Es uno de los hombres más guapos de España y quizás, el modelo español más internacional de la historia. Pero en Lo nunca visto, el camaleónico Jon Kortajarena se despoja de su belleza y porte, para interpretar a un «guiri», de lo «más guiri». A las órdenes de Marina Seresesky y junto a Carmen Machi y Pepón Nieto, el bilbaíno protagoniza esta comedia en la que se habla con humor del gran problema de la despoblación y los prejuicios a la hora de aceptar a aquellos que son diferentes a nosotros.

¿Te has sentido alguna vez un guiri?

Muchas, que yo recuerde, la primera vez fue cuando con diez años empecé a ir a la escuela en Lanzarote. Allí viví de los 10 a los 15 años. Mi acento era distinto al de la gente de allí y me sentía diferente. Luego, cuando trabajaba de modelo y no hablaba un ingles fluido, también me sentía bastante guiri porque me era complicado comunicarme. Pero claro, son situaciones diferentes al del guiri de la película.

¿Qué es Lo Nunca visto ?

Es una comedia en la que se ve y se trata cómo los pueblos se quedan despoblados y de cómo hay que buscar soluciones para que eso no pase. Quizás las soluciones no son del agrado de todos pero al final, y aunque los inicios sean complicados, las dos partes se enriquecen. Esta película es divertida pero lo importante es que deja un mensaje social y un poso que hace pensar.

Es una realidad, triste, pero real.

La película está basada en un estudio realizado sobre pueblos deshabitados y cómo se podían repoblar. Se probó con gente de Siria y la conclusión fue que, ni los del pueblo querían a los sirios, ni los sirios querían a los del pueblo. De ahí parte esta comedia aunque con un final diferente. Creo que es interesante ver cómo las dos partes se pueden entender aunque la adaptación, muchas veces, es complicada.

Es toda una lección de vida y una visualización de los perjuicios que hay hacia los negros.

Es una comedia y se trata el tema de una forma ligera pero el mensaje es importante y, además optimista.

¡Qué importante es que a uno, independientemente del color de su piel, gustos o demás, se le reconozcan sus derechos!

Absolutamente, pero también el abrir tu mente porque muchas veces hay que salir de los clichés y de los perjuicios que tenemos. Cuando somos capaces de superar esto, podemos llegar a soluciones muy interesantes.

De esto deberían aprender mucho nuestros políticos.

Pues sí, esa sería una buena lección, lo que pasa es que en los pueblos la gente se escucha y hay comunicación y diálogo y, muchas veces, en la política el diálogo no existe y todo es bastante más frustrante.

¿Cómo ha sido trabajar con actores como Carmen Machi o Pepón Nieto?

Jo, una maravilla. Como actor siento que he aprendido mogollón porque me han ayudado mucho. Son actores con los que se puede hablar, con los que puedes compartir tu forma de ver la historia y ellos te ayudan a enriquecerla y te dan otro punto de vista. Ha sido una experiencia bárbara en la que además me he reído y pasado superbien. Ha sido un lujazo. Son actores que tienen una trayectoria profesional impecable y me siento muy agradecido.

Sabes rodearte bien, en «Alta mar» compartes protagonismo con Sacristán. Otro maestro.

Y con Eduardo Blanco. Estoy muy contento. Siento que en los pasos que voy dando estoy muy acompañado y eso me hace ir creciendo.

¿Siempre quisiste ser actor?

Siempre. De pequeñito le dije a mi madre que quería ser actor y me dijo que 'genial, pero que en otro momento'. Vivíamos en Bilbao y no me podían mandar a Madrid a la escuela. En casa me animaban a estudiar una carrera y que, si el día de mañana quería ser actor, ya veríamos. Casualidades de la vida empecé a trabajar de modelo y me centré en eso. En cuanto vi la oportunidad de conseguir el sueño de mi infancia me lancé a él. Cuando hice Un hombre soltero trabajé desde la intuición y fue cuando me di cuenta de que, si quería ser respetado como actor y sentirme seguro, tenía que formarme. La intuición es un plus pero también se necesita tener una técnica.

¿Qué sentiste cuando Tom Ford te llamó y te propuso materializar ese sueño?

Fue increíble. Sentí muchísima alegría y a la vez muchísimo miedo porque era algo que estaba ahí pendiente y muchas veces los sueños dan miedo. Hay ciertos miedos que hay que evitar porque sabes que te harán daño o que te bloquearán pero con el miedo que sabes que te va enriquecer hay que cerrar los ojos, saltar al vacío y ver qué pasa. Y eso es lo que hice, y la verdad, siento que fue un acierto. Lo tenía pendiente. Si no me hubiera gustado, por lo menos, me hubiera quitado esa espinita, pero salté, me gustó y desde entonces lo que he hecho ha sido sumar. Estoy muy contento.

Además eres un actor camaleónico.

Es lo que intento y lo que más me gusta. Me interesa pasar de un personaje a otro y que cada personaje sea distinto al anterior para ir experimentando cosas diferentes. Si todo fuera parecido sería un poco aburrido. En Pieles, de Eduardo Casanova, hice de un chico que estaba completamente quemado y eso me permitió ponerme en la posición de quién soy sin mi físico; fue algo mágico porque yo conectaba con el tipo que veía a través de los ojos, del alma. Esa experiencia me ayudó a tener otra perspectiva de la vida y a cuestionarme otras cosas. Esos papeles te dan un enriquecimiento personal muy importante y a mi me hacen sentir como un hombre con más capas.

De todas formas, ser modelo también significa interpretar.

Es interpretar y defender. Cada modelo trabaja de una forma diferente. Yo cada vez que me enfrentaba a un trabajo como modelo intentaba interpretar y transmitir emociones, pero son profesiones totalmente diferentes, y no tienen nada que ver. Eso sí, hay ciertas herramientas que me han servido. Ahora estoy aprendiendo y disfrutando mucho.

¿En algún momento te has sentido un intruso en este nuevo mundo?

No me pesa el haber sido modelo. La gente, cuando ve que tienes ilusión, que eres trabajador y te tomas la profesión con respeto, es más fácil que no te sientan como un intruso. En cuestión de cómo uno se enfrenta a las cosas tiene una respuesta de la gente. Siempre va a haber alguien que tenga prejuicios y vaya a criticarte por lo que has hecho antes pero, por el contrario, yo lo veo como una cualidad positiva. Hay gente que tiene varias profesiones a lo largo de su vida y eso no se considera intrusismo. Yo lo hago con respecto y esta es mi vocación y trabajo duro para ello. También hay muchos actores que hacen publicidad y a los modelos no les parece intrusismo. Cada vez tenemos menos necesidad de etiquetarnos y sí de vivir.

Ahora que hablas de etiquetas, ¿cómo llevas estar en la lista de los hombres más influyentes?

Me parecen absurdo ese tipo de cosas porque quién las hace, quién las valora, qué saben ellos de mí. Las listas de los mejores modelos, de los mejores actores, del dinero que ganas? incluso cuando he estado en la lista del mejor modelo del mundo? eso no es real.

Además eres todo un activista como por ejemplo con la defensa de los océanos y el cambio climático.

Esto es algo de todos. Yo soy conocido sí, pero también hay mucha gente anónima que colabora con ello. Y es que el cambio lo tenemos que hacer entre todos. La conciencia debe ser algo global. Por ejemplo, mi tía dentro de su barrio y su comunidad está haciendo unos cambios maravillosos. ¡Qué guay! Ella ha conseguido tener influencia sobre su gente para hacer recogida de plásticos, para convencer al del supermercado para que no compre productos de usar y tirar, para buscar alternativas al celofán que se usa en alimentación..., haciendo un montón de cosas pequeñitas ha conseguido que su barrio tenga un poco más de conciencia medioambiental. Creo que, ella en un círculo y yo en otro, podemos hacer un cambio. Es dramático lo que estamos viviendo. Creo que a lo largo de la historia ha habido varias revoluciones importantes pero sino somos capaces de hacer una revolución medioambiental grande y con cierta rapidez tenemos un futuro muy oscuro.