Hace ocho años que Aitana Sánchez-Gijón no se baja de las tablas. Desde 2010, la actriz desempeña un papel escénico diferente cada año. Aunque «es duro», asegura que no se arrepiente, ya que todos ellos le han ayudado a «hurgar» en su «yo interior». Ahora, le ha tocado el turno a Nora, el personaje más emblemático de Ibsen. Sánchez-Gijón protagoniza la secuela de Casa de muñecas, escrita por el joven estadounidense Lucas Hnath. Estrenada en el Teatro Principal de Alicante el pasado mes de octubre, La vuelta de Nora estará en el Teatro Olympia de València del 10 al 20 de enero junto a Roberto Enríquez, María Isabel Díaz Lago y Elena Rivera.

P Nora llama a la puerta de su casa después de 15 años de ausencia. ¿Qué le ha pasado durante todo este tiempo?

R Muchísimas cosas. Durante esos años ha llevado a cabo una búsqueda interna que le ha permitido reencontrarse consigo misma. Es un proceso muy duro por el que tenía que pasar. Nora es ahora una escritora y sabe lo que quiere.

P La secuela de «Casa de muñecas» vuelve en tiempos del #MeToo. ¿La obra es aún más oportuna ahora?

R Yo diría que sí, pero no todo se reduce al tiempo que vivimos. Si te das cuenta estamos constantemente hablando de personajes femeninos históricos. Ahora es importante hablar de ellos, pero lo cierto es que nunca han desaparecido. Desde hace un tiempo llevo entregándole todo mi tiempo a personajes femeninos muy potentes, como Medea, Hécuba (Las Troyanas) o Nora (La vuelta de Nora). Son nombres muy importantes del teatro. Pero no nos equivoquemos, Casa de muñecas o La vuelta de Nora no solo hablan de su protagonista femenina. También habla de los hijos y de su marido, Torvald.

P De hecho, las mujeres no son las únicas que representan un rol de género. ¿Considera que habría que poner más el foco sobre el personaje de Torvald?

R Hay que mirar todos los personajes con lupa. El de Torvald es un personaje controvertido. En Casa de muñecas ejerce un control sobre Nora que la anula, la ningunea, es su muñeca. Ella decide romper con eso. Era eso o tirarse por un puente, literalmente. Hay muchos hombres como Torvald, y muchos otros que repiten patrones sin darse cuenta. También hay otros, como el hombre con quien comparto mi vida, que se manifiesta feminista y lo aplica.

P ¿Los hombres también necesitan liberarse de sus roles en la sociedad?

R Desde luego, y no es fácil. Sobre todo porque para ello hay que hacer sacrificios, como renunciar a tener la voz cantante o ceder el control. Este será uno de los grandes retos del futuro. Necesitamos que desempeñen un papel en todo esto. Las mujeres no podemos estar gritando todo el día entre nosotras, rompiéndonos los cuernos para cambiar muchos paradigmas. Tienen que implicarse, y tienen que hacerlo ya.

P El joven Lucas Hnath ha sido quien se ha atrevido a escribir este segundo capítulo. ¿Qué opinión le merece su visión sobre la historia de Ibsen?

R Ha demostrado tener mucha sensibilidad. Además, durante la obra se generan contrastes muy interesantes, ya que pese a ambientarse a principios del siglo XX, el texto está formado por un lenguaje contemporáneo que nos hace ver que no estamos hablando de problemáticas de la época de Ibsen, sino de la nuestra.

P Nora es una mujer que ha decidido dar portazo a su condición de esposa y madre. Es una situación «polémica». De hecho, muchos teatros en el pasado no quisieron acoger la obra de Ibsen. Pero la «abandonadora» sigue siendo un personaje incómodo. ¿Por qué?

R Abandonar a tu familia es un hecho reprobable. Bien es cierto que nuestra sociedad ha naturalizado más el hecho de que sea el hombre quien se vaya de casa, pero también ha habido mujeres. Nora se encontraba en una situación al límite. La sociedad no le daba más salidas. Si quería continuar con vida debía huir. No podía divorciarse, no podía llevarse a sus hijos. Solo había una opción, y ello implicaba hacer daño a sus queridos y estar sola.

P ¿Qué ha aportado Nora a Aitana Sánchez-Gijón?

R Esta mujer viene a decirme que no hay que dejarse arrastrar por lo que la sociedad espera de ti. Ella representa una rebelión interior de búsqueda de uno mismo. Este personaje ha llegado en un momento muy trascendental para mí. Creo que el pasado 8 de marzo nos afectó a todas muy positivamente. Siempre me he considerado feminista, pero ahora soy más consciente de ello. Nora simplemente ha hurgado más en ese hueco.

P ¿Se lleva siempre algo de sus personajes?

R Por supuesto, no puede ser de otra forma.

P Estará de gira con la obra hasta el próximo mes de junio. ¿Compatibilizará las tablas con otro proyecto?

R Lo cierto es que sí, en marzo empezaré a rodar la tercera temporada de Velvet Collection. Será duro (ríe). En las cinco temporadas que llevamos de serie no he parado de hacer teatro.

P ¿Tiene entre manos otro proyecto sobre las tablas?

R Lo cierto es que sí. Tan solo con mencionarlo me sale una sonrisa gigante. Me voy a tirar a la piscina. No se si es algo osado o inconsciente, pero parte de una necesidad muy profunda que se ha ido gestando en mi. Desde hace un tiempo deseo utilizar el cuerpo sobre el escenario. Me viene de la época de Medea (2015) y Capitalismo (2013). Voy a hacer un proyecto con Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza en 2006, que tiene su residencia artística desde hace 20 años en Alcalá de Henares. Ha hecho varios espectáculos que combinan teatro y danza. Introduce de manera muy interesante la dramaturgia dentro de la danza contemporánea. Yo misma le dije: «Me muero por bailar». Y él me avisó: «Ten cuidado con lo que dices». Vamos a hacer un espectáculo para la temporada de 2019-2020 del que estoy muy ilusionada.

P ¿También contará con peso femenino?

R Cómo no (ríe). La obra, titulada Juana, recopilará a todas las Juanas de nuestra historia. Ese nombre es sinónimo de fuerza. En la pieza estarán Juana la Loca, Juana de Arco, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana la Beltraneja... Muchas han acabado en la hoguera o encerradas de por vida. Todas ellas se han rebelado contra su destino.

La vuelta de Nora. Teatro Olympia. Del 10 al 20 de enero,