Hay refranes que no se pueden aplicar a todo el mundo. Vayamos a un ejemplo: «aprendiz de todo, maestro de nada», un dicho que, en ningún caso, refleja la trayectoria de Carlos Moro, fundador del grupo de Bodegas Familiares Matarromera. Carlos, ingeniero agrónomo vallisoletano que este año alcanzará los 66, ha destacado en todo lo que se ha propuesto. En 1988 culminó el sueño de autogestionar el legado familiar de varias generaciones en forma de viñedo creando la Bodega Matarromera. Siete años después, la primera cosecha de su emblemático tinto Matarromera (DO Ribera del Duero) era nombrado mejor vino del mundo. En la actualidad, el grupo tiene presencia en seis denominaciones de origen españolas y sus vinos se disfrutan en más de 80 países liderando, además, proyectos vinculados con la investigación y el desarrollo -sobre todo en lo relacionado con los vinos sin alcohol- con los que ha logrado reconocimientos como el Premio Nacional de Investigación otorgado por el Ministerio de Economía y Competitividad hace algo más de dos años.

Viticultor y bodeguero, acaba de publicar el libro Pasión por la tierra, pasión por la empresa (Ed. Deusto), una obra bien resuelta, de ágil y amena lectura, que tiene un poco de autobiografía, pero también de motivación y autoayuda. «Había llegado a mis manos un libro del grupo Planeta que me llamó la atención y me propusieron contar mi historia, mi trayectoria empresarial. En un primer momento no pensé que cristalizase la idea, pero en la editorial me animaron», afirma Carlos Moro, que añade que «no he perseguido nada especial con este relato, solamente plasmar mi experiencia vital y contar cómo hemos logrado pasar de ser una pequeña bodega familiar a crear un sólido grupo empresarial que basa su desarrollo en la calidad y la diferenciación».

En sus más de 200 páginas, el libro de Carlos Moro habla del viñedo, de la tierra, del origen... pero también de la innovación, la excelencia, la diversificación, el valor del equipo, la fuerza de la comunicación, el compromiso social y el apoyo a nuevos proyectos de jóvenes emprendedores; aunque para su autor, si hay algo de lo que sentirse orgulloso, es de «haber contribuido a dinamizar las zonas donde se ubican nuestras bodegas, dando trabajo a más de 400 familias y poniendo nuestro grano de arena para evitar la despoblación en zonas rurales».