Ahora se siente una persona «completa», dueño de su presente y su futuro. Libre. Jaime Alguersuari, a pesar de lo que pueda parecer, lo ha pasado mal. Muy mal. El automovilismo, y más concretamente la Fórmula Uno, no ha sido un paraíso para él. Dice que ha aprendido de los desengaños y descubierto que la única forma de sentirse pleno es «trabajar por los sueños». Ahora, productor de música y Dj, ha escrito su historia «Reinvéntate. Cómo pasé de la Fórmula 1 a la música». (Alienta Editorial)

P Ahora que te has reinventado, ¿eres feliz?

R Eso no se puede responder con un monosílabo. Lo primero es definir qué es la felicidad. Para mí es una actitud. No es que antes fuera menos feliz, pero es que antes mi definición era diferente. Felicidad significaba éxito o fama. Ahora ha cambiado. Lo que sí puedo decir es que me siento una persona más completa en todos los sentidos.

P Reivindicas que nunca es tarde para reinventarse.

R Claro. En mi caso, no tiene nada que ver el hacer música con conducir coches. Cuando corría, no sabía que era encender un ordenador y sin embargo ahora hago música y me he ganado un respeto. Creo que he subido un escalón en mi vida y siento que estoy consiguiendo cosas. Hay que creer en uno mismo para conseguir cosas a través de la ilusión, la motivación y la felicidad, es decir, de la actitud frente a afrontar determinadas cosas.

P ¿Eres un hombre de acción-reacción?

R Bastante, aunque intento cada vez meditarlo un poco más. Soy un poco impulsivo y me gusta reaccionar cuando siento que brota algo dentro de mi.

P ¿Siempre has tenido vocación musical?

R Fue algo orgánico. Empezó como un juego, como también empezó lo de las carreras. Yo lo que busco es disfrutar de mi trabajo. Cuando con siete años me ponía el casco y corría en el karting siempre lucía una sonrisa bajo del casco y eso nunca hay que perderlo. De pequeño todo se vive desde otro punto de vista, eso es la verdad, pero abogo por no perder nunca esa sensación.

P ¿Qué es para ti la música?

R Un lenguaje universal que, puedes o no entender, pero respetarlo. Yo puedo sacar un disco y, una persona que no habla mi idioma y con una educación distinta a la mia, puede sentir lo mismo que yo. Eso me parece extraordinario. La capacidad de poder crear sonidos que al final son frecuencias que juntas y mezcladas hacen música me parece brutal. La música es amor y el amor lo es todo, el arma más fuerte y potente del planeta. Todos necesitamos de la música. ¿Conoces a alguien a quien no le guste la música? Yo no. La música une y conecta y me parece extraordinaria y necesaria para nuestras vidas. Creo que es una manera de conectarnos espiritualmente, de estar en comunidad, de compartir sentimientos.

P ¿Te torturó mucho decidir abandonar el mundo del automovilismo?

R Sí, fue difícil porque estaba en mi mejor momento físico, técnico y profesional y me echaron. Y no entendía el porqué. Hay que aprender a estar preparado para todo en la vida. Lo que me pasó fue una oportunidad para entender y asumir que todo puede cambiar de un día para otro. Ser consciente de esto, ayuda a valorar lo que tienes y sentirte un privilegiado. Ojo, me costó tiempo asimilarlo. Yo, en mi cabeza, quería ser campeón del mundo y creía que podía ser posible, pero no. Después de todo, miro atrás, y sé que fui un privilegiado.

P Sí, pero en el libro confiesas que en un mundo «perfecto», vivías «con odio». Muy duro.

R Una de las cosas que he aprendido haciendo música es que hay que quitarse el rencor porque no lleva a ningún lado. El que te hace daño, en el fondo, tiene un problema con él mismo. Cuando llegas a entender esto vives más tranquilo. Somos mucho más que nuestro propio yo.

P La vulnerabilidad que ahora trasmites contrasta con el ego desmedido e incluso la prepotencia que transmiten los pilotos en la Fórmula uno.

R Sí, debería haber un gris. Vivimos en un mundo capitalista que no es solidario y que yo no puedo cambiar, pero sí puedo dar mi opinión. Yo he vivido un caso extremo. Era un personaje que ahora ya no lo siento. Un personaje al que se le creó y educó de una cierta manera en un entorno muy hostil, capitalista y banal, del que yo salí no voluntariamente.

