La autovía Mudéjar nos deja en Teruel en menos tiempo del que necesitamos para llegar desde València a Xàbia o desde Castelló a Peñíscola. Algo más de 100 kilómetros nos separan de una ciudad hermosa que guarda la personalidad de los pueblos de interior. En la mesa, son gente de gustos clásicos, por eso la oferta se aferra a la cocina tradicional. Pero últimamente las cosas están cambiando y empiezan a aparecer jóvenes cocineros permeables a las tendencias gastronómicas. Dejamos aquí tres propuestas, desde la más informal a la más ambiciosa.

Gregory

Paseo del Óvalo, 6. Teruel.

Tf. 978 600 580 Precio medio: 25 euros

Situado en el Paseo del Óvalo, verdadero balcón de Teruel, es el bar con más éxito de la ciudad. En la puerta luce un dispensador de tickets para gestionar las colas. Como si de una charcutería se tratara. No hace nada especial, pero se toma en serio todo lo que hace. Su sepia es muy buena. Utiliza una plancha de hierro que pone a un temperatura increíble de modo que se asa de forma rápida si perder nada de su jugo. Bueno también el morro, la oreja de cerdo y los champiñones con jamón.

1900

Plaza Carlos Castel 8, Teruel

Tf 978602819

La Plaza del Torico está plagada de terrazas que aprovechan el enclave para atrapar al turista. Como suele ocurrir en los puntos más céntricos de las ciudades, hay que saber diferenciar el polvo de la paja. En este espacio cuentan con un valor que les diferencia. Se llama Miguel Ángel Abril y es campeón de España de cortadores de jamón. Verlo en la puerta del 1900 manejando el cuchillo es un espectáculo. Además de buen Jamón de Teruel, encontraremos manitas de cerdo y albóndigas mudéjar.

Portal de Guadalaviar

(Junto a Hotel Reina Cristina) Teruel

Tf 978 60 68 60

Es la cafetería/restaurante del hotel Reina Cristina. Pero la gran pantalla de televisión que luce el comedor para las tardes de fútbol no nos debe de asustar. Es un restaurante informal y agradable con aires de bistró. Cocina Víctor Pérez, un joven cocinero que ha pasado por las mejores cocinas del país (Arzak incluido), pero también por bares de pueblo (como aquel restaurante de Griegos donde hacía unos guisos que se hicieron famosos en la comarca). Aquí fusiona los dos mundos y hace platos como el paté de setas con confitura de Pedro Ximénez o los raviolis de ternasco de aragón con boletus y salsa teriyaki. De todos los productos con denominación de origen que tiene Aragón el ternasco es el que más me seduce. Se trata de un cordero de la raza autóctona «rasa aragonesa» que necesariamente ha de criarse en extensivo porque su morfología le origina problemas en las patas cuando vive estabulizado. Como este ha sido año de setas, en el menú aparecen constantemente. Pídanlas. Las coge su padre en los cercanos montes universales.

Hasta el 4 de noviembre se celebra «Aragón con gusto», un festival gastronómico que propone menús de ganga en casi todos los restaurantes de la comunidad autónoma. También en los de Teruel. No es una razón para visitar a nuestros vecinos, pero sí una buena excusa.