un trabajador nato que conecta con una de las celebraciones más telúricas del siglo XXI: ser ganadero. “No creo en la suerte, solo en la constancia y el trabajo”, anuncia con la mirada inocente y luminosa, con un habano mordido en la boca antes de bajarse del coche para abrir un portón.

 

Dos toros cinqueños velan armas en Les Ermites. Tomás Carnicer

“Les Ermites” es tan árida, tan montañosa que los apuntes tomados en la visita a los toros son difíciles de entender por el movimiento vertiginoso que producía el coche. En este trayecto, había tanto silencio que el clic de la cámara asustaba a los becerros que perseguían los conejos y perdices a lo largo y ancho de este pequeño paraíso del monte El Perdiguer, situado en la partida de Les Ermites.

Con tan solo seis años, el ganadero de Borriol, que en la corta distancia inspira confianza y generosidad, ya dibujaba el hierro que tiene actualmente y sabía los colores de su divisa: azul por el mar Mediterráneo y naranja por les taronges de la terreta. Esa ilusión le llevó a empezar su sueño en 2009 con la compra de 30 vacas de la Martelilla y un semental, de nombre "Entrelazado”. “Los animales del Marqués son para toreros poderosos tipo César Rincón, pero tenían dos defectos: embestían cruzados y no humillaban”, describe el ganadero. Por eso, años más tarde, compró 20 vacas de Daniel Ruiz y dos sementales para introducir “la clase que faltaba”.

Pero la adquisición más fuerte que hizo fueron las 70 vacas que Fernando Domecq López de Carrizosa se había quedado de su lote de Marqués de Domecq. A partir de ahí, con estos mimbres se convirtió en la única ganadería de la Comunitat Valenciana que pertenece a la Unión de Criadores de Toros de Lidia.

Ahora, este tiempo de pandemia también le ha servido para adquirir 40 vacas de vientre y dos sementales en curso de Fuente Ymbro. Entre ellos, se encuentra “Jazmín”, el toro que indultó Matías Tejela en Mont de Marsan hace nueve años y que también es hijo de “Harinero”, ejemplar indultado en la Feria de Fallas de 2006 por Perera: “Fuente Ymbro siempre ha sido mi ganadería de referencia y esta compra ha sido una oportunidad para refrescar mis animales”, adelanta.

"Jazmín", de Fuente Ymbro, en los cercados de la ganadería de Daniel Ramos Tomás Carnicer

Después de profundizar en la base genética de sus animales, el ganadero aterriza en la realidad: “Soy uno de los primeros ganaderos que va a lidiar este 2021 y es una enorme responsabilidad”, manifiesta, mientras se enciende otro habano.

La cita será una novillada picada el próximo domingo en Ossa de Montiel, dentro de un cartel compuesto por Carlos Aranda, Diego García y Rocío Romero: “La novillada es prácticamente una corrida de toros porque les falta nueve días para ser toros. Es un encierro muy rematado, pero muy bonito de hechuras. Va abierto de tres sementales como “Sortilegio”, que es un toro mío línea Daniel Ruiz; “Mocoso”, que es un semental mío vía Marqués de Domecq; y “Barbero”, un toro de Daniel Ruiz. Sobre el cartel, Ramos destaca “la afición” de Aranda porque un día que tentó Rubén Pinar fue de tapia a su ganadería y “la firmeza y el concepto” de Rocío Romero.

La exposición de sus ideas es eléctrica, como muy rápida por la pasión con la que habla de su fervor ganadero: “Ha sido un año muy difícil para los ganaderos porque en 2020 tenía la camada vendida y solo pude lidiar una novillada sin picadores en Brihuega. Es decir, ha habido muchos más gastos que ingresos”, manifiesta.

Según explica, el coste de producción de ser ganadero en la Comunitat Valenciana es mucho más alto que en Salamanca, Andalucía y Extremadura porque “no tengo la ventaja de tener una dehesa con pastos”. Aquí, desde que nace un becerro está alimentado a través de un pienso mezclado con piña, chufa y naranja “que encarece mucho la crianza del bravo”.

Dos novillos preparados para la novillada de Ossa de Montiel, Albacete. Tomás Carnicer

El impacto del coronavirus ha hecho mella, pero no ha reducido el número de vacas que pastan en la ganadería: “He preferido perder dinero para salvar vidas de unos animales que son una joya genética. No he llevado al matadero a ninguna vaca”.

A la pregunta de qué significa ser ganadero hoy en día, Daniel Ramos responde: “Si no existieran personas con la misma devoción que yo, el mundo rural desaparecería. Los ganaderos de ovejas, los pastores de corderos, los criadores de cerdos y gallinas… Cualquier tipo de granjero ama a sus animales. Aquí tengo caballos, toros, cabras, gallinas, gallos, gatos y perros porque no hay mayor animalista que un ganadero”, sentencia.

“Convivir con la propia naturaleza te enseña cuál es el sitio de las personas y los animales en el mundo. Tener un perro o un gato en un piso de la ciudad está muy bien, pero ser animalista es desvivirse los 365 días del año por la cría del toro bravo en libertad, como hago yo, que trabajo los siete días de la semana”, recalca con orgullo.

Finalmente, también argumenta que si desapareciesen los festejos de las plazas y de los pueblos, los toros “se extinguirían y se convertirían en el próximo lince ibérico, por el que ahora luchan para salvar su especie en Doñana”. Al salir de la finca, caída la noche, el paisaje era tan silvestre que solo las luces largas del coche alumbraban el camino de vuelta. Una euforia súbita se apoderaba del momento: sin ganaderos no hay toros.

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Una querella contra la consellera de Agricultura


Los ganaderos de Castelló, encabezados por Daniel Ramos, han interpuesto una querella criminal contra la consellera Mireia Mollà ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana por un supuesto delito de prevaricación administrativa. La acción se ha llevado a cabo, según aclara el ganadero de Borriol, por las presuntas irregularidades administrativas a la hora de publicar las ayudas a explotaciones ganaderas afectadas por la covid 19: “La culpa de que los ganaderos estemos en una situación tan precaria no es de nadie, pero lo único que pedimos es un trato igualitario con los demás sectores”.


Según manifiesta, la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, excluyó de las ayudas aprobadas mediante Decreto 59/2020 de 8 de mayo a los ganaderos de reses bravas: “Primero nos incluyeron en la página web como beneficiarios de la prestación, pero, al cabo de unas horas, nos eliminaron sin darnos ninguna explicación". Sin embargo, la única ayuda que han recibido ha sido a cargo de la Diputación de Castelló y “estamos muy agradecidos”, concluye.