P Pero al final, escuchando tu relato, Red Bull te hizo un favor al prescindir de ti.

R A final lo veo como algo positivo. Ahora me conozco más a mí mismo y me he hecho la pregunta clave de quien soy y qué quiero ser. Me he preguntado que quién era y yo no quería ser esa persona. Necesitaba otro tipo de energía y otra actitud ante la vida.

P Al automovilismo llegaste animado por tu familia y, quizás por ello, ahora aconsejas a los padres que no empujen a sus hijos a hacer lo que no quieren.

R He visto, y así lo cuento en el libro, a padres que han forzado a los hijos y han llegado incluso a insultarlos, cuando estaban corriendo. No debe prevalecer la voluntad del padre, no deben decidir por ti. Cada uno debe preguntarse qué es lo que quiere hacer con su vida. Si uno quiere ser astronauta, por qué se tiene que privar de ello. Hay que soñar en grande. A veces, los padres ponen obstáculos para que los hijos acaben haciendo lo que ellos quieren pensando en un futuro que se basa, entre otras cosas, en ganar mucho dinero. Me gustaría que se ayudara al niño a ser lo que quiera ser y potenciar eso.

P Reconoces que no dormías tranquilo y que vivías un constante «sabotaje interior». ¿Te sientes ahora libre?

R Sí, me siento libre y duermo muy bien. Creo que me siento en el mejor momento de mi vida.

P Aunque parezca surrealista, ¿te llegaste a sentir en algún momento un desgraciado?

R Vaya preguntita... En plan, soy un desgraciado... no sé.

P Lo decía porque tu vida la dirigían otros y, en el fondo, un piloto vale lo que vale su coche.

R Si la pregunta va por ahí sí, pero lo de desgraciado suena mal. Cuando te pasa esto, el sentimiento de frustración es bárbaro. No te lo puedes llegar ni a imaginar. Y esto lo he hablado mucho con otros pilotos. Al final, si no ganas te echan. Yo no tenía un banco detrás ni nadie que me dijera 'tranquilo, tranquilo, que vamos a seguir pagando'. Yo estaba en una empresa en la que, si no ganaba, al palco. Aquí, si yo no me como su pan, ellos se comen el mio. Yo he vivido con presión desde que tenía quince años. Cuando llegas a la Formula Uno y te das cuenta de que por primera vez no estas en un campeonato para ganar,... asimilarlo es complicado porque ahí gana el que tiene mejor coche. Acostumbrarse a estar entre el 15 y el 16, cuando vienes de competir con coches iguales y ganar es duro. Sentía que ellos eran las estrellas del rock y yo, como tu has dicho, el desgraciado que acababa el decimoquinto. Al que compite no le gusta quedar ni quinto. La sensación de frustración antes de que empezara el fin de semana era bárbaro. Tu sabes tu posición y tienes que rezar para que se den abandonos, caiga lluvia o salgan cocodrilos para poder estar tu lo más adelante posible.

P ¿Qué sentiste el día que dijiste 'ya, hasta aquí'?

R Uf, ¿sabes cuando entras por primera vez en un piso nuevo y vacio y piensas que lo tienes que rellenar? pues eso, hice un proceso de construcción de mi futuro.

P Y una persona tan competitiva como tu, ¿en qué descarga ahora la adrenalina?

R La vida es una competición pero el arte no porque no hay una clasificación, simplemente existe una variedad y eso es increíble. Yo no puedo decir que algo es malo si a ti te gusta porque hablamos de sentimientos porque la música es un sentimiento que está vivo. Los valores de la competición, como la disciplina, el rigor o los horarios, no los he perdido

P ¿La música te ha vuelto a conectar con la realidad?

R Sí, total. La música me ha conectado con el mundo, conmigo mismo y con la sociedad.

P Acaba de arrancar el Mundial, ¿cómo lo vives desde la barrera?

R Miro los resúmenes de vez en cuando y poco más. No soy un seguidor fiel.

P Y como espectador, ¿con qué deporte disfrutas?

R Las motos. Miro los entrenos, las carreras... todo, lo sigo todo. Me gustan mucho.