Una de las ventajas de vivir en México es, sin duda, la cercanía del Caribe. Las menos de dos horas de vuelo desde cualquier gran ciudad de la república resultan especialmente impagables durante los rigores del invierno.

Mi destino en esta ocasión es Holbox, al norte de Quintana Roo, parte de la reserva natural de Yum Balam. Un pequeño paraíso que aún conoce poca gente. Holbox, cuyo nombre en maya significa agujero negro, es una pequeña isla absolutamente llana de 40 km de largo por dos de ancho rodeada de playas maravillosas. La habitan poco más de mil personas y a menudo, en época de huracanes, debe ser evacuada .??La isla siempre ha estado poblada por pequeñas tribus mayas que se dedicaban a la pesca, primero del tiburón y desde los años 80 de langosta, pero actualmente su principal fuente de ingresos es el turismo. El uso del coche está prohibido y ello concede a la isla un encanto especial. Todos los traslados se deben hacer andando, en bicicleta o en cochecito de golf. No hay calles asfaltadas y la totalidad del pueblo se levanta sobre la misma arena de la playa. Por otro lado, la mayor parte de la isla sólo es accesible por vía marítima.

Para llegar hasta este remoto lugar lo más habitual es aterrizar en Cancún y hacer el trayecto, de unas dos horas, en coche. El recorrido se traza a través de una selva que en determinados tramos da la sensación de engullir la carretera. La calzada es buena al principio y llena de socavones los últimos 40km una vez pasado Kantunilkín. Llegados al puerto de Chiquilá y una vez aparcado el coche te esperan los ferris que cada media hora te acercan a la isla. También existe, por supuesto, la opción de hacer el mismo recorrido en autobús.

?En Chiquilá se goza de las primeras vistas del hermoso color verde de la laguna Yalahau. Esta laguna separa la península de la diminuta isla que ya se vislumbra en el horizonte. El puerto de Chiquilá recuerda mucho al de Formentera pero el de los años 80. Todo en Holbox rezuma, en realidad, cierto olor a la Formentera de antes.

Tras una travesía de unos 30 minutos te recibe un pintoresco puerto pesquero y los taxis/cochecitos de golf. La ciudad es pequeña, sería más justo calificarla de pueblo, aunque ha crecido mucho impulsada por un turismo fundamentalmente europeo. De hecho hay una amplia colonia europea que regenta buena parte de los restaurantes y hoteles del lugar. Nada tiene que ver este sitio, donde ninguna edificación supera las tres alturas, con los inmensos rascacielos de Cancún.

?En Holbox abundan los restaurantes de comida healthy de estilo fashion desenfadado combinados con cantinas mexicanas donde el reciclaje en el mobiliario adquiere la categoría de arte. Merece la pena probar la langosta que te ofrecerán hasta en la pizza y está deliciosa. Las grandes cadenas hoteleras no han podido llegar hasta aquí por lo pequeño del lugar pero se encuentran bonitos hoteles boutique de calidad.?

Desde 2014 se lleva a cabo un festival internacional de pinturas murales que atrae a artistas de todo el mundo. El resultado, visible por toda la población, es más que llamativo. ?

La puesta de sol es la única cita ineludible ya sea para verla desde el espigón de la playa de Holbox o preferiblemente desde Punta Cocos. Aparte de ello este es un lugar para descansar, leer, pasear por la playa, hacer alguna excursión en barco y degustar buena comida€ ¿qué más podría uno pedir?

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