Ya me ha sucedido dos veces en México que durante el transcurso de una conversación y tras reconocer mi condición de española mi interlocutor me ha interrogado sobre la lengua que se habla en mi país. Ambas personas desconocían que en España se hablara español. Aunque pueda parecer exagerado no lo es y en ambos casos se trataba de gente de nivel cultural medio. Una encuesta realizada en 2015 el día en que México celebra su independencia me esclareció lo que se me antojaba inaudito: 50% de los encuestados no sabía de quien se había independizado México, el 32% respondió correctamente y el 13% pensaba que había sido de Estados Unidos. De cada 10 mexicanos sólo 3 sabía que esta tierra, para bien o para mal, fue un día España y que por eso hablan español.

Desgraciadamente tanto México como España cometen el triste error de olvidar deliberadamente una rica historia común para facilitar la construcción de un relato que sea más acorde a las necesidades políticas del momento. Pero como amante de la historia me parece una verdadera aberración esa promoción de la amnesia histórica porque nuestro pasado compartido merece ser estudiado. Con sus luces y sus sombras.

Permitidme que os hable de alguna de sus luces. Pocos años después de llegar a América los exploradores españoles consiguieron cumplir el sueño colombino de unir Europa con Asia y se inició una ruta de comercio Asia-América-Europa que se mantuvo en funcionamiento hasta 1821 cuando México se independizó. Se trataba, ni más ni menos, que de la primera ruta estable de comercio global.

La ruta de ida hacia Asia la trazó Magallanes en 1521 llegando a las Filipinas aunque no fue hasta 1564 cuando Legazpi asegurara ese territorio asiático para la Corona de España y Urdaneta encontrara una ruta de retorno a América desde Asia. A partir de entonces Sevilla, Veracruz, Acapulco y Manila, se convirtieron en los puertos más importantes del mundo. El Galeón de Manila surcaba el Pacífico cargado con todo tipo de riquezas: especias, delicados tapices, seda y porcelana china, perfumes de oriente, alfombras persas€ Riquezas que se pagaban con la que sería la primera moneda mundial, el peso de plata español, cuyo material era extraído de las minas de México y Perú. Ese cargamento era transportado en una flota de inmensos galeones de hasta 50 metros de eslora hasta Acapulco en un peligroso y largo viaje de unos 5 o 6 meses. Parte de la mercancía se quedaba en México y el resto se trasladaba por tierra hasta Veracruz desde donde la Flota de las Indias la embarcaba nuevamente rumbo a Sevilla. Y de allí a toda Europa. Durante más de 250 años México, o lo que entonces se llamaba el virreinato de la Nueva España, fue el epicentro del comercio mundial. Todas las riquezas pasaban por sus tierras en un esfuerzo logístico sin precedentes. Toda la exploración del Pacífico del XVI al XIX y ese riquísimo comercio del que he hablado es parte de la historia de España y por supuesto también de la de México. Convendría no olvidarlo.