Ocupar el cargo de Groom of the Stool fue, desde su instauración en el siglo XVI hasta que se abolió a principios del XX, uno de los más cotizados de la corte real inglesa. La función de quien tenía el honor de ocupar este puesto era literalmente ser la de «limpiaculos del rey». El primer monarca que sintió la necesidad de que alguien se encargase del mantenimiento y limpieza de sus posaderas fue Enrique VII. Por muy raro que esto pueda resultar, el cargo adquirió rápidamente importancia dado que el mozo encargado de las heces pasaba con el monarca unos de sus momentos más íntimos asistiéndole en lo necesario para que éste hiciese de vientre de la manera más relajada y placentera posible. Contrariamente a lo que pueda parecer, éste era un puesto muy codiciado. Caballeros de la corte se peleaban por tenerlo, ya que además de la proximidad que daba con el monarca, a través de este puesto se podía llegar a tener cargos muy importantes.

De aquí parte la idea de la obra producida por la formación valenciana alarcón&cornelles dirigida por Chema Cardeña e interpretada por Rafa Alarcón, Jerónimo Cornelles y el propio director. La comedia comienza cuando el «mozo de escoria» ha caído en desgracia y ha cesado en su cargo. Es entonces cuando dos caballeros (Alarcón y Cornelles) se postulan por sustituirlo. Esta, en realidad, es una historia de traiciones, juegos sucios y que muestran al espectador lo que están dispuestos a hacer. En el escenario se crea una situación cómica, esperpéntica, incluso patética. Al fin y al cabo, están luchando por algo ridículo como ¡retirarle los restos de heces al Rey!

«Me llamó la atención cuando descubrí que había un puesto en la corte inglesa en el siglo XVI que consistía, literalmente, en 'limpiarle el culo al rey'cuando acababa de hacer sus necesidades», cuenta el director. «Con esta idea comencé a escribir sobre la ascensión al poder, sobre cómo las personas somos capaces de utilizar todas las armas posibles para obtener nuestros objetivos. Sobre todo cuando hablamos de política. Todo lo que envolvía a esta historia me pareció una urdimbre interesante con la que crear la fábula que es esta obra».

Basada en hechos reales

La acción transcurre en Londres en el año 1533, durante el reinado de Enrique VIII Tudor, del momento de esplendor de Inglaterra. Dentro de esta obra se muestran personajes históricos reales, como el Tudor en cuestión. En cuanto a los dos caballeros, «uno sí existió, aunque para la obra se ha transformado un poco», explica Cardeña.

El director destaca de la función el trabajo de Alarcon y Cornelles, «ya que han tenido que construir sus personajes de manera que el público vea cómo todo lo que ocurre en la función es algo muy serio y real. Lo más importante es el desarrollo que se hace de los personajes: uno más maquiavélico y otro más simple, más llano... Dos perfiles de personas opuestos que compiten por lo mismo».

En cuanto al vestuario, es una abstracción. Con una indumentaria contemporánea se recrea el ropaje de la época. Esto ha facilitado a la compañía el paralelismo de la historia entre siglos. En cambio, la escenografía sí resulta fiel al siglo XVI. La propuesta espacial se ciñe al gabinete privado del rey, anexo a su alcoba. Aquí se encuentra el aliviador real, el sillón para las «defecaciones de su majestad». Vamos, una letrina.

paralelismo con la actualidad

El director de la función aclara que «la situación que se crea en el escenario es algo perfectamente trasladable a la actualidad. Se reconocen completamente distintos tipos de personas que se dan en la sociedad del siglo XXI. Las opiniones que estos vierten a lo largo la obra, las posiciones que toman... son perfectamente reconocibles hoy en día».

Además, en la obra existe un trasfondo político importante. Su autor asegura: «Tratamos la corrupción, la parte oscura y la escoria que envuelve toda la política. De cómo se utilizan las malas artes en este terreno, provocando que la política deje de ser un servicio público y pase a ser realmente un interés único y partidista».

El limpiaculos del Rey muestra, incide el directo, el egoísmo del ser humano, «presente en todas las épocas». La falta de empatía. Cómo se educa a las personas para competir, destacar y para ser el mejor. «No se nos educa para hacer las cosas mejor. Se nos educa para crear nuestro bienestar propio».

La compañía «espera» que la gente salga del teatro reflexionando sobre «cómo juega el poder con el ciudadano». Cómo no somos nada. Cómo solo somos un instrumento fácilmente de manejar. «En la vida, como en la obra, incluso los que están luchando por disputase ser mejor que el de al lado no se dan cuenta de que también están siendo utilizados. No se dan cuenta de que en realidad no tienen ningún valor», recalca Cardeña.

Esta obra es una fábula que intenta romper el clasicismo. Una comedia divertida en la que se habla constantemente de algo tan repugnante como las heces. El público se podrá divertir, pero a la vez, también meditar sobre el sentido de la vida. Todo esto entre carreras desenfrenadas por obtener el poder.

Sala Russafa. Días 11, 12, 18, 19, 25 y 26 de enero a las 20:30h y 27 de enero a las 19h.