Se acerca agosto y Bétera comienza a oler a sus tradicionales «alfàbegues». La localidad del Camp de Túria cuenta con riqueza patrimonial que la hacen muy atractiva: Les Coves de Mallorca, los paneles de azulejos populares de cerámica, Els Aljubs, Els Catxerulos, el yacimiento arqueológico del Tos Pelat, el acueducto del Mas de Baró, la villa romana de L’Horta Vella, la Torre de Bofilla, las masías, el Castillo y los búnkeres de la Guerra Civil son algunas de las muestras de su patrimonio.

El Poblado ibérico del Tos Pelat fue habitado por los primeros pobladores de Bétera desde mediados del siglo VI a.C. hasta el siglo III a.C. momento en el que fue abandonado. Las excavaciones arqueológicas efectuadas hasta ahora han sacado a la luz abundantes restos arquitectónicos muy bien conservados, entre los que destaca la potente muralla que lo rodeaba.

La Villa romana de l’Horta Vella mantiene restos constructivos visibles que se pueden visitar en la actualidad y que se han identificado como parte de los baños termales de la gran villa rústica romana que, al parecer, existió en este lugar, destacando entre otras estructuras las termas y la ‘natatio’ o piscina, que ocupa más de 60 metros cuadrados.

La Torre Bofilla es un despoblado medieval que proviene de la época árabe. Se trata de un asentamiento que surge de las necesidades defensivas de la taifa de València en el siglo XIV, sin destrucción ni incendio, por lo que nos encontramos, casi intacto, un tipo de alquería musulmana cuya población continuó tras la conquista cristiana.

El castillo de Bétera se encuentra en el centro de la población. De origen árabe, su función era la defensa de las alquerías musulmanas que poblaban sus alrededores. De la construcción antigua no quedan restos. En la actualidad, el castillo de Bétera está totalmente reformado, constando de cuatro torres almenadas y otras construcciones adosadas.