Un hombre que acaba de dejar de fumar, después de haberle dado muchas vueltas y lo hace, con determinación y lo consigue sin ayuda. Eso sí, tiene algo de ansiedad y come, entre horas muchos frutos secos. Ha sumado algo de peso a un cuerpo al que le sobraba ya algún kilito.

Una niña que es buena estudiante y trae las notas a casa, son todo nueves y dieces. Su padre, orgulloso le pregunta solo por los dieces.

Una mujer que tiene a sus hijos jugando en casas de amigos el día de la madre, y pasa el día a solas con su marido, con el que hace el aperitivo mientras leen el periódico, como en los viejos tiempos. No recibe ningún regalito.

Una mujer que ha tenido una reunión en la que ha surgido un proyecto de colaboración súper interesante, y que lleva una semana sin tener noticias de la otra parte.

Un hombre que dirige un equipo joven cuyos miembros están aprendiendo y se nota su evolución. Por su parte, los jóvenes a veces no cumplen su palabra.

Otra mujer que tiene que hacer una presentación ante doscientas personas, y que busca conectar con su capacidad de ser natural, mientras se dice que debe vigilar sus paseíllos por el escenario...

Un niño que llora porque no le dejan usar una tableta, después de haber pasado la tarde jugando con su mejor amigo.

Una pareja que se ve sólo algunos de los mediodías, puesto que ambos son divorciados con hijos y cada uno se vuelve a su casa cada noche.

Una segunda "pareja" que apenas se ve, pues ambos tienen muchas responsabilidades y viajan a menudo. Los fines de semana casi siempre hacen planes en familia.

¿Qué tienen todos ellos en común? En ellos coexiste la abundacia y la escasez. Es decir, hay aspectos satisfechos o presentes, y también hay aspectos no satisfechos o que faltan.

Siguiendo con los ejemplos, en la escasez estarían el ganar peso, los nueves que son ignorados, los hijos ausentes, la imposibilidad de usar la tableta, los incumplimientos, la falta de noticias sobre el proyecto, el excesivo paseo por el escenario o el tiempo que las parejas no pasan juntos. En la abundancia, por su parte, estarían el dejar de fumar, los dieces, el aperitivo tranquilo, la tarde de juegos con el amigo, la evolución profesional de los jóvenes, la oportunidad de colaborar en un proyecto expresada en la reunión, la naturalidad para hablar en público, o el tiempo que sí que pasan las parejas juntos.

Por diferentes razones, las personas a menudo caemos en la trampa de ver sólo aquello que falta o aquello que no es como nos gusta. Ello nos genera sensación de frustración, tristeza, miedo, rabia, y ante todo, la sensación de que las cosas no van bien, por el camino que desearíamos. Desde esa mirada, animarse es francamente difícil. De hecho, el efecto puede ser el de parálisis, de falta de empoderamiento, de autocrítica profunda y el tipo de decisiones que se toman desde ahí quedan lejos de generar oportunidades de disfrute e impulso para conseguir aquello que se desee conseguir.

Por el contrario, poner la atención en la abundancia, en lo que sí que se ha conseguido o existe, puede insuflarnos un chorro de energía para afrontar los retos que nos planteamos. El «pero no...» se deja a un lado a la hora de valorar una situación y se sustituye por el «qué bien que...», y seguir avanzando.

Además, lo que sí que hay o se ha conseguido tiene una dimensión de realidad que no puede, en muchos casos, afirmarse de lo que falta ya que, si falta, no ha sucedido y basamos nuestra consideración en una proyección de que lo que falta nos haría felices. Por ejemplo, ¿cómo saber que perder peso y las renuncias que ello supondría, sacar más dieces a costa de más horas de estudio, pasar el día con los hijos, etc. son las mejores opciones para nosotros? Son sólo relatos que nos contamos sobre lo felices que nos haría conseguirlo y, sin negar que pueden efectivamente proporcionarnos satisfacción, no debemos olvidar que la idea de felicidad que le atribuimos a conseguirlos es una mera proyección...

Así, basar nuestro desánimo en proyecciones nos puede trasladar a la casa del terror (las personas somos especialmente habilidosas en elaborar teorías sobre lo terriblemente negativo de algo que creemos que falta). Por eso, como alternativa, sugiero poner el foco en la abundancia, en lo que realmente sí que hay o se ha conseguido y coger el impulso que da la alegría, para seguir alcanzando nuestras metas.

Y tú, ¿abundas o escaseas?