El Teatre El Musical presenta el próximo sábado 9 de marzo a las 20.30h "La voz humana" de Poulenc dirigida y adaptada al castellano por Marta Eguilior y protagonizada por la soprano Paula Mendoza. La propuesta que pone en valor a la mujer creadora se incluye dentro de la semana del 8 de marzo, en una apuesta por primera vez por la ópera en el teatro del Cabanyal-Canyamelar. Un espacio íntimo y cuidado con un instrumento enriquecedor, el piano de la mano de Carlos Calvo, para un aforo reducido a 80 personas que compartirán escenario con soprano y músico.

"La voz humana" es una ópera compuesta por Francis Poulenc en 1958 estrenada en La Ópera Cómica de París el 6 de febrero de 1959. Es una pieza de estilo ecléctico influida por el Pelléas et Mélisande de Debussy, en el que Poulenc consigue aunar en este breve monólogo dramático el placer del canto con la claridad del texto. "La voz humana" resulta ser un ejemplo de total integración de escena, música y texto. Cada gesto, cada palabra, cada respuesta del piano, conforman un monólogo que explora el alma de la protagonista.

A diferencia de la original, la escenografía de la versión de Marta Eguilior queda configurada con una calle, una farola y una cabina de teléfono. Con estos pocos elementos se traza la epopeya de una mujer que, durante el transcurso de la ópera, va pasando de la espera, a la esperanza, a la desesperanza y a la desesperación. Poco a poco, se nos va desentrañando el drama de una mujer abandonada por su amante con quien mantiene durante toda la representación una conversación telefónica en la cual se va conociendo gradualmente los motivos de la ruptura, a la vez que se desvela el mundo interior de la protagonista.

De esta forma "La voz humana" se erige como un poderoso monólogo que explora el alma de la protagonista en esta tragedia lírica en un acto para un solo personaje femenino que muestra a la intérprete conversando telefónicamente con su amado, recreando las vivencias del tiempo que ha pasado sin él y poblándose de hermosas declaraciones de sentimientos amorosos por parte de ella.

"La pieza nos habla de sueños y frustraciones de personas de cualquier clase social pero que parecen mixturarse hasta terminar siendo una masa homogénea en ese habitáculo reducido e íntimo. Por otro lado, la resignificación del espacio: cambiando el mundo para dormir, para practicar el sexo, dormir y llorar de un salón y/o habitación, a una calle, en la que la verdad de uno mismo queda expuesta ante la atenta mirada de cualquier transeunte. En definitiva pretende ser reflejo de cómo el sufrimiento por amor nos hace a todos subordinados. Humanos. A todos, sin distinción", explica la directora Marta Eguilior.