Este año han tocado Navidades lejos de España. Por lo general para el expatriado español las Navidades son las anheladas fechas de retorno a la patria. Entre el 19 y el 22 de diciembre se produce un verdadero éxodo de españoles que bien recogió algún telediario apostando su cámara frente a la puerta de llegadas del aeropuerto de Madrid. No volverán hasta pasado el día de Reyes. Los que este año no hemos podido hacerlo nos quedamos irremediablemente con cierta dosis de nostalgia en el alma como si fuera inherente al hecho de ser español. Sin embargo ello me ha permitido ver cómo se viven las Navidades en otras latitudes.

La cultura española y la mexicana son tremendamente similares, no en vano los españoles estuvimos 300 años por aquí. Para el mexicano las Navidades también son sinónimo de familia aunque la connotación religiosa se mantiene más fuerte que en nuestra cada vez más laica España. Desde el dieciséis de diciembre comienzan las «posadas navideñas» que representan el peregrinar de José y María en busca de cobijo en su camino a Belén. Tradicionalmente en los pueblos se representa ese peregrinar pidiendo posada de casa en casa hasta reunirse en una última casa, acordada previamente, para llevar a cabo el festejo. Durante el camino se cantan villancicos, las letanías para pedir posada y se reza. Pero en las ciudades la posada es sinónimo de reunión familiar en la que se cantan villancicos, se reza, se come en familia y culmina con la piñata. En algunas se mantiene lo de dividirse en dos grupos, unos representando a María y José, que piden posada, y otros ubicados tras una puerta representando a la gente que la deniega. Hay posadas también específicas para niños y en ellas se reza, se comen buñuelos de chocolate y se rompe la piñata. Aunque la piñata no es originaria de México sino de China todos la asociamos a la cultura mexicana. Al parecer fue el navegante italiano Marco Polo quien la introdujo en Europa y luego los monjes españoles que querían evangelizar a la población indígena quienes viendo una tradición similar en los aztecas en veneración a Quetzalcoatl la introdujeron en el Nuevo Mundo.

La piñata navideña típica es la de siete puntas, una por cada pecado capital, de barro o de papel. Está recubierta de papeles vistosos en representación de la tentación y se la golpea con los ojos vendados cantando una cancioncilla. Se rellena de dulces o fruta confitada que caen al ser quebrada. Todo ello no es más que la representación de la lucha del hombre contra la tentación. Quien con fe ciega golpea con su virtud la tentación recibe la bendición de Dios. Ese juego inventado por los monjes gustó mucho y poco a poco fue ampliando su presencia a otros festejos. La piñata es un elemento básico de las Navidades mexicanas. Además de la piñata los elementos típicos de las posadas son los aguinaldos, el ponche de frutas navideño con tequila o sin él, los tamales, las conservas de tejocote, y demás fruta confitada, y la ensalada navideña. Aunque en realidad cada familia hace la posada un poco a su manera. Tras las posadas vienen la Nochebuena y la Navidad con sus misas y comidas respectivas.

Al igual que en España las Navidades continúan con la celebración de la Nochevieja: fuegos artificiales, 12 uvas, más cenas familiares, fiestas multitudinarias en lugares públicos y vinos espumosos... No tienen ningún campanario como el de nuestra plaza del Sol de Madrid, ni arman tanto jaleo como nosotros, pero también comen uvas, una por cada mes del año, al tocar la medianoche. Otro de los elementos característicos de México es el famoso «recalentado» que consiste en compartir con los mismos u otros comensales las sobras de la cena del día anterior. Asimismo en zonas donde la población indígena es dominante suelen mantenerse tradiciones que entroncan con las creencias de las culturas prehispánicas como el encendido de lumbradas (hogueras) en determinadas zonas del centro del país o la construcción en la calle, sobretodo en el Yucatán, de muñecos a imagen de un viejito al que se prende fuego al finalizar al año. Lo viejo se quema en el nuevo año que llega.

La celebración de los Reyes Magos es más habitual en la Ciudad de México y el centro y sur del país que en el Norte donde Santa Claus les ha ganado todo el terreno bajo la influencia de los americanos. No hay cabalgatas como las españolas pero sí se organizan diferentes eventos el día seis, se come chocolate caliente y el famoso roscón de Reyes que tradicionalmente lo hacían las monjitas y que desde Francia en el siglo XIV se introdujo a España y luego vino hasta América. El roscón esconde un muñequito que representa al niño Jesús y a quien le toca se compromete a pagar los tamales el 2 de febrero día de la Candelaria.

Las Navidades son pues una buenísima muestra de lo que es México, una tierra mestiza donde las costumbres típicas españolas se combinan con otras más antiguas de estas tierras.