e familia de artistas Cecilia Gessa bebe este arte desde bien pequeña. Su bisabuelo Sebastián Gessa, «el pintor de las flores», deja parte de su legado en los frescos del Palacio de Linares y su abuela, Fina Gessa, fue una talentosa actriz de teatro y zarzuelas. Ella, casada con el también actor Carlos Bardem, compagina su faceta actoral con la dirección y producción de obras de teatro.

Casi todos tus proyectos están protagonizados por mujeres fuertes. Eres feminista militante.

No lo hago de forma consciente ni adrede. Me guio por mis impulsos y por lo que quiero y cómo lo quiero contar. Es cierto que soy muy promujer pero sobre todo estoy muy a favor de la igualdad en derechos. Creo que debemos llegar a un acuerdo justo y que el arte y el teatro es una buena herramienta para reivindicarlo. Deberían de haber más personajes fuertes y mujeres sobre las que recayeran las tramas. Yo apuesto por mujeres que defiendan papeles que tengan su desarrollo, su complejidad y que tengan una evolución porque muchas veces a las mujeres solo nos dan personajes que solo acompañan al personaje protagonista masculino.

Háblame del feminismo dentro del mundo del arte dramático.

En los últimos años se ha dado una evolución aunque creo que no hay que bajar la guardia y sí seguir luchando cada día. Si nos confiamos, y porque desgraciadamente vamos a tener una resistencia, nos estancaremos. Hay que insistir y estar visibles. Hay mucha mujer productora y directora pero que está en la sombra y no se le da visibilidad. Siento que estamos avanzando porque somos muchas mujeres al pie del cañón pero no nos autoreivindicarnos ni nos sentimos orgullosas de estar donde estamos por nuestros méritos. Lo que sí creo firmemente en que, entre nosotras, debemos apoyarnos mucho.

¿Las mujeres somos nuestras peores enemigas?

Efectivamente, lo creo y lo he vivido en primera persona. Y no solo con impedimentos por parte del género masculino. Parece que un hombre sí puede ser actor, director y productor pero parece que una mujer debe elegir entre una de las facetas cuando, según el proyecto que llevas entre manos, puedes hacer una cosa u otra. Abogo e insisto en utilizar las redes sociales como una pequeña herramienta con la que difundir nuestro mensaje y mostrar nuestra lucha. Y sí, me siento parte activa de esta lucha y cada vez me siento más fuerte.

Parece que cada vez son más las mujeres que dan el paso y producen sus propios proyectos.

¿Sabes lo que pasa? Yo no soy una persona a la que le guste quedarse sentada esperando a que la llamen; para mí la producción viene unida a lo que es la dirección y el actuar. Yo lo veo como el trámite necesario para sacar adelante el producto. Producir te obliga a aprender mucho sobre planificación, gestión... Ahora ya no espero a que me llamen, llamo yo. Levanto y elijo los proyectos que me interesan.

¿Es difícil producir en este país?

Sí, difícil es porque te encuentras muchos impedimentos. Si no tienes un patrocinio o una ayuda fuerte detrás todo es más complicado. Llevo dos años con mi productora y estoy contenta pero aun es pequeña y estoy creciendo. Cuando algo se quiere hacer bien hay que construir sobre una buena base. Además de las obras de teatro tengo un proyecto audiovisual en el que, ahí sí, necesito aliarme y coproducir con alguien que esté más afianzado porque si no, por muy bueno que sea el producto y que yo sea competente, no va a ser posible sacarlo adelante. Respecto a las ayudas tampoco hay tantas. Ser productora supone una parte burocrática que a mí es la que menos me agrada.

Completa: la cultura y las artes están en un momento?

Pues depende. El teatro no tiene nada que ver con el cine, la televisión o las series. Al final, tu levantas un proyecto pero nunca sabes si va o no a funcionar y eso es casi una lotería. Si eres una empresa fuerte e inviertes en publicidad tienes más posibilidades de recuperar la inversión. Por ello, en España, las empresas pequeñas asumimos más riesgos. Yo estoy contenta porque todos los objetivos que me estoy marcando los estoy cumpliendo.

Diriges, produces y actúas. ¿En qué faceta te sientes mejor, qué te aportan, qué te quita el sueño?

Son distintos tipos de presión. Para mí, la dirección es pasión absoluta. Requiere de mi concentración al doscientos por cien porque me apasiona tanto que me olvido del mundo, estoy por y para ello. Me encanta. Me gusta todo el proceso en sí, desde que se me ocurre una idea hasta los ensayos, cuando pienso quién quiero que sean los protagonistas, dónde quiero mandarlo para que se vea... Levantar el proyecto me encanta porque cada fase tiene algo mágico. La producción es un trámite pero es lo que te acerca al objetivo final. Lo que me ocurre ultimamente es que visualizo y focalizo y sucede.

Proceder de un entorno artístico ¿es un estímulo o un lastre?

He pasado por muchas fases en mi vida y de alguna manera siempre he estado ligada al mundo del arte. En algún momento he querido ir hacia otro lado y es como que no me han dejado. Creo en el destino y en los cimientos más puros. De pequeño iba a ver a mi abuela, a mi padre, a ver zarzuelas, teatros... Sí creo que la vida me ha enseñado a saber qué es lo que quiero y qué es lo que no quiero. He ordenado mis ideas y me siento fuerte y segura. Sé en la dirección que tengo que ir y ya no me mareo. No sé si será la edad pero tengo claro qué quiero.

Apoyas, junto a tu marido (Carlos Bardem), la campaña de Greenpeace «Protege los océanos»

[interrumpe] Esto me provoca muchos sentimientos. Todos deberíamos aportar nuestro pequeño grano de arena con pequeños gestos del día a día que, si se suman, son enormes. Preservar el medio ambiente debería ser una obligación. Ojo que lo que está pasando ya no tiene cura y lo estamos comprobando con el cambio climático y los desastres naturales que de forma inexplicable están sucediendo y que son síntomas claros de que nos estamos cargando el planeta. Greenpeace hace una gran labor y yo la apoyo